El Señor de las Moscas

El Señor de las Moscas Resumen y Análisis de Capítulo 12: El Grito de los Cazadores

Resumen

Ralph se esconde en la jungla, preocupado por sus heridas y la violencia inhumana en la que han caído los niños en la isla. Piensa en Simón y Piggy y se da cuenta de que la civilización es imposible entre los niños. Ralph, el cual no está lejos de Castle Rock, cree que ve a Bill a lo lejos. Concluye que el niño ya no es Bill. Este niño es un salvaje, enteramente diferente al niño en pantalones cortos que una vez conoció. Ralph está seguro de que Jack nunca lo dejará en paz. Viendo al Señor de las Moscas, ahora sólo un cráneo con la piel y carne carcomida, Ralph decide contraatacar. De lejos, Ralph puede escuchar el canto de los niños: “Mata la bestia. Córtale el cuello. Derrama su sangre!”

Esa noche, armado con una lanza improvisada, Ralph gatea sin ser detectado al puesto de observación cerca de Castle Rock. Llama a Sam y Eric, quienes ahora vigilan la entrada. Sam le da a Ralph un pedazo de carne pero no está de acuerdo con unirse a él de nuevo. Sam le dice a Ralph que se vaya. Los gemelos le dicen a Ralph que Roger ha afilado un palo en ambos extremos, y le advierte que Jack pronto enviará la tribu entera tras Ralph el próximo día.

Desalentado, Ralph gatea hasta un matorral donde puede dormir a salvo. Cuando despierta en la mañana puede escuchar a Jack torturando a uno de los gemelos y hablando con Roger justo afuera del matorral donde se esconde Ralph. Están tratando de descubrir dónde se esconde Ralph. Varios niños ruedan piedras bajo la montaña, intentando romper el matorral. Más niños intentan entrar.

Cuando Ralph decide encontrar un nuevo lugar para esconderse, huele humo. Se da cuenta, horrorizado, que Jack ha encendido el bosque en fuego para intentar obligar a Ralph a salir de su escondite. También reconoce que el fuego destruirá todas las frutas en la isla, poniendo en peligro de nuevo la supervivencia básica de los niños. Aterrorizado, Ralph sale corriendo de su escondite, abriendo camino a puños entre varios de los cazadores de Jack, los cuales están pintados de colores salvajes y blandiendo lanzas afiladas de madera de forma amenazadora. Estos persiguen a Ralph a través del bosque. Serpenteando a través de la densa maleza, Ralph finalmente escapa a la playa, donde colapsa exhausto y aterrorizado. Sabe que los cazadores de Jack están cerca.

Cuando Ralph mira hacia arriba se sorprende de ver una figura imponente frente a él. La figura es un hombre—un oficial naval! El oficial le dice a Ralph que su navío vio el humo y decidió investigar la isla. Ralph se da cuenta de que el oficial cree que los niños sólo han estado jugando. Los otros niños comienzan a salir del bosque, y el oficial comienza a enterarse del caos y la violencia entre los niños varados. Percival intenta decirle su nombre y dirección pero ya no puede recordarlo. Ralph, informándole que es el líder, se entristece de no poder decirle al oficial cuántos niños hay en la isla cuando él le pregunta. El oficial, sabiendo que no se han estado comportando de acuerdo a las reglas de la civilización, regaña a los niños por no saber exactamente cuántos hay y por no estar organizados, como deben ser los británicos.

Ralph insiste al oficial que estaban organizados y se comportaban bien al principio. El oficial dice que imagina que fue como la trama de La Isla de Coral. Ralph, quien no entiende esta referencia, comienza a llorar al recordar los primeros días en la isla, los cuales ahora parecen imposiblemente remotos. Llora por el fin de la inocencia y por la oscuridad en el corazón de todos. Llora por las muertes de Simón y Piggy. Los demás niños comienzan a llorar también. El oficial se vira, avergonzado, mientras los niños intentan recobrar su compostura. El oficial vela el crucero a lo lejos.

