Siddhartha

Siddhartha Símbolos, Alegoría y Motivos

El higo (Símbolo)

El higo aparece frecuentemente en la literatura como un símbolo de la sexualidad. Por su forma, esta fruta evoca al órgano sexual femenino. En esta novela aparece asociado a Kamala. Por ejemplo, en la presentación del personaje, se describe su boca como "una boca de color rojo encendido semejante a un higo recién abierto" (p.78). El símbolo sirve para dar cuenta de la voluptuosidad y sensualidad del personaje y, además, puede leerse como un anticipo de la función que ella desempeñará: instruir a Siddhartha en las artes amatorias.

El sueño y la realidad del pájaro de Kamala (Alegoría)

Kamala posee un pájaro cantor enjaulado. Siddhartha sueña que encuentra al pájaro muerto, que lo arroja a la calle y siente como si "hubiera arrojado también fuera de sí cuánto le resultaba más querido y valioso en esta vida" (p.117). El narrador utiliza esta alegoría para representar la muerte espiritual de Siddhartha, a la que lo condujo ignorar su voz interior. En efecto, más tarde, cuando Siddhartha reconoce que ya no puede continuar con la vida que lleva, el narrador relata que “Un estremecimiento sacudió su cuerpo: algo en su interior, sintió de pronto, había muerto” (p. 120). Sin embargo, el pájaro de Kamala en realidad está vivo y ella lo libera cuando Siddhartha abandona la ciudad. El hecho de que el pájaro esté vivo hace previsible el renacimiento espiritual de Siddhartha. Además, su liberación simboliza y presagia la liberación del propio Siddhartha en el momento de la iluminación.

El Om (Motivo)

El Om es un sonido sagrado en las religiones indias. Siddhartha pronuncia recurrentemente este sonido en la obra. Este remite a sus orígenes y costumbres indias. Incluso Siddhartha recurre a este sonido en los períodos en los que lleva una vida alejada de las prácticas religiosas. Esto lo ayuda a sobrevivir y, finalmente, a alcanzar la liberación. Recuerda este sonido cuando está a punto de quitarse la vida, "Y en el preciso instante en que la sílaba Om rozó el oído de Siddhartha, su espíritu adormecido despertó y reconoció la locura que estaba a punto de cometer" (p.126). También cuando está abatido por la huida de su hijo recurre a este sonido. Al final, cuando alcanza el nirvana escuchando las voces del río, el narrador dice: "entonces la gran canción de las mil voces se reducía a una palabra, a una sola, y esta palabra era: Om, la Perfección" (p.190).

El río (Símbolo)

El río simboliza el tiempo y la vida. Siddhartha observa que "el río está a la vez en todas partes, en su origen y en su desembocadura" (p.151). Por eso puede ver en el río la simultaneidad del tiempo: para el río "no existe más que presente, sin la menor sombra de pasado o de futuro" (ídem.). Esto es lo mismo que ocurre con su percepción del tiempo luego de experimentar el nirvana. Así lo observamos en el capítulo final, cuando le explica a su amigo que "El tiempo no es real" (p.199), y que el mundo es "ya perfecto en cada instante" (p.199).

También en el río Siddhartha puede escuchar miles de voces simultáneamente. Esto simboliza la multiplicidad de la vida que se funde en la unidad.

Por último, el río también simboliza el camino para llegar a la iluminación. En cada orilla están los polos opuestos de la vida de Siddhartha: el ensimismamiento y la búsqueda de los placeres sensoriales. Siddhartha cruza el río la primera vez para ir a la ciudad, y entonces se aleja de la vida ascética y va a experimentar el mundo de los placeres mundanos. En su retorno, cuando Siddhartha elige quedarse junto al río, logra el equilibrio necesario y, finalmente, alcanza la iluminación escuchando sus sonidos.

La sonrisa (Símbolo)

La sonrisa simboliza, en esta novela, la paz y la perfección espiritual. Solo los personajes que alcanzan la iluminación poseen esa expresión en su rostro. Por ejemplo, se describe el rostro de Gotama "animado por una leve sonrisa interior" (p.44). Cuando Siddhartha vive con Vasudeva, y a medida que evoluciona en su camino hacia la iluminación, su sonrisa empieza a parecerse cada vez a la del barquero, "volviéndose casi tan radiante, casi tan inundada de alegría" (p.153) como la de él. Cuando el protagonista alcanza el nirvana, las sonrisas de ambos ancianos son semejantes: "Con un suave brillo refulgía la sonrisa de Vasudeva (...). Clara era la luz de su sonrisa cuando miró a su amigo, y la misma sonrisa brilló también ahora con la luz clara sobre el rostro de Siddhartha" (p.191). Por último, al final de la novela, Govinda observa en el rostro de Siddhartha la sonrisa que tanto ha admirado en Gotama: "perenne, tranquila, fina, impenetrable, quizá bondadosa, burlona acaso, sabia, múltiple (...)" (p.210), y el narrador añade: "así sonríen los seres perfectos" (Ídem.).