El Señor de las Moscas

El Señor de las Moscas Resumen y Análisis de Capítulo 8: Regalo para la Oscuridad

Resumen

La próxima mañana los niños se reúnen en la playa para discutir lo que vieron los cazadores. Ralph le cuenta a Piggy sobre la criatura en la montaña, la cual describe como una bestia con dientes y ojos negros grandes. Piggy no le cree. Jack le asegura al grupo que sus cazadores pueden vencer a la bestia, pero Ralph rechaza al grupo de Jack, diciendo que solo son niños con palos. Jack le dice a los chicos que la bestia es un cazador, y les informa que Ralph piensa que son unos cobardes. Él continúa atacando a Ralph, quejándose de que Ralph ya no es un líder apropiado, porque él es el cobarde. Jack les pregunta si quieren que Ralph sea despedido. Cuando nadie está de acuerdo con él, Jack sale corriendo y comienza a llorar. Dice que ya no será parte del grupo de Ralph y deja al grupo en la playa.

Después de que Jack se va corriendo, Piggy le dice al grupo que pueden vivir sin él, pero que deben quedarse cerca de la plataforma. Simón sugiere que suban la montaña. Piggy dice que si escalan la montaña pueden encender el fuego de nuevo, pero luego sugiere que pueden encender un fuego en la playa. Piggy organiza la nueva área para el fuego cerca de la playa. Ralph se da cuenta de que varios de los niños no están. Piggy está seguro de que les irá bien si se comportan de acuerdo a su sentido común, y propone un banquete. Ellos se preguntan a dónde ha ido Simón y conjeturan que tal vez está escalando la montaña. De hecho, Simón se fue a sentarse en el claro que había encontrado antes.

Lejos del grupo, Jack declara que será el líder de los cazadores y que ahora deben olvidarse de la bestia. Él dice que pueden ir luego al castillo de piedra, pero ahora deben matar un cerdo y festejar para celebrar su independencia. Ellos encuentran un grupo de cerdos, y Jack mata una gran cerda con su lanza. Jack restriega la sangre sobre los cachetes de Maurice mientras Roger se ríe sobre cómo el golpe fatal a la cerda fue espetado por su trasero. Le cortan la cabeza y la dejan en un palo como regalo a la bestia en la cima de la montaña. Cuando colocan la ofrenda verticalmente, sangre baja por sus dientes, y salen corriendo. Simón, desde su lugar privado, ve la cabeza, la cual tiene moscas volando alrededor.

En la playa, a Ralph le preocupa que los niños morirán si no son rescatados pronto. Ralph y Piggy se dan cuenta de que es Jack el que hace que todo se haga pedazos.

El grupo de Ralph se sorprende cuando el bosque de momento se convierte en caos. Los peques corren mientras Jack se acerca, desnudo excepto pintura y una correa. Sus cazadores toman ramas encendidas del fuego. Jack le dice a Ralph y su grupo que él y sus cazadores viven a lo largo de la playa cerca de una piedra plana, donde cazan y festejan y se divierten. Invita a los niños a unirse a su tribu. Cuando Jack se va, Ralph dice que pensó que Jack tomaría la concha, la cual Ralph todavía considera un símbolo de ritual y orden. Ellos se aseguran unos a los otros que el fuego es lo más importante. Pero uno de los chicos, Bill, se mantiene escéptico. Él sugiere que vayan al banquete de los cazadores y que les digan que la responsabilidad del fuego es demasiado para ellos. En la cima de la montaña todavía está la cabeza de cerdo, la cual Simón ha nombrado el Señor de las Moscas.

Simón cree que la cabeza de cerdo le habla, que lo llama un niño pequeño tonto. El Señor de las Moscas le dice a Simón que se vaya a jugar con los demás, quienes piensan que está loco. El Señor de las Moscas dice que él es la Bestia, y que la Bestia se ríe de la idea de que la Bestia sea algo que puede ser cazado y matado, ya que él está dentro de todos los seres humanos y, por lo tanto, nunca puede ser vencido y nunca se puede escapar de él. Aterrorizado y desorientado por esta visión perturbadora, Simón se cae y pierde la consciencia.