Análisis

La dinámica entre Ralph y los demás niños cambia dramáticamente durante las primeras escenas del último capítulo. Ralph ahora es un objeto para los demás niños mientras huye de los cazadores de Jack, quienes parecen incapaces de hacer una distinción entre cazar cerdos y cazarse unos a los otros. Como observa Ralph, los demás niños no se parecen a los estudiantes ingleses que quedaron varados allí al principio; son unos totales salvajes sin sensibilidades morales o racionales. Como dejan de exhibir las cualidades que los definen como seres humanos civilizados, ya no cualifican como niños. El cambio de una identidad humana a una animal se puede notar en Ralph. Ya que los niños dejan de considerarlo un ser humano, debe depender de sus sentidos primitivos para escapar los cazadores. Como Ralph no se puede defender a través de algún sentido de justicia o moralidad, debe utilizar su instinto animal y su astucia para sobrevivir.

El capítulo final enfatiza la cualidad auto-destructiva de las acciones de los niños. A través de la novela, Golding ha indicado que los niños son destructivos no sólo hacia sus enemigos, sino entre sí mismos, un tema que culmina dramáticamente en este capítulo. Las imágenes de la putrefacción permean las escenas finales, particularmente en el Señor de las Moscas, el cual se descompuso hasta que sólo quedaba un cráneo vacío. Importantemente, Ralph desmantela al Señor de las Moscas al empujar el cráneo del cerdo fuera del palo donde estaba empalado, una acción que refleja y completa la destrucción de Roger de la concha en el capítulo anterior. La destrucción de ambos objetos le señala al lector que los niños han caído en una brutal guerra civil. Ralph destroza el Señor de las Moscas—un tótem para la tribu de Jack—para usar el palo en el que estaba empalado como lanza para atacar a Jack. La acción de Ralph, por lo tanto, indica que ha aceptado los términos salvajes de Jack de guerra, un conflicto que anteriormente había abordado con razón y pacifismo, pero es muy tarde para eso. La decisión de Ralph de atacar a Jack o por lo menos de defenderse con un arma indica que él también ha descendido al salvajismo. Todos los vestigios de una civilización democrática en la isla han desaparecido, y no queda claro si la monarquía de Jack retiene algún nivel de civilización.

Otra imagen ominosa en este capítulo es la lanza de Roger. Como Samyeric le informan a Ralph, Roger ha afilado ambas puntas de su lanza, una herramienta que simboliza el peligro que los niños han causado para sí mismos. La lanza simultáneamente apunta hacia el que la empuña y al que está dirigida; es capaz de herir a ambos igualmente. El significado de la lanza de doble filo es demostrado en la caza de Ralph. Es decir, para encontrar a Ralph, los niños encienden un fuego que puede subyugarlos y destruir las frutas que son esenciales para su supervivencia. Golding, por lo tanto, alerta al lector a las consecuencias contraproducentes de la venganza: en el mundo de la novela, el precio mayor de herir a otro es herirse a uno mismo.

A pesar de la situación aparentemente desesperada en la isla, sin embargo, los niños son finalmente rescatados por un oficial naval cuyo navío se dio cuenta del fuego en la isla. Este final no es solo inesperado sino profundamente irónico. No fue el fuego de señal el que atrajo al crucero naval; fue el fuego forestal que encendió la tribu de Jack en un gesto de extrema irresponsabilidad y auto-destrucción. Irónicamente y hasta trágicamente, es Jack y no Ralph el que termina siendo responsable por el rescate de los niños. Las implicaciones son nefastas: no fue la planificación cuidadosa y la previsión lo que llevó a los niños a la seguridad, sino una coincidencia. Las consecuencias del salvajismo, no la civilización, son lo que salvó a los niños. Con este gesto narrativo abrupto, Golding subvierte la lógica que había establecido a través de la novela. Por supuesto, la justicia poética no es requerida, pero el problema es perturbador. Tal vez, él sugiere, el salvajismo y la civilización son menos disimilares de lo que creemos. Al presentar a Jack como el salvador accidental de los niños, Golding termina la novela antes de que la acción pueda culminar apropiadamente. Al lector no se le permite ver una batalla final entre Ralph y Jack, aunque fácilmente podemos imaginar que Ralph está condenado. Ya que la deshumanización está completa, no queda casi nada por decir.

La aparición repentina del oficial naval en la playa mitiga el efecto de la agresión de los niños. El oficial es un deus ex machina (una figura inesperada que aparece casi de la nada y sólo para resolver la trama y llevarla a una conclusión rápida). Su llegada a la isla libra a Golding de tener que explorar las implicaciones finales del ataque suicida de los cazadores sobre Ralph y el descenso del mismo Ralph a la brutalidad violenta.

