Los museos abandonados

Biografía

Primeros años y educación

Peri Rossi nació el 12 de noviembre de 1941, en Montevideo, Uruguay, la primera de dos hijas en una familia de inmigrantes italianos,[10]​ aunque en casa sólo hablaban español.[11]​ Su padre, Ambrosio Peri, un trabajador textil, murió cuando ella era joven, aunque este fallecimiento no parece haber influido en la vida de su hija. Su madre, Julieta Rossi, que era maestra, reconoció muy pronto el talento que su hija poseía para la escritura y fue una inspiración en la carrera de esta.[12]​ Peri Rossi también tenía una estrecha relación con su tío, soltero, comunista y dueño de una amplia biblioteca;[13]​ de hecho, dependía en gran medida de las mismas para la lectura, debido a la situación económica de su familia. En una entrevista revela que solía leer en las bibliotecas, porque no podía comprar los libros en las librerías. Cuando tenía dieciséis años fue a la Biblioteca Nacional, donde leyó El segundo sexo, de Simone de Beauvoir.[11]​

Asistió a una escuela primaria pública y después al liceo público Rodó, donde también completó estudios preuniversitarios entre 1958 y 1960. En este mismo año fue aceptada en el Instituto de Profesores Artigas, una institución terciaria de educación en la que se forman profesores para la enseñanza. Allí se dedicó a la literatura comparada, además de enseñar en el preuniversitario. Ganó la cátedra en 1964 y a continuación dio cursos en varias instituciones durante los siguientes once años, hasta su exilio.

El Instituto de Profesores Artigas, donde Peri Rossi realizó sus estudios en la docencia.

De forma paralela a su carrera en la docencia, se desarrollaba como escritora. Publicó su primera obra en 1963, Viviendo, una recopilación de cuentos. La segunda de este mismo género, Los museos abandonados, se publicó en 1969. La salida de su primera novela, El libro de mis primos, fue en ese mismo año. Tras estas publicaciones empezó a ser reconocida como una de las más importantes escritoras de su generación,[14]​ con galardones tales como el Premio de los Jóvenes de Arca (1968) para Los museos abandonados y el Premio Marcha para El Libro de mis primos (1969). Estas obras, y otras que se publicaron hasta su exilio en 1972, fueron incorporando progresivamente una carga más ideológica, relacionada con la gravedad de la situación política en vísperas del golpe militar.

Mientras tanto, Peri Rossi se adhería a la coalición izquierdista Frente Amplio como miembro independiente. Esta relación junto con su participación en el semanario Marcha, cerrado por los militares en 1974,[15]​ y en el entonces diario comunista El Popular resultaron en amenazas a su vida. A los treinta y un años, su activismo político le incitó a huir a España, donde se ha fijado residencia.[3]​

Exilio

El 4 de octubre de 1972 se exilió en España, donde reside desde entonces. Sin embargo, huyó a París con la ayuda de su amigo Julio Cortázar cuando, en 1974, el Gobierno español colaboró con el de Uruguay para negarse a autorizar de nuevo su pasaporte español; allí permanecería un par de años. Al regresar a España obtuvo la nacionalidad española, en 1975, aunque le concedieron ciudadanía uruguaya otra vez en 1985. En este momento mantiene ambas nacionalidades.[16]​ Con la llegada de la democracia en Uruguay, consideró regresar a su país pero eligió quedarse en España, a pesar de que nunca se sentía cómoda allí. Sin embargo insiste en que una escritora debe sentirse incómoda para escribir bien.[8]​ El exilio influyó no sólo en su escritura, sino también en sus relaciones con otras escritoras. En Barcelona conoció a escritores como Ana María Moix, Montserrat Roig y Esther Tusquets.[8]​

El exilio es una experiencia personal para ella, ya que tuvo que abandonar el país a causa de la situación política. En una entrevista realizada en 2005, dijo que no tenía de qué vivir en Uruguay:[17]​

«Cuando cayó la dictadura, me di cuenta de que había vivido catorce años con nostalgia de Montevideo –una nostalgia horrorosa– y ahora no tenía ganas de tener nostalgia de Barcelona. Para tener nostalgia, sigo teniendo siempre la misma. Además, uno no se exilia porque quiere, se exilia porque tiene que salvar el pellejo, y creo que, dentro de esa insensata geometría que es la vida, un acto involuntario no tiene que ser respondido con un acto voluntario como es volver. Estrictamente no se puede volver porque es un tiempo que ya no existe.» Cristina Peri Rossi

Sin embargo, sufrió mucho por causa de este exilio y varias veces contempló suicidarse.[16]​ Hoy en día la escritora parece haberse acostumbrado a una vida fuera de su patria —ha pasado por Francia, España y Alemania—; sin embargo se considera a sí misma una ciudadana del mundo. Según Peri Rossi, los países con que siente afinidad son aquellos en los que hay justicia y se defienden los derechos humanos y animales. En su opinión esa es la verdadera patria.[11]​


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