La gaviota

La gaviota Resumen y Análisis Acto I (Primera parte)

Resumen

En el jardín de la finca de Sorin, se instala un tinglado improvisado delante del lago: fue levantado para la representación de la obra de Tréplev que tendrá lugar esa misma noche. Medvedenko y Masha entran, conversando. Él, maestro en la escuela local, le pregunta por qué ella siempre viste de negro. Masha responde que está de luto por su vida. Medvedenko le dice que realmente no comprende por qué es infeliz: su padre, Shamrayev (administrador de la finca de Sorin) no es rico, pero tampoco es pobre, y Masha goza de perfecta salud. Él, por el contrario, lleva una vida difícil: vive con su madre, con dos hermanas y hermanos, y solo gana veintitrés rublos al mes. A Masha no le interesa Medvedenko y comenta que la obra que Konstantín escribió -y que protagonizará Nina- está por empezar. Medvedenko habla de la relación entre Konstantín y Nina que, enamorados, esa noche unirán sus almas en una misma obra de arte. Luego compara esa relación con la que él mantiene con Masha: no hay entre ellos puntos de contacto; aunque él la ama y se esfuerza por verla, no encuentra en ella más que indiferencia.

Konstantín entra con su tío, Sorin. A Sorin no le gusta el campo; desearía vivir en la ciudad, pero ahora está jubilado y ya no puede irse de allí. Sorin le ruega luego a Masha que convenza a su padre para que controle a los perros que ladran por la noche y no lo dejan dormir, pero Masha dice que ella no puede hacer nada y se va. Konstantín observa su escenario, rescata la ausencia de escenografía y el hecho de que, apenas se abra el telón, se verán el lago y la luna. Pronto su humor cambia, cuando recuerda que Nina aún no llega: le es difícil huir de su casa, controlada por su padre y su madrastra.

Sorin pregunta por qué Arkádina, madre de Tréplev, está de tan mal humor. El joven responde que es porque está celosa: será Nina quien brille ese día en escena, y no ella. Agrega que su madre es tacaña. Sorin interrumpe a su sobrino, diciéndole que son inventos de él, que su madre lo quiere. Tréplev argumenta que él, con su sola existencia, le recuerda a la mujer que ya no es joven, y por eso ella lo odia. Además, dice, él y su madre tienen diferentes nociones acerca del teatro: mientras ella cree en ese arte como algo sagrado, él persigue las “nuevas formas”. Tréplev