Persépolis (Tomos 3-4)

Persépolis (Tomos 3-4) Resumen y Análisis Tomo 3, Capítulos La sopa - La legumbre

Resumen

La sopa

El Tomo 3 está dedicado por la autora a sus padres con las siguientes palabras: “A mis padres, que han tenido la inteligencia y el coraje de mantener su promesa de no preguntarme jamás por este periodo de mi vida” (Tomo 3, p. 3).

La acción inicial del tercer tomo se sitúa en Viena, en 1984. Marjane tiene quince años. Vive en la casa de Zozo, una iraní que es la mejor amiga de su madre. Allí también vive Chirine, la hija de Zozo, a quien Marjane conoce de su infancia en Irán, y Houshang, el marido de Zozo, que también emigró desde el país oriental.

Vivir en ese hogar, junto a esa familia, es sumamente frustrante para la protagonista, que llegó a Europa con una gran expectativa de estar en el “mundo libre occidental”. Zozo la trata con antipatía. Chirine es absolutamente superficial. Cuando Marjane le habla acerca de la difícil situación que se vive en Irán, Chirine la ignora y le muestra su nuevo pintalabios. Marjane solamente se siente cómoda con Houshang, pero él y su mujer discuten todo el tiempo. Zozo siente que Marjane es una aliada de su marido. Marjane cuenta que en Irán, él era un hombre importante, y Zozo era su secretaria. Houshang en Austria no es nadie, y no es respetado por Zozo, quien lo humilla constantemente por no poder conseguir trabajo. La protagonista, además, no está acostumbrada a vivir en un hogar en donde hay discusiones constantes ya que sus padres casi nunca discutían.

Finalmente, Zozo echa a Marjane de su casa con la excusa de que el apartamento es demasiado chico y la envía a una residencia que es administrada por monjas.

Apenas ingresa en su nuevo hogar, Marjane conoce las severas reglas de las monjas. Sin embargo, es la primera vez que debe hacerse cargo de comprarse su propia comida y cocinarse. Esto la hace sentir que tiene “una auténtica vida de adulta independiente” (Tomo 3, p. 8). Se fascina con la cantidad de productos que tiene el supermercado en Viena, aunque admite que su presupuesto solo le alcanza para comprar pastas. Adelanta, además, que esa situación se mantendría durante cuatro años.

La protagonista conoce a Lucía, su compañera de cuarto. Se enfrenta al problema del idioma debido a ella no habla alemán y Lucía no habla francés. Marjane le regala unos pistachos iraníes, y Lucía le hace una sopa que a la protagonista no le gusta (y que le da título al capítulo). Pese a sus diferencias, logran forjar una amistad.

El tirol

Marjane comienza a ir a la escuela. Al principio tiene dificultades para hacerse amigos, ya que el trimestre estaba comenzado cuando ella empieza a asistir. Sin embargo, gracias a sus notas excelentes en matemáticas y sus retratos graciosos de los docentes, logra integrarse. Se hace amiga de Julie, una compañera de clase más grande (tiene dieciocho años), que se interesa por Marjane porque ella vivió una guerra y no es una malcriada como el resto de los compañeros.

Julie le presenta a Momo. Un chico punk que tiene la particularidad de saludar a todos con un beso en la boca. Es el primer hombre que besa a Marjane. Momo le presenta a Thierry y Olivier, dos huérfanos suizos que viven en Austria con un tío diplomático. Su grupo de amigos queda conformado por “Una iluminada, dos huérfanos, y una tercermundista” (Tomo 3, p. 16).

Al llegar las vacaciones de Navidad, todos los amigos de Marjane tienen planes de viaje. Ella, por supuesto, no los tiene. Sin embargo, Lucía la salva de su soledad invitándola a pasar Navidad con sus padres en la zona tirolesa de Austria.

