El Señor de las Moscas

El Señor de las Moscas Las Dos Caras del Ser Humano

William Golding se inspiró en sus experiencias en la Marina Real durante la Segunda Guerra Mundial cuando escribió el Señor de las Moscas (Beetz 2514). Golding ha dicho lo siguiente de su libro:

El tema es un intento de trazar las derrotas de la sociedad a los defectos de la naturaleza humana. La moraleja es que la forma que toma una sociedad debe depender de la naturaleza ética del individuo y no de algún sistema política, sin importar cuan lógico o respetable parezca ser. Todo el libro es simbólico excepto el rescate al final donde aparece la vida adulta, digna y capaz, pero en realidad envuelta en el mismo mal que la vida simbólica de los niños en la isla. (Epstein 204) En la novela, Golding presenta las dos diferentes personalidades que posee el ser humano, una civilizada, la otra primitiva. Golding utiliza el escenario, los personajes, y el simbolismo del Señor de las Moscas para darle al lector una descripción detallada de estas dos caras del ser humano.

El escenario de la historia es esencial para la evolución de estos dos lados. Cuando se estrella en una isla un avión llevando un grupo de estudiantes, sólo los niños sobreviven. La isla en la que se encuentran los niños tiene forma de bote (Golding 29; ch. 1). Es irónico que los niños están varados en una isla con la forma de lo que los podría salvar (un bote). A pesar de esta ironía, están atrapados. Están rodeados por el océano y nadie sabe dónde están. Los niños, aislados de la sociedad, deben crear una ellos mismos.

Los niños pronto se dan cuenta de que “No hay adultos!” (Golding 8; ch. 1). Esto significa que los niños deben valerse por sí mismos hasta ser rescatados. No hay padres o adultos para darles reglas o castigarlos si se comportan mal, así que deben aprender a controlarse y gobernarse a sí mismos. Su primer intento imita la sociedad en la que se han criado, una democracia civilizada (Michel-Michot 175). Una concha es utilizada para convocar asambleas y se vota por las decisiones que toman (Golding 17, ch. 1). El fuego que intentan mantener encendido al tope de la montaña es un símbolo de su sociedad civilizada, ya que representa su esperanza de ser rescatados y regresar a sus vidas ordinarias.

Desafortunadamente, los niños se cansan pronto de esta vida civilizada. Quieren divertirse y rápidamente pierden interés en cualquier trabajo que estén haciendo. Ralph expresa el problema cuando le dice al grupo de niños, “Tenemos muchas asambleas. Todos disfrutan hablar y estar juntos. Decidimos cosas. Pero no se hacen. Íbamos a traer agua del río y dejarla en los cocos bajo las hojas frescas. Así fue por varios días. Ahora no hay agua. Los cocos están secos. La gente toma agua del río” (Golding 79; ch. 5). Todas sus resoluciones degradan y se deshacen. La sociedad se entrega a su lado más primitivo y ahora sólo se preocupan por divertirse. Cazar, lo cual inicialmente era sólo para conseguir comida para poder sobrevivir hasta ser rescatados, se convierte en lo más importante (Michel-Michot 175-6). Todos los miedos de los niños se concentran en un monstruo que temen y el cual los intimida. Hacen sacrificios a “la bestia” para calmarla y mantenerse a salvo (Golding 137; ch. 8). Al final, su gran sociedad no es más que un grupo de salvajes en este escenario de isla exuberante.

La isla abunda en recursos, con mucho agua fresca y frutas listas para ser comidas. “Caminaba con un paso habitual a través de los acres de árboles de fruta, donde aún el menos energético podía encontrar comida fácil, aunque tal vez insuficiente” (“He walked with an accustomed tread through the acres of fruit trees, where the least energetic could find an easy if unsatisfying meal") (Golding 56; ch. 3). Aunque ricos del esplendor de la naturaleza, a los niños les falta la tecnología a la que están acostumbrados. Ni tan siquiera tienen fósforos. Si no fuera por los espejuelos de Piggy, no podrían crear fuego (Golding 42; ch. 2). Esta falta de tecnología entorpece sus intentos de ser civilizados y apresura su progreso hacia el salvajismo. Los personajes en esta historia sirven como arquetipos que presentan el conflicto entre la misión del ser humano hacia la civilización y sus ansias de ser primitivo. Los personajes más importantes en la historia son Ralph, Piggy, Simón, y Jack. Roger, Sam y Eric, aunque no tan importante como otros, también sirven para añadir color a la historia y participan en su progresión hacia el salvajismo.

Ralph es el protagonista de la historia. Es un líder natural por su altura y fortaleza superior y su guapura (Rosenfield 172). También es un hombre democrático, el guardián de los hábitos civilizados (Spits 173). Fue elegido como el líder por voto de sus compañeros y se esfuerza por mantener el orden, para “gobernar por persuasión, con el consentimiento de los gobernados” (Spits 173). Ralph es un “hombre común” y su cuerpo sirve como el terreno de batalla entre la razón y el instinto (Rosenfield 172).

