Alicia en el País de las Maravillas

Alicia en el País de las Maravillas Resumen y Análisis de Capítulo 12: La declaración de Alicia

Alicia, que había olvidado lo mucho que había crecido, se pone de pie con tal precipitación que golpea el estrado de los jurados. Alicia se disculpa, acomoda el estrado y comienza a colocar a los miembros del jurado de nuevo en su lugar. El Rey se niega a continuar hasta que todos los jurados estén ubicados correctamente en sus lugares, por lo que Alicia da vuelta a uno de los jurados (es otra vez el pobre Bill la Lagartija) y lo pone cabeza arriba, aunque para ella los jurados no sirven de gran cosa y el juicio no cambia porque los animales estén de cabeza o de pié.


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Y el juicio continuó. El Rey le pregunta a Alicia qué sabe sobre este asunto. Alicia dice que no sabe nada y el Rey aconseja a los jurados que tomen nota de esta trascendente declaración. El Conejo Blanco corrige al Rey y le dice al jurado que lo que quiso decir el Rey era intrascendente. El Rey pronuncia para sí las palabras trascendente, intrascendente como si no pudiera encontrar la diferencia. Luego lee un artículo de un libro que sostiene en sus manos; se trata del artículo 42 que dice que todas las personas que midan más de un kilómetro deben abandonar la corte.


Alicia se niega a irse, afirmando que no mide un kilómetro y también dice que el Rey inventó esa regla para hacerla ir. El Rey dice que el artículo del limite de altura de un kilómetro es la regla más antigua en el libro, pero Alicia le dice que en tal caso debería ser el artículo número uno. Esto es demasiado para el Rey y le pide al jurado que considere su veredicto.


El Conejo una vez más le recuerda al Rey que todavía hay evidencia esperando para ser presentada, entre ellas una carta que está justo delante de él. El Conejo concluye que la Sota escribió la carta a alguien, pero la carta no va dirigida a nadie y en realidad se trata de un poema. Lo más extraño es que el poema no parece haber sido escrito de puño y letra de la Sota. La Sota aprovecha el momento para negar que el fue quien escribió el poema e indica que no hay ninguna firma en el poema. El Rey decide que sólo un hombre deshonesto no firma con su nombre y que eso prueba la culpabilidad de la Sota. Alicia protesta diciendo que no es prueba de nada y que nadie sabe sobre qué trata el poema.


El Conejo, en su función de heraldo, es llamado para que lea el poema. No sabe por dónde empezar por lo que le pide consejo al Rey, que le dice, “Empieza por el principio ... y sigue hasta llegar al final; allí te paras”. Capítulo 12, página 81. El conejo lee el poema y el Rey decide que esa es la prueba más importante.


A esta altura, Alicia creció tanto que ya no teme a nadie en la corte, por lo que interrumpe al rey y desafía a la corte a que expliquen el significado del poema. Alicia misma cree que “estos versos no tienen pie ni cabeza”, Capítulo 12, página 82.


El Rey ve una conexión entre el poema y la Sota: hay una línea en el poema acerca de no ser capaz de nadar, y la Sota, que estaba hecha de cartón, por supuesto que no podía nadar. El Rey continúa afirmando que esta interpretación del poema lo incrimina. Se pregunta acerca de una línea en la que una mujer tiene ataques. Asegura que la Reina nunca tuvo ataques y dice que esas palabras no se ajustan a ella. Su majestad se molesta cuando tiene que explicarle a la corte que ha hecho un ingenioso juego de palabras. Una vez más, el Rey pide que den el veredicto.


La Reina protesta contra este procedimiento judicial diciendo “Primero la sentencia... El veredicto después”, Capítulo 12, página 83. Indignada con esto, Alicia le dice a la Reina que es una idiotez pedir la sentencia primero. La Reina le dice que se calle la boca, pero Alicia se niega. Esto, por supuesto, hace que la Reina ordene que le corten la cabeza. Pero Alicia no está asustada y le dice a su majestad y a la corte “¡No sois todos más que una baraja de cartas!”, Capítulo 12, página 83.


Esto hace que la baraja de cartas vuele por los aires y caiga encima de ella. Alicia grita e intenta sacárselas de encima cuando se da cuenta que ha estado durmiendo con su cabeza apoyada sobre la falda de su hermana. Cuando se despierta por completo, Alicia le cuenta todas las aventuras de su sueño a su hermana. Su hermana la envía a casa antes de que sea muy tarde, pero ella se queda en la orilla y piensa en todas las maravillosas aventuras de Alicia. La hermana de Alicia comienza a soñar con Alicia y con las criaturas de su sueño. Le parece escuchar al Conejo Blanco que pasa apurado y al Ratón que chapotea; cree haber oído el tintineo de tazas en aquella merienda de locos, las sentencias de muerte de la Reina, los estornudos del cerdito, los graznidos del Grifo y mucho más. La hermana de Alicia cree estar en el País de las Maravillas, pero sabe que los sonidos que escucha en realidad son de cencerros, de un pastor, y de una granja vecina. Finalmente se imagina a Alicia de mujer pero con el corazón de una niña y contándole a sus propios hijos cuentos extraños y maravillosos como este mismo, el de sus aventuras en el País de las Maravillas.