Los padres de Lucía, tiroleses ellos, le resultan rarísimos a la protagonista. Sin embargo, son muy simpáticos con ella. Según Marjane, esta simpatía es en parte porque “La familia de Lucía no había visto nunca a un iraní” (Tomo 3, p. 21). Tras este viaje, Marjane siente que Lucía se convirtió en su hermana y que tiene unos nuevos padres.

Las pastas

Este capítulo comienza con una conversación acerca de Bakunin. Marjane no sabe quién es, y sus amigos se alarman. Además, en esa misma reunión, Marjane se entera de que tras las vacaciones de Navidad, hay más vacaciones. En Irán nada más hay dos semanas de vacaciones durante todo el año. Momo le explica que “Gracias a la izquierda en Europa hay vacaciones. No nos obligan a estar siempre trabajando” (Tomo 3, p. 22), aunque luego añade que si hubieran ganado los anarquistas, el hombre no trabajaría en ningún momento del año.

Marjane toma una decisión: pasará el tiempo de vacaciones instruyéndose. Lee a Bakunin, la historia de la comuna de París, a Sartre, y El segundo sexo de Simone de Beauvoir, la autora favorita de su madre, que le habla sobre ella desde que Marjane es niña.

En una de esas noches, Marjane se hace una gran cantidad de pasta y baja con la olla a comer frente a la televisión, junto a las monjas. Una de estas la reprende por comer de la olla, le dice “Es verdad lo que dicen de los iraníes. No tienen ninguna educación” (Tomo 3, p. 26). Marjane le responde que es verdad lo que dicen de las monjas, que antes de hacerse monjas eran prostitutas. A raíz de esto la echan de la residencia, y Marjane se va a vivir a la casa de la madre de Julie.

La píldora

Marjane comienza a convivir con Julie. Ella, que es mucho más grande, le cuenta que ya tiene muchas experiencias sexuales, y que decidió tomar la píldora anticonceptiva para no tener que usar preservativo. Todo esto sorprende muchísimo a Marjane.

Por otro lado, Julie es muy independiente. A Marjane le parece incorrecto, incluso, el hecho de que Julie no le diga a Arnelle, su madre, a dónde va ni cuándo vuelve. Afirma: “En mi cultura, los padres eran sagrados” (Tomo 3, p. 29).

Marjane tiene una buena relación con Arnelle. Le parece dulce, discreta, y además es muy culta. Sabe mucho sobre Lacan y es la primera persona austríaca con la que trata que conoce la cultura iraní.

Arnelle tiene un viaje de trabajo por seis días. Julie, apenas su madre se va de su casa, organiza una fiesta. Marjane, por primera vez, se maquilla. Esa noche, la protagonista descubre la libertad sexual que tienen los jóvenes en Europa, aunque esa noche ella no tiene ningún tipo de relación.

La legumbre

Marjane cumple dieciséis años. Su cuerpo se transforma. Su rostro adquiere rasgos de mujer. Crece varios centímetros. Se desarrolla su busto y sus nalgas. Marjane se siente incómoda con su “nuevo cuerpo”. Para sentirse a gusto, se hace un corte de pelo punk que, según todos sus amigos, le queda muy bien.

Su nuevo look, le vale fama como peluquera. Comienza a cortarle el pelo a sus amigos por algo de dinero, pero también a los vigilantes de la escuela. Esto es criticado por sus amigos, que consideran que es amiga de las autoridades, y que las autoridades del colegio, aunque sean amables, tienen el mismo perfil psicológico que los policías. Sin embargo, la amistad, aunque se resquebraja, aún no se rompe.

Junto a sus amigos, Marjane comienza a fumar marihuana. Sin embargo, le da culpa ya que el consumo de sustancias prohibidas le hace recordar a una conversación de sus padres en la que estos hablaban sobre un primo de Marjane que, por pincharse tanto, quedó parecido a una legumbre. Marjane no quiere que le pase eso, así que no traga el humo cuando fuma y después finge estar bajo los efectos de la marihuana.