Ralph pierde esta batalla y eventualmente comienza a revertir a un estado primitivo. Este cambio aparece al final de la historia cuando Ralph comienza a tener problemas razonando: “Entonces, en el momento de mayor pasión y convicción, esa cortina aleteó en su mente y olvidó lo que estaba haciendo” (Golding 163; ch. 10). La regresión de Ralph continúa hasta que no es más que un animal, que usa sus instintos más básicos para escapar el fuego que amenaza quemar toda la isla y el resto de la tribu que quiere cazarlo (Babb 11). “Él [Ralph] sale disparado hacia adelante, emerge del matorral, quedando expuesto, gritando, gruñendo, ensangrentado” (Golding 299; ch. 12).

Piggy es gordo, casi ciego, y asmático. También personifica la razón y la inteligencia. Piggy representa la racionalidad, lógica, ciencia, y las formas de pensar de las que depende una sociedad civilizada (Taylor 170). Tiene un fuerte deseo de distinguir y ordenar hasta que todo se reduzca a un sistema manejable (Magill 826). Insiste en recolectar los nombres de todos los niños varados, usando la concha para convocar asambleas, y teniendo reuniones (Babb 11).

Piggy es el cerebro detrás del liderazgo de Ralph. Piggy es el primero que sugiere usar la concha que Ralph encontró para convocar a los demás (Golding 17; ch. 1). Él es el que hace que Ralph se vuelva a enfocar cerca del final de la novela cuando su razonamiento comienza a deteriorarse bajo la constante de presión de tratar de mantener su nivel de civilización (Babb 22). Él asume que la sociedad civilizada es todo-poderosa porque parece ser más razonable que las personas coexistan con reglas y respeto mutuo, en vez de obediencia y terror (Beetz 2515). “Qué es mejor—tener reglas y estar de acuerdo, o cazar y matar?” (Golding 180; ch. 11).

Simón es la representación de Cristo en el libro y la voz de la revelación (Spitz 172). Él consistentemente revela una bondad que nadie más parece poseer, ya sea a través de consolar a Ralph, ofrecerle comida a Piggy, o conseguir frutas para los niños más pequeños (Babb 24). Él es el más cohibido de los niños, y prefiere retirarse en sus meditaciones solitarias (Magill 827). Es el primero en sugerir que no hay una bestia, que “tal vez sólo somos nosotros” (Golding 89; ch. 5). Simón intenta confrontar sus miedos y llega a aceptar el mal que existe en él y en todos (Babb 30-1). Logra esto hablando con la cabeza de cerdo que se colocó en un palo y subiendo por la montaña para encontrar que la “bestia” es realmente un piloto muerto (Golding 137; ch. 8). Confunden a Simón con la “bestia” cuando regresa a explicárselo al resto de los niños y es irónicamente asesinado por aquellos a los que intentaba salvar (Golding 152; ch. 9).

Jack es el antagonista de la novela. Es el opuesto de Ralph, distinguido por su fealdad y pelo rojo (Rosenfield 172). Pierde ambas elecciones cuando votan por el líder del grupo y está obsesionado con el poder. Por eso está tan obsesionado con cazar: es una forma de imponer su voluntad sobre cosas vivas (Babb 9).

El ascenso al poder de Jack primero comienza cuando los miedos de los niños más pequeños empiezan a distorsionar sus alrededores: ramas se convierten en enredaderas, sombras se convierten en demonios, etc. (Rosenfield 173). Jack usa este miedo para convertirse en el protector de los niños pequeños. Si hacen lo que él dice, la “bestia” no los podrá atrapar. Jack pronto decide formar su propia sociedad, una basada en obediencia ceremonial a él. Con los sacrificios la tribu crea su bestia, santificando el miedo y la irracionalidad que gobiernan las acciones de los niños (Babb 21).

Roger es el secuaz de Jack. Tiene un alma sádica y disfruta atormentar a los demás. Un ejemplo de esto es cuando le tira piedras a un niño pequeño cuando nadie está prestando atención (Golding 62; ch. 4). Mientras se degrada la sociedad de los niños, Roger lentamente pierde las inhibiciones que la sociedad le ha impuesto. Pronto toma este acto de tirar piedras a niveles mortales. Él mata a Piggy empujando una peña sobre él a plena vista y también tortura a Sam y Eric hasta que le dicen dónde se esconde Ralph (Golding 180-1; ch. 11). Roger felizmente lleva a cabo los actos malévolos que ayudan a la historia a progresar bajo su espiral hacia el salvajismo.

Sam y Eric son gemelos idénticos en esta novela. Al principio, son dos personas distintas, pero con el pasar del tiempo se funden en una persona, “Samyeric” (Golding 182; ch. 11). Ellos representan al hombre común que se apegará a sus principios lo más posible, pero eventualmente se unirán a la mayoría cuando sea demasiado difícil defender su posición solos (Michel-Michot 177). Esto es demostrado por su feroz lealtad a Ralph, aún cuando casi todos los demás niños han abandonado el grupo de Ralph para unirse a la divertida tribu de Jack. Sólo luego de ser torturados deciden unirse a la tribu de Jack (Golding 188; ch. 12).