Análisis

En este capítulo Golding continúa utilizando a sus personajes principales como personificaciones de varias facetas del espíritu humano. Piggy sigue siendo el único escéptico entre los niños y sigue sin estar seguro de la presencia de la bestia, lo cual continúa siendo el enfoque de la vida en la isla para Jack y sus cazadores. Aún Ralph, sucumbe al miedo y la sospecha, ahora cree que hay una bestia en la isla. Aunque Ralph es claramente el protagonista de la historia y el personaje sobre el cual Golding proyecta la perspectiva del lector, él es susceptible a las pasiones infantiles y la irracionalidad que están, a diferentes grados, presentes en los demás niños. La debilidad de Ralph no es insignificante. A pesar de que Ralph es más maduro y racional que Jack y sus cazadores, dadas las circunstancias correctas, él puede someterse a las mismas pasiones que los demás niños, una tendencia que presagia los eventos trágicos que se desenlazan en los próximos capítulos.

El subtexto político de los capítulos anteriores se torna más explícito en este capítulo, ya que Jack explícitamente intenta derrocar a Ralph como líder. Aunque Ralph exitosamente se defiende del ataque de Jack al llamar la atención de los niños a la cobardía y falta de visión de Jack, Jack está resuelto a tomar el control. Su rechazo de aceptar la decisión de los otros niños sirve como un recordatorio de que Jack sigue siendo un niño que considera la vida en la isla un juego; él asume la posición de que se, si no puede determinar las reglas del juego, no jugará. Esta decisión provoca los eventos subsiguientes de este capítulo, los cuales se enfocan en el rechazo de Jack no solo de la autoridad de Ralph, sino de toda la pseudo-democracia en la isla que le había otorgado autoridad a Ralph. Jack, entendiendo que no puede tomar la autoridad directamente de Ralph, se declara la autoridad de su propia “tribu.” Dos “gobiernos,” por lo tanto, existen en la isla en este capítulo. Ralph presidia sobre lo que parece una democracia liberal, mientras Jack forma un tipo de dictadura militas. Los dos sistemas siguen siendo ideológicamente opuestos, una oposición que Golding subraya al ubicar los campamentos en diferentes lados de la isla. La estructura del capítulo también evoca la creación de dos diferentes gobiernos en la isla y presagia la dominancia del sistema de Jack sobre el de Ralph. Si hay una cultura belicosa cercana, una cultura pacífica debe militarizarse para sobrevivir. El capítulo comienza con Jack rechazando la concha de Ralph como un símbolo de la autoridad otorgada por consenso democrático, y termina con la creación del Señor de las Moscas, un símbolo de la anarquía y violencia que motiva el deseo de poder de Jack.

Golding también continúa representando a Piggy como el personaje sensato y, de algunas formas, el más esencial para la supervivencia de los niños. La ventaja áspera que Piggy demostró al llegar a la isla ahora es secundaria a su sabiduría práctica, su habilidad de entender y adaptarse rápidamente a nuevas situaciones. Entre los personajes principales, Piggy es el único que no tiene emociones predecibles. Mientras Jack y Simón descienden en sus respectivas formas a la locura y Ralph sigue siendo sensato pero cada vez más cínico y vulnerable, Piggy frustra las expectativas del lector al asumir autoridad sobre los niños a pesar de su apariencia enfermiza y su aversión a la labor física. En este capítulo, aún Ralph defiere al juicio y determinación sensata de Piggy. Pero cualquier rastro de heroísmo en Piggy en este capítulo es socavado por la creciente subyugación de los cerdos de la isla a Jack y sus cazadores. Piggy está atado a los cerdos por su nombre; mientras el grupo de Jack se enfoca cada vez más en cazarlos y son cada vez más exitosos en esta meta, la victimización de Piggy se hace más posible. En parte, la matanza de la cerda presagia el destino trágico de Piggy.

