Enrique V

Personaje protagonista

El personaje central de la obra se presenta después del prólogo en que conversan el arzobispo de Canterbury y el obispo de Ely. Estos lo han descrito tan bien que ninguna de sus acciones posteriores sorprenden al público. Se personifican en él todas las cualidades que ha de tener un gobernante, representándolo como un auténtico espejo de príncipes.

El joven rey ha cambiado con la muerte de su padre, convirtiéndose en un buen gobernante, cuando antes era un joven juerguista que llevaba una vida disipada. Cambió de repente (Acto I, escena 1), hablando de teología, de la política y de la guerra con tanta sabiduría que parece que no hubiera hecho otra cosa en su vida. Se presenta a través de esa conversación al príncipe reformado, a un héroe, de manera que la aparición de Enrique en la escena 2 confirma las expectativas sugeridas por Canterbury y Ely. Vigorosamente y no obstante con seriedad, Enrique se dispone a examinar el aspecto jurídico de su pretensión al trono de Francia. La decisión le corresponde en último término a él, pero le preocupa la responsabilidad por las consecuencias de la guerra; este problema requiere una aclaración desde el punto de vista del Derecho internacional. Enrique, con una gran fortaleza moral y justificado desde el punto de vista legal, personifica el ideal de gobernante.


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