El simbolismo en la historia le otorga mayor sentido a la cadena de eventos que eventualmente se desenlazan. La mayor parte de estos símbolos puede ser dividido en dos grupos: símbolos que representan la civilización y el orden, y símbolos que representan caos y salvajismo. La concha usada para regular las asambleas es el símbolo de la democracia y la libertad de expresión. Aunque es adecuada cuando usada para congregar a los niños, tiene poco poder contra la violencia y la tiranía (Michel-Michot 176). Esto es demostrado cuando Roger destruye la concha con el mismo peñón que mata a Piggy, efectivamente destruyendo los últimos remanentes de la sociedad civilizada de Ralph (Golding 181; ch. 11).

El fuego de señal y los espejuelos de Piggy (los cuales son usados para encender los fuegos también son símbolos de civilización. El fuego de señal representa rescate, pero también es un fin distante que sólo se logrará con esfuerzo diario (Michel-Michot 176). Como la mayoría de las cosas en nuestra sociedad, la cultura y la educación, por ejemplo, es una labor que debe ser hecha a pesar de no tener un efecto inmediato (Michel-Michot 176). Los espejuelos de Piggy marcan el progreso de la sociedad hacia la oscuridad. Mientras Piggy pierde la visión los otros niños también pierde vista de su meta original: ser rescatados (Rosenfield 173). Uno de los lentes de los espejuelos de Piggy se rompe luego de una pelea con Jack. La pelea comienza cuando Jack deja morir el fuego de señal mientras pasa un barco, costándoles una oportunidad de ser rescatados (Golding 71; ch. 4).

Golding nombra la cabeza de cerdo que Jack coloca en un palo como sacrificio a la bestia el “Señor de las Moscas” (Golding 138; ch. 8). Simboliza la fuerza anárquica y amoral que guía a la tribu de Jack (Epstein 205). Sólo Simón sabe que la razón por la cual la bestia no puede ser encontrada afuera es porque la bestia vive dentro de todos nosotros. Todos tenemos un poco del Señor de las Moscas dentro de nosotros.

La “bestia” se convierte en un símbolo de la inquietud de los niños (Michel-Michot 175). Va de ser una pesadilla de un niño pequeño al comienzo de la novela a algo muy real que requiere sacrificios para uno mantenerse a salvo (Golding 37; ch. 2). La bestia representa el miedo supersticioso de los niños, el cual los domina hasta que eventualmente toma control de la situación (Michel-Michot 175).

La máscara que Jack lleva puesta elimina su vergüenza al quitarle su individualidad. Cuando el resto del grupo comienza a llevar máscaras puestas, dejan de ser individuales y se convierten en una multitud. Al destruir su identidad personal pierden su responsabilidad personal (Magill 827). “Él había entrevisto uno de ellos, con rayas marrones, negras, y rojas, y había determinado que era Bill. Pero realmente, pensó Ralph, éste no era Bill. Éste era un salvaje cuya imagen se rehusaba a mezclarse con la imagen antigua de un niño en pantalones cortos y camisa” (Golding 183; ch. 12). Aún para Ralph, que antes lo conocía, Bill se ha convertido en algo completamente diferente al ponerse la máscara y el maquillaje.

La secuencia de las matanzas traza la conversión de los niños de inocencia a salvajismo (Babb 14-5). Primero, el niño con la marca de nacimiento accidentalmente muere en un fuego (Golding 46; ch. 2). Después, Simón muere en un acto violento cometido por un grupo de personas (Golding 152-3; ch. 9). Piggy es matado por un individuo (Roger) muy deliberadamente (Golding 180-1; ch. 11). Finalmente, el cambia se completa y los niños se han convertido en totales salvajes cuando deciden cazar a Ralph al final de la novela, sabiendo muy bien que la caza terminará en un asesinato y sacrificio (Babb 14-5). William Golding usa el Señor de las Moscas para enseñarnos que el enemigo más peligroso no es el mal externo, sino el que se encuentra dentro de cada uno de nosotros. Al final de la novela, Ralph y los demás niños se dan cuenta del horror de sus acciones:

Comenzó a llorar y los sollozos lo hicieron temblar. Él [Ralph] se entregó a ellos por primera vez desde que llegaron a la isla; grandes espasmos temblorosos de dolor que parecían torcer todo su cuerpo. Su voz resaltó del humo negro frente a los escombros ardientes de la isla; e infectado por esa emoción, los demás niños pequeños comenzaron a llorar y temblar. Y en medio de ellos, con un cuerpo asqueroso, pelo enmarañado y una nariz sin limpiar, Ralph lloró por el fin de la inocencia… (Golding 202; ch. 12).

Desafortunadamente, el oficial naval que los rescata no ha aprendido la lección que estos niños han aprendido en la isla. Él los regresará al mundo “civilizado,” el cual aparenta estar envuelto en guerra en este momento. Irónicamente, los niños han sobrevivido un sistema moral primitivo e infantil sólo para ser lanzados en uno aún peor, la Segunda Guerra Mundial (Rosenfield 175). El mal siempre será parte de la naturaleza humana. La novela de Golding quería enseñarnos que el mal debe ser aceptado, no ignorado, o habrán graves consecuencias.