Don Juan Tenorio

Don Juan Tenorio Resumen y Análisis Primera parte, Acto I: Libertinaje y escándalo

Resumen

La obra comienza en la hostería "del Laurel" de Cristófano Buttarelli. Don Juan Tenorio escribe una carta y le ordena a su criado, Ciutti, que se la entregue a la dueña de doña Inés, quién le dará una llave y le informará una hora y una seña.

Don Juan tiene puesto un antifaz, por lo que Buttarelli no lo reconoce. Es época de carnaval y varias personas están usando máscaras, de manera que la apariencia del primero no es llamativa. Él está esperando a don Luis Mejía, con quien realizó una apuesta hace un año. Ambos se disputan el primer lugar entre los que hacen más daño y el plazo de dicha apuesta expira esa noche.

Don Juan le pide a Buttarelli sus dos mejores botellas de vino para esta ocasión. Este habla con su ayudante, Miguel, en italiano y le ordena que prepare la mesa.

Don Gonzalo de Ulloa, el comendador de Calatrava y el padre de doña Inés, entra a la hostería para presenciar la contienda. Para que oculte su identidad, Buttarelli le entrega un antifaz. Don Gonzalo tiene la intención de declinar el matrimonio entre su hija y don Juan, que acordó con el padre este, don Diego, si confirma que el asunto de la apuesta es cierto. Un momento más tarde, llega a la hostería don Diego, usando también un antifaz; él desea asistir al encuentro entre los contrincantes para saber si son ciertos los rumores sobre el grado de vileza de su hijo.

Entre los asistentes a la contienda, se encuentran también el capitán Centellas y Avellaneda. El primero de ellos apuesta a favor don Juan, ya que está convencido de que “(…) no hay como Tenorio/ otro hombre sobre la tierra, / y es proverbial su fortuna, / y extremadas sus empresas.” (vv. 301-304). Por su parte, Avellaneda se inclina por don Luis, de quien es amigo, porque cree imposible que alguien lo aventaje en fechorías.

A las ocho de la noche llega don Luis, con su rostro cubierto con un antifaz y se sienta frente a Tenorio. Ambos descubren sus rostros y la mayoría de los presentes se acercan a saludarlos efusivamente.

Ambos relatan sus fechorías y se entregan recíprocamente las listas de las personas que mataron y de las mujeres que burlaron. Don Juan gana la apuesta y, al verse derrotado, don Luis propone un nuevo desafío: su contrincante deberá conquistar a una novicia. Don Juan acepta y añade que conquistará además a doña Ana de Pantoja, la prometida de don Luis, con quien este se casaría al día siguiente.

Tras cerrar la apuesta, don Luis habla en secreto con su criado, Gastón, y este sale precipitadamente. Lo mismo hace don Juan con su criado, Ciutti, quien también se aparta apresuradamente.

Escandalizado, don Gonzalo se quita el antifaz y le niega a don Juan su consentimiento para que se case con doña Inés. Este le advierte que, en ese caso, la tomará por la fuerza. Ante esta conducta, el padre de don Juan se levanta de la mesa y le dice a su hijo que no vuelva a buscarlo. Tras una breve discusión, don Juan le arranca el antifaz. Don Diego entonces reniega de su hijo y coincide con don Gonzalo en dejar sin vigencia el acuerdo del casamiento.

Cuando don Juan y don Luis salen de la hostería, un alguacil los detiene y los apresa. Ambos revelan que han enviado a sus criados a delatar a su oponente. Antes de partir, los contrincantes acuerdan que la apuesta continúa vigente.

Análisis

Don Juan es un arquetipo literario. Se caracteriza por su maldad y, sobre todo, por su extremada habilidad para seducir a las mujeres. El primer don Juan, aunque con algunas controversias, está atribuido a Tirso de Molina y procede de su obra El burlador de Sevilla y convidado de piedra (1630). Posteriormente, el personaje fue recreado en numerosos obras.

Todos los donjuanes de la tradición literaria comparten ciertos rasgos. Don Juan siempre es un personaje transgresor. Además, la transgresión siempre sigue este esquema: primero se lleva a cabo con los vivos (mujeres burladas y hombres asesinados), y luego con un muerto, generalmente un hombre de clase alta, asesinado a manos de don Juan y cuya hija ha sido seducida por éste, ha quien el libertino invita a cenar de manera sacrílega.

En toda la tradición literaria, don Juan siempre es un seductor, es hábil en los escarceos amorosos y un coleccionista de mujeres a las que conquista pero no ama. De hecho, el nombre “don Juan”, también escrito “donjuán”, ha pasado a designar a un hombre que seduce a muchas mujeres sin comprometerse con ninguna, por alusión a este personaje. Asimismo, aunque de manera menos popular, la palabra “tenorio” se usa para referirse a un hombre galanteador y pendenciero.

La obra Don Juan Tenorio se sitúa en Sevilla, aproximadamente en el año 1545. La primera parte transcurre en una sola noche, durante el tiempo de carnaval. La acción comienza poco antes de las ocho de la noche (en la escena XI se oyen las campanadas que indican ese horario). Como podemos observar, desde el comienzo del drama se presenta al protagonista, don Juan, como un hombre malvado y transgresor. Él representa una fuerza del desorden social. Así lo vemos cuando Centellas afirma:

Don Juan Tenorio, se sabe
que es la más mala cabeza
del orbe, y no hubo hombre alguno
que aventajarle pudiera
con solo su inclinación...

(vv. 287-291)

Además, don Juan es arrogante y está orgulloso de su poder destructor, por eso se jacta de su maldad, como muestran estos versos:

Por dondequiera que fui,
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé,
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo a los claustros escalé
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.