Como fue presagiado en el capítulo anterior, Jack y sus cazadores continúan descendiendo al salvajismo en el capítulo 8. Ellos participan cada vez más en el comportamiento estereotípico “nativo” que enfatiza el uso de la violencia y de rituales de canto y baile. Para estos niños esas acciones son, al principio, solo un juego; cuando Jack los invita a unirse a su tribu, él explica que el punto de su nueva tribu es solo divertirse. Los niños continúan viendo su comportamiento salvaje como parte de un juego elaborado, aún cuando el “juego” se torna cada vez más peligroso y violento. La creciente brutalidad e impulsividad del grupo de Jack en este capítulo presagia los eventos del capítulo 9, en el cual el comportamiento de los niños va de pretendida violencia a un verdadero asesinato.

La escena donde Simón confronta la cabeza de cerdo, la cual llama el Señor de las Moscas, es uno de los episodios más controversiales de la novela entre sus críticos. Muchos han notado que la escena se parece a la narración del Nuevo Testamento de la confrontación de Jesús con Satanás durante sus cuarenta días en la jungla. Simón, un personaje naturalmente moral y sin interés propio, parece representar la figura de Cristo ya que, en su conocimiento de la verdadera naturaleza de la bestia, es el único portador de la verdad en este punto de la novela. Su eventual sacrificio—una alusión a la crucifixión de Jesús—marcará el triunfo del mal sobre el bien en la isla.

Una lectura cuidadosa de la interacción de Simón con la cabeza de cerdo puede proveer más interpretaciones. En formas que complican la alegoría bíblica en esta escena, Golding también presenta al Señor de las Moscas en este capítulo como el símbolo del descenso de los niños de comportamiento civilizado a salvajismo inhumano. Dentro de este marco, la cabeza del cerdo sirve para corregir la perspectiva ingenua de Simón de la naturaleza como una fuerza pacífica. Para Simón, la cabeza del cerdo es una revelación (la última) que lo alerta al hecho de que la naturaleza es hermosa y fascinante, pero también brutal e indiferente. En capítulos anteriores, Golding hace una conexión entre Simón y una visión de la naturaleza que es abundante, hermosa, y edénica. El Señor de las Moscas representa una naturaleza diferente, una infernal. Visto desde la perspectiva de Simón, el Señor de las Moscas es un recordatorio Hobbesiano de que la vida humana es en su estado más básico repugnante, bruta, y peor. Conforme a la caracterización de Simón como un personaje espiritual, la cabeza del cerdo tiene connotaciones profundamente religiosas: la frase “señor de las moscas” es una traducción de la palabra hebrea Ba’alzevuv, o su equivalente griego Beelzebub. La cabeza del cerdo, por lo tanto, es un símbolo de Satanás, pero, como le recuerda a Simón, el diablo no es una fuerza externa. Al contrario, es un mal más nefario, uno creado por, y permaneciendo dentro de, los niños mismos.

Otra faceta interesante de la representación de Golding de la naturaleza en este capítulo es evidente en la caza del cerdo. Históricamente, artistas y novelistas han asociado el mundo natural con mujeres, en contraste al mundo civilizado, al cual asocian con los hombres. La naturaleza usualmente es marcada por género en la literatura como femenina, y en este sentido es una amenaza para las fuerzas civilizadoras masculinas. Conforme con esta idea, Golding presenta esta caza en términos marcados por género y con imaginería sexual violenta cuando los niños matan a una cerda con una lanza espetada en su ano, lo cual evoca una violación. En una novela sin personajes humanos femeninos, y en la cual las mujeres casi no son mencionadas, esta cerda y lo que le sucede tiene más peso. El asesinato brutal de la cerda representa el intento de los niños de subyugar e imponer su voluntad sobre el mundo natural, codificado como femenino. Podemos notar de nuevo el enlace metafórico entre Piggy y la cerda, lo cual llama nuestra atención a las formas en que Piggy también es codificado como femenino: sin cabello, suavemente redondo, y con varias cualidades estereotípicamente de niñas, como no preferir la labor física. De esta forma, también, la subyugación de la cerda anticipa la suya.