En otro gesto improbable, el oficial naval le repite a los niños lecciones que, a través de la novela, Ralph y Piggy han intentado impartir a los demás niños. Él enfatiza la importancia del orden al igual que Ralph y Piggy, lo cual retroactivamente llama nuestra atención a la madurez y sensibilidad de los consejos de Ralph. Aún así, el oficial naval no puede comprender el alcance de las experiencias de los niños en la isla. Él interpreta la caza y las caras pintadas como un juego infantil, sin darse cuenta de que su atuendo conlleva más que un significado simbólico. Los niños no han estado jugando a ser salvajes; se han convertido en ello. La mención del oficial de la novela de aventura del siglo diecinueve La Isla Coral subraya su ignorancia de la brutalidad que domina la isla. Mientras los niños en La Isla Coral tuvieron aventuras despreocupadas e infantiles, los niños en la historia de Golding descienden a profundidades impensables de violencia y crueldad. A través de la ingenuidad del oficial, la cual es informada por La Isla Coral, Golding critica de nuevo implícitamente las descripciones idealistas de los niños en la literatura popular. Aún así, estos eventos concluyentes tan poco probables se sienten abruptos y poco satisfactorios después de tanta riqueza en la narrativa.

Otro aspecto importante del personaje del oficial naval es su admonición a los niños por no comportarse como “niños británicos” apropiados, lo cual nos recuerda los clamores patrióticos de Jack en el Capítulo 2 de que los británicos son los mejores en todo. La aseveración del oficial simbólicamente lo ata a Jack y subraya la hipocresía de tal personaje militar. Mientras el condena el juego violento de los niños en la isla, él mismo es una figura militar, envuelto en una guerra continua que necesitó la evacuación de los niños de sus hogares e involuntariamente llevó a los eventos que ocurrieron en la isla. Una vez más, el problema es ambiguo: tal vez la violencia entre los niños no fue una expresión de un instinto interno desatado sino un reflejo de la aparentemente “civilizada” cultura en la que se criaron, una cultura envuelta en una terrible y fatal guerra. De cualquier modo, el oficial hace eco a Ralph en vez de Jack, repitiendo muchos de las advertencias sobre reglas y orden que Ralph le había expresado a los niños a través de la novela. Al asociar al oficial con Ralph tanto como con Jack, de diferentes formas, Golding cuestiona la distinción entre civilización y salvajismo que trazó con creciente énfasis en los primeros capítulos de la novela y luego borró en los últimos capítulos.

Si el oficial naval salva a los niños de su auto-destrucción, puede haber llegado demasiado tarde. Las escenas finales de la novela enfatizan el daño emocional permanente que los niños se han infligido a sí mismos. Con la posible excepción de Ralph, los niños ya no están acostumbrados a la sociedad de la que provienen. Golding subraya este hecho al presentar a Percival como incapaz de decir su nombre y dirección como podía cuando llegó a la isla. Más aún, Ralph percibe sus experiencias en la isla como el final de su inocencia. Él ha sido testigo del derrocamiento de la sociedad racional representada por Piggy a favor de la barbarie y tiranía de Jack. Sus pensamientos finales: “Ralph lloró por el fin de la inocencia, la oscuridad del corazón del hombre, y la caída de su amigo fiel y sabio llamado Piggy” (“Ralph wept for the end of innocence, the darkness of man's heart, and the fall through the air of the true, wise friend called Piggy”). Estos pensamientos indican un juego con el mito de Edén con el que comenzó Golding. Si hubiese un Edén en esta isla, era el lugar especial encontrado por Simón que ninguno de los otros niños quería experimentar. Empezaron fuera de Edén en vez de dentro de él. Cualquier paraíso que esperaban en la isla desapareció cuando los niños escogieron la naturaleza y el instinto sobre la racionalidad y la conciencia—lo cual se puede comparar, sin embargo, con el desarrollo de la racionalidad y la conciencia en Génesis, lo cual aparente ocurrir principalmente luego de la Caída. Ralph pierde su inocencia cuando se da cuenta de que la violencia inherente en la humanidad siempre está bajo la superficie del orden y la moralidad que la civilización impone sobre los individuos.