(vv. 501-510)

Estos mismos versos se repiten al final de la obra con algunas modificaciones significativas, como veremos más adelante. Por otra parte, en ellos se evidencia otra de las características principales del personaje: su capacidad de engañar a las mujeres. A propósito de esto, cuando don Luis le pregunta cuántos días dedica a cada conquista amorosa, don Juan afirma:

Uno para enamorarlas,
otro para conseguirlas,
otro para abandonarlas,
dos para sustituirlas,
y una hora para olvidarlas.

(vv. 681-690)

El drama comienza con la apuesta que hicieron él y don Luis Mejía sobre “quien haría en un año, / con más fortuna, más daño” (vv. 80-81). En ella se disputan quién de los dos ha engañado a más mujeres y ha matado a más personas. Ambos personajes son enormemente malvados, aunque don Juan supera a don Luis en cantidad de víctimas.

Entre estos personajes se traza un paralelismo, que comienza en el Acto I y se extiende hasta el acto siguiente. En el Acto I, los dos personajes entran a escena con antifaces, se sientan frente a frente en la mesa y relatan sus fechorías. Sus relatos son tan parecidos que don Juan afirma: “La historia es tan semejante / que está en el fiel la balanza” (vv, 631-632). También es interesante notar que don Luis repite casi con exactitud cinco versos del relato de don Juan (vv. 611-615). Además, ambos hacen trampa para conseguir ganar la segunda apuesta, enviando a sus respectivos criados a delatar a su oponente. Al final del acto, ambos son apresados.

Por otra parte, el personaje de don Luis también continúa la tradición literaria de las obras donjuanescas. El marqués de la Mota en el El burlador de Sevilla y convidado de piedra, y don Luis Fresneda, en No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague, y convidado de piedra (1744), de Antonio de Zamora, son personajes análogos.

En general, esta obra se construye sobre una estructura dual. En este acto observamos que hay dos burladores, dos padres que observan enmascarados la contienda y dos amigos que apuestan por sendos contrincantes (Centellas y Avellaneda). Más adelante veremos también que hay dos alcahuetas, dos mujeres seducidas por don Juan y dos hombres que quieren vengarse de él.

Otro aspecto importante de la primera parte de la obra, es que está situada en los días de carnaval, que es un tiempo de transgresión del orden social. En la primera acotación se presenta al protagonista utilizando un antifaz y se describen otros elementos de la atmósfera carnavalesca: “Al levantarse el telón, se ven pasar por la puerta del fondo Máscaras, Estudiantes y Pueblo con hachones, músicas, etc.” (p. 73). Más tarde aparecen otros personajes enmascarados, como Don Gonzalo, el padre de Doña Inés, y Don Diego Tenorio, padre de Don Juan.

El carnaval se celebra prácticamente desde los orígenes del cristianismo, sustituyendo a la fiesta pagana de las Saturnales romanas. Antiguamente, durante esos días algunas leyes perdían vigencia y se suspendían las diferencias sociales. Con el cristianismo el festejo se traslada a cuarenta días antes de Semana Santa y adquiere un sentido religioso nuevo: es un periodo de excesos que antecede a la cuaresma, un tiempo de purificación y reflexión en el que los cristianos se preparan para la Pascua.

El carnaval puede verse como una especie de liberación transitoria, donde se trastocan las relaciones jerárquicas, los privilegios y las reglas. En esta fiesta, reina la igualdad y se permite un trato más familiar entre las personas que normalmente están separadas por barreras sociales.

En esta obra vemos que don Gonzalo y don Diego, dos caballeros, ocultan su identidad con antifaces, porque se encuentran en un lugar en el que normalmente no entrarían. Don Diego dice: “iQue un hombre de mi linaje/ descienda a tan ruin mansión!” (vv. 243-244). Por su parte, Buttarelli le aconseja con estas palabras a don Gonzalo llevar una máscara para que las personas no lo reconozcan:

Las fiestas del carnaval,
al hombre más principal
permiten, sin deshonor
de su linaje, servirse
de un antifaz, y bajo él
¿quién sabe, hasta descubrirse,
de qué carne es el pastel? (vv. 164-170)

El ocultamiento de la identidad de estos personajes permite que en este acto se produzcan dos ironías dramáticas. Don Juan insulta y amenaza a don Gonzalo, sin saber a quién se dirige. Del mismo modo, otra ironía dramática tiene lugar cuando don Diego reprueba la conducta de su hijo, y este se dirige a él de manera desafiante, y sin saber quién es, le arranca el antifaz. La actitud de poner violentamente la mano en la cara de un noble era, además, considerada una infamia, por lo que la conducta de don Juan es más grave de lo que él podía suponer.

También es interesante notar, como señala Alcolea, que la atmósfera carnavalesca de la primera parte de la obra coincide con el espíritu transgresor que posee el protagonista (1999, p. 112). Como veremos más adelante, en la segunda parte, la atmósfera se torna lúgubre y atemorizante, en sintonía con la angustia y el temor que experimenta don Juan.

Finalmente, dos de los personajes que encontramos en este acto están inspirados en personas reales. Buttarelli era un hostelero que había hospedado a Zorrilla, y Ciutti, un criado italiano que había tenido en el café del Turco de Sevilla. Por otra parte, Ciutti representa la figura del gracioso de la comedia clásica. Este personaje tiene sus antecedentes literarios en Catalinón, de Tirso de Molina, y Camacho, de Zamora. En la tradición literaria donjuanesca, el protagonista siempre forma una pareja con el servidor que lo acompaña.