Cuanto más esfuerzo hace Marjane por integrarse a su grupo de amigos, se siente más lejos de su cultura. Siente también que traiciona a sus padres. La culpa que acarrea dificulta su comunicación con ellos. Marjane tampoco soporta ver noticias sobre lo que sucede en Irán y la guerra contra Irak.

La protagonista quiere dejar su pasado atrás. En una fiesta, incluso, llega a negar su nacionalidad. Sin embargo, a los pocos días escucha una conversación de sus amigos, que se burlan de ella. La acusan de impostora y se ríen de su fealdad. Marjane entonces reacciona, les grita: “¡Si no cerráis la boca, os la cierro yo! ¡Soy iraní y estoy orgullosa de serlo!” (Tomo 3, p. 46). Pese a sentirse muy triste por la ruptura con sus amigos, vuelve a sentirse bien consigo misma después de mucho tiempo.

Análisis

El tercer tomo de Persépolis retrata la vida de Marjane Satrapi en Viena entre 1984 y 1988, desde sus quince hasta sus diecinueve años. En ese sentido, vale la pena mencionar que Persépolis es una novela gráfica autobiográfica. Así como en los primeros dos tomos la autora narra su vida durante la infancia y la de su entorno familiar en íntima relación con los convulsionados hechos políticos de su país; en el tercero y cuarto tomos, Satrapi narra las dificultades que tuvo que atravesar durante su adolescencia en Europa y su adultez al regresar a Irán, en profunda relación con las coyunturas políticas y culturales de ambos lugares.

Además, en este tercer tomo hay un elemento que remarca el carácter autobiográfico de la obra: la dedicatoria a sus padres, en donde les agradece que nunca le hayan preguntado por esta etapa de su vida en la que vivió en Europa. Esa falta de cuestionamiento de sus padres aparecerá después tanto en el tercero como en el cuarto tomo.

Persépolis puede considerarse una “bildungsroman” o novela de aprendizaje. Este género literario se caracteriza, en principio, por narrar el paso de la niñez a la adultez de su protagonista. Aunque esto sucede en los primeros dos tomos de la novela, el tercer y cuarto tomo también pueden ser considerados dentro del mismo género. El único punto en el que estos últimos tomos no se adaptan a las características típicas de la novela de aprendizaje es el de la edad de la protagonista quien aquí ya es una adolescente y no una niña.

Otra de las características clásicas de la novela de aprendizaje es la aparición de algún tipo de eventualidad o acontecimiento histórico que atraviesa el crecimiento del protagonista. En Persépolis, la Revolución iraní (y la consecuente conformación del régimen islamita) y la guerra entre Irán e Irak son, claramente, esos acontecimientos, pese a que durante la estadía de Marjane en Europa, estos aparecen de fondo. En el cuarto tomo, que narra el regreso de Marjane a Irán, el régimen islámico vuelve a ser protagonista, mientras que la guerra contra Irak ya ha finalizado.

El título de la obra alude a la antigua capital de Persia. Persépolis se destacó por su riqueza y su importancia cultural en el periodo que va desde el siglo V a.c. hasta el siglo III a.c., cuando Alejandro Magno ocupó y saqueó la ciudad. Actualmente, Persépolis se destaca por tener un cementerio en el que yacen muchos reyes. En definitiva, el título hace referencia a la tensión entre el pasado glorioso del Imperio Persa y la decadencia del presente de Irán.

La misma autora afirma que, entre sus intenciones, estaba la de construir una obra que permitiera que los lectores occidentales conocieran con mayor profundidad la realidad de su país, y destruir así el prototipo acerca de que Irán es un lugar en donde solamente viven árabes fundamentalistas. Pretendía lograr que sus lectores fueran conscientes de la compleja tensión que se vive en el país entre el islamismo y sus adeptos, y aquella gran parte de la población que no es fundamentalista, que tiene una importante formación cultural y que se encuentra en tensión constante con las imposiciones del islamismo.

Ahora bien, la acción del tercer capítulo nos sitúa enteramente en Europa. Marjane, una chica iraní no religiosa, llega a Viena con una formación cultural tanto oriental como occidental. Por supuesto, en Viena es una extranjera de oriente, pero sabe hablar francés y ha crecido consumiendo productos de occidente (música, libros, ropa). Por lo tanto, en su llegada hay una enorme expectativa por entrar a un mundo que, en algún punto, ya conoce, y que además no está regido por la opresión islamita. Marjane llega a “el mundo libre”.

En estos primeros capítulos, el lector es testigo de la combinación entre fascinación y desilusión que vive la protagonista durante su primer año de vida en Europa, entre sus quince y sus dieciséis años.

Su libertad en “el mundo libre” es, precisamente, uno de los temas fundamentales que reflejan esa sensación ambivalente de la protagonista. Apenas llega, Marjane va a vivir a la casa de Zozo, la amiga iraní de su madre, y su familia. La sensación de la protagonista durante los diez días en los que vive allí es de profundo encierro. Es cierto que Marjane está en un país que no está gobernado por un régimen fundamentalista, pero también es cierto que Marjane, durante esos días, vive en una casa que no es la suya, con un clima de hostilidad familiar al que no está acostumbrada (Zozo y Houshang, su marido, discuten todo el tiempo, mientras que sus padres nunca discutían).

Inmediatamente, Marjane comprende que vivir en “el mundo libre” no significa necesariamente sentirse más libre. La esfera política puede ser menos opresiva y, así y todo, percibir cierta opresión en la esfera privada. Además, en estos primeros días, Marjane no tiene amigos ya que aún no comenzaron las clases. Su vida se restringe a pasar el tiempo en la casa de Zozo y lo cierto es que dentro de la casa de sus padres era mucho más libre que aquí, aunque esté en Viena y no en Teherán.

Paradójicamente, Marjane comienza a sentir mayor libertad cuando se muda de la casa de Zozo a la residencia de monjas. Por supuesto, las monjas tienen reglas estrictas que se corresponden a las exigencias de la religión católica. Pero estas reglas, en comparación con las del régimen islámico, son una nimiedad para la protagonista. En la residencia de monjas, Marjane por primera vez se siente independiente, libre. Debe, por ejemplo, comprar y hacerse su propia comida, como lo hacen las personas adultas. Marjane se fascina al ir al supermercado y encontrarse con la enorme cantidad de productos que hay allí, en comparación a los que había en las tiendas iraníes. Siente la fascinación de comprar por primera vez con su propio dinero. Sin embargo, este es escaso y, pese a que Marjane compra algunos productos que la fascinan, debe contentarse con comprar pasta para comer. Es decir, esa fascinación por ser libre, independiente y autónoma queda opacada por su escaso presupuesto (durante cuatro años le alcanzará solamente para comprar pastas).

Con el paso de los meses, Marjane comprenderá que los problemas de la independencia van incluso más allá del dinero. Por ejemplo, cuando llega la Navidad y las vacaciones, todos sus amigos de la escuela se van de viaje con sus familias, y Marjane no tiene a dónde ir. Es tan independiente que está sola. Sus seres queridos están demasiado lejos como para ir a pasar un tiempo con ellos. Es Lucía (su compañera de cuarto en la residencia de monjas) quien la rescata de su soledad y la lleva de viaje a la zona tirolesa de Austria donde está la familia de ella. Junto a ellos, la protagonista pasa bellos momentos. Viajar y conocer personas de una cultura tan diferente (como la tirolesa) se corresponde con su ideal de independencia y libertad. Sin embargo esa felicidad es nuevamente opacada. Esta vez, por la sensación de soledad y la necesidad de afecto de la protagonista. Esto se ve claramente cuando, al finalizar el viaje, afirma que “Tenía unos nuevos padres… Lucía era mi hermana” (Tomo 3, p. 21). En realidad esa breve relación no se condice con sentimientos tan importantes, sino que es la extrema necesidad de afecto la que empuja a Marjane a sentir eso en ese momento. Incluso, la relación con Lucía se desvanecerá pronto, sin importancia, y nunca más volverá a ver sus “nuevos padres” (tiempo después, además, se enterará que la mayoría de los tiroleses tienen una ideología de extrema derecha y sentirá aversión por ellos).

La independencia aparece también como un problema cuando Marjane es echada de la residencia de monjas tras una discusión. Desde niña, como se ve claramente en los primeros dos tomos, Marjane se rebela contra la autoridad cada vez que puede. Sin embargo, en Irán, tras cada acto de rebeldía y las consecuentes reprimendas, sus padres estaban allí para defenderla y protegerla. Aquí, en cambio, las monjas la echan, y Marjane no tiene donde vivir. Nuevamente será una amiga quien la salve. En este caso, Julie, quien la lleva a vivir con ella y su madre.

La amistad, precisamente, es un tema fundamental en estos primeros capítulos. Al principio, Marjane tiene algunos problemas para adaptarse. No habla alemán, lo que dificulta la comunicación con aquellos que no hablan francés, y además cuando entra al colegio (semanas después del comienzo de clases), los grupos ya están formados. Pese a estas dificultades, rápidamente, logra integrarse. Primero adquiere cierta fama gracias a sus conocimientos matemáticos y sus retratos de los profesores. Luego, gracias a su condición de tercermundista, que vivió en un país opresivo y en guerra, es adoptada por Julie y su grupo “marginal de amigos” (como lo llama la misma Marjane) conformado por dos huérfanos (Thierry y Olivier), un punk existencialista (Momo), una chica más grande con intereses sociales (Julie, que tiene dieciocho años), y una tercermundista (Marjane).

Esta amistad primero fascinará a la protagonista y luego también la desilusionará brutalmente. El eurocentrismo es fundamental en relación a este punto. Se denomina eurocentrismo a la visión que parte desde la premisa de que lo correcto o, al menos, lo normal es lo europeo. Marjane es elegida por sus amigos europeos porque ella es distinta: es de un país tercermundista y, además, vivió una guerra. Marjane, en definitiva, sufre discriminación positiva. No es parte de un grupo de amigos por un sentimiento verdadero o por reales afinidades, sino porque desde la mirada eurocentrista de ellos es exótica, llamativa, marginal.

Hay varias escenas en donde sus amigos le explican a Marjane distintas cuestiones de la cultura europea como si esta fuera superior a la cultura iraní y ella, por ende, fuera una ignorante. La indignación del grupo de amigos cuando advierten que Marjane no leyó a Bakunin es el ejemplo más claro. Marjane, como se ve en los dos primeros tomos, tiene una gran formación cultural, solo que hay ciertos autores preponderantes en la cultura europea que ella aún no conoce. Sin embargo, sus amigos no consideran que su falta de saber en relación a dichas cuestiones se deba a la diferencia cultural, sino que se sienten más cultos que ella y se lo demuestran todo el tiempo. En este sentido, una escena clave es la que aparece en la página 40 del tercer tomo: su grupo de amigos considera que Marjane es una traidora porque le corta el pelo a los vigilantes de la escuela. La acusan de ser una “lameculos”, y Momo, en este contexto, le da el siguiente discurso: “La vida es sufrimiento. Todo es la nada, por lo tanto, la vida es nada. Cuando un hombre toma conciencia de este vacío, solo puede vivir como los gusanos, inventando juegos de dirigentes y dirigidos para olvidar su fragilidad” (Tomo 3, p. 40).

Este discurso es puramente existencialista. El existencialismo es una corriente filosófica europea que tiene a Jean Paul Sartre como su representante más importante. Uno de los puntos que sostiene esta corriente, precisamente, es que la vida en el fondo carece de sentido y que, por eso, las personas tienen disputas de poder, para olvidar el vacío de su existencia. Ahora bien, Marjane en su infancia sufrió el asesinato de su tío a manos del régimen islamita. La lucha de su tío Anoush no era para distraerse del vacío de la existencia, sino para intentar que un pueblo dejara de estar oprimido por un gobierno tirano. Marjane, por supuesto, se indigna ante este discurso de Momo y le pregunta si su tío, entonces, murió simplemente para distraerse. Tanto Momo como los demás se quedan callados. Advierten que Marjane tiene una experiencia de vida que no solo contradice sus conocimientos teóricos culturales, sino que los anula.

Por su parte, Julie también trata de ignorante a Marjane cuando le habla acerca de la sexualidad. Es cierto que Marjane prácticamente no tiene conocimientos acerca de la sexualidad adulta (en Irán, durante su infancia, era un tema tabú) y Julie sí los tiene, pero también es cierto que Julie se muestra superior a ella cuando le cuenta con cuántos hombres estuvo, que toma la píldora para no quedar embarazada, que prefiere no usar preservativo, como si su libertad sexual europea la hiciera más sofisticada que su pobre amiga iraní.

Marjane hace un gran esfuerzo por integrarse a las costumbres de sus amigos, por ser parte de la cultura europea como si realmente ella fuera europea. El eurocentrismo la atrapa. Entonces, la protagonista se hace un nuevo look (punk, a la moda europea); comienza a fumar marihuana; lee al tan mentado Bakunin, a Sartre, y se detiene especialmente en El segundo sexo de Simone de Beauvoir, ya que es la obra preferida de su madre. Esta transformación la hace sentir una farsante. Cada vez está más alejada de su familia y de sus verdaderas raíces. Sin embargo, necesita vivir su vida actual y dejar su pasado atrás. Hasta que, en una fiesta, incluso, llega a negar su nacionalidad. Esto será lo que, finalmente, destroce la amistad con los europeos marginales, ya que los escuchará burlándose de ella por ser una impostora que niega sus orígenes, e incluso por su aspecto físico. Marjane comprenderá, entonces, que en realidad nunca fue verdadera parte de ese grupo, siempre fue una extranjera y que debe aceptar eso e incluso sentirse orgullosa en lugar de intentar hacerse pasar por europea.

En relación con El segundo sexo, es importante destacar que esta obra es un ícono del feminismo y un hito fundamental en la teoría que aborda la problemática de la desigualdad entre los géneros. Sin embargo, Marjane, tras leerlo, hace referencia solamente a un fragmento del libro que “explicaba que si las mujeres hicieran pipí de pie, su concepción de la vida cambiaría” (Tomo 3, p. 24), y muestra cierta indiferencia e incluso sorna respecto a la idea. Una viñeta la muestra a ella orinando de pie y afirmando que intentó hacer pis de este modo, pero que le goteaba la pierna, y eso era algo un poco asqueroso. Esto puede leerse como una incomprensión del personaje que, a esa edad, aún no estaba preparada para entender la complejidad acerca de la desigualdad entre los géneros.

El eurocentrismo también aparece en el capítulo “El tirol”. Marjane es muy bien recibida y tratada en la casa de los padres tiroleses de Lucía. Sin embargo, allí también es integrada como un elemento exótico desde el punto de vista eurocentrista. Hay una cita muy clara en relación a esto. Marjane afirma: “La familia de Lucía no había visto nunca a un iraní. Así que todos los días me invitaba algún tío suyo para conocerme” (Tomo 3, p 21). La quieren conocer simplemente porque es extraña. Como si fuera un animal nuevo en el zoológico. Marjane, así como le sucede con sus amigos, también abraza ese afecto pasando por alto el eurocentrismo que lo sustenta. Su necesidad de amor es muy grande en ese país lejano a su casa. Ahora bien, cuando después termina perdiendo contacto con todas estas relaciones y quedándose absolutamente sola se vuelve evidente que, en realidad, siempre estuvo sola.

Por supuesto, el punto más extremo del eurocentrismo aparece en la discriminación directa que sufre Marjane por ser extranjera, más precisamente, iraní. Esto se ve claramente en el capítulo “Las pastas”, en la discusión que tiene con la monja, quien la acusa de no tener educación como todos los iraníes, y que termina con la expulsión de la residencia de la protagonista.

La fascinación y la desilusión de Marjane también aparecen en relación al modo de vida europeo. Marjane llega a Viena con la idea de que, por vivir en occidente, las personas de allí deben tener una vida mucho más plena que la que viven las personas en Irán. Sin embargo, los primeros diez días en la casa de Zozo y su familia (justamente, un grupo de personas a los que la protagonista conoció viviendo en Irán y ahora se los encuentra viviendo en Europa) se contradicen radicalmente con esta idea previa de Marjane. Zozo y Houshang se la pasan discutiendo. Zozo lo humilla y lo hace sentir culpable por no tener empleo. En Irán, Houshang era director general y Zozo era su secretaria. Ahora ella es peluquera. En Irán vivían en un régimen opresor, pero ambos tenían empleos bien pagos. Él, además, tenía cierta importancia, mientras que en Austria no es nadie. Marjane advierte, inmediatamente, que la vida en Europa puede no estar bajo el yugo opresivo del estado islamita, pero el capitalismo es un sistema complejo que está lejos de garantizar una vida plena, de fácil acceso a lo que cada individuo desea.

Por su parte, Chirine (la hija de Zozo y Houshang, a quien Marjane conocía de la infancia) sorprende a Marjane con su superficialidad y falta de interés por las cosas realmente importantes. Cuando Marjane, recién llegada, le cuenta las novedades sobre los conflictos políticos en Irán, Chirine le muestra su bolígrafo con olor a frambuesa y su nuevo pintalabios rosa brillante. Gracias a ese encuentro con Chirine, Marjane descubre rápidamente que vivir en Europa tampoco genera de por sí un crecimiento a nivel cultural, sino que el consumismo capitalista, incluso, puede embrutecer y alienar a las personas tanto como lo hace un régimen fundamentalista.

Otro punto que le molesta a Marjane en relación a las costumbres europeas es el modo en que los hijos tratan a sus padres. En Irán, los padres son sagrados y eso a la protagonista le parece algo muy valorable. Por eso mismo, no puede comprender el modo en que Julie maltrata a Arnelle, su madre. No le dice a dónde va, se refiere a ella como una “frígida”, la denigra constantemente. Este maltrato molesta a Marjane no solo porque va en contra de sus costumbres, sino porque ella tiene especial afecto por Arnelle. La madre de Julie es dulce con ella, pero sin ser condescendiente. Es culta (sabe muchísimo sobre Lacan), pero no demuestra sus conocimientos solo para dejar en evidencia la ignorancia de Marjane. Además, es la única persona europea que aparece en todo este tercer tomo que conoce verdaderamente la cultura iraní.

En definitiva, Marjane descubre pronto que el mundo libre occidental, en muchísimos aspectos, pese a no estar bajo la opresión de un régimen, carece de virtudes que sí tiene la sociedad iraní, una sociedad que, en teoría, se supone más “atrasada” que la europea.

La única diferencia cultural que Marjane realmente respeta y valora sin contradicciones es la libertad sexual que tienen en Europa, sobre todo, los jóvenes. Justamente durante su primer año de estadía en Viena, a Marjane le cambia el cuerpo, se convierte en el de una mujer, y si no fuera por haber estado viviendo allí en ese momento, no habría tenido sus primeros acercamientos sexuales, ni habría descubierto que el sexo no es un pecado ni un tabú sino que se puede disfrutar con verdadera libertad, como lo descubre en la fiesta de Julie. Pese a haber tenido desencuentros amorosos en los que el sexo fue importante (como se verá en los siguientes capítulos con Enrique y Markus), la libertad sexual es la única cuestión cultural de Europa que fascina a Marjane y que no es arrasada por una gran desilusión. Incluso, en el cuarto tomo, ya en Irán, Marjane sostendrá la importancia que tiene la libertad sexual y por ello se enfrentará al fundamentalismo de muchos y muchas jóvenes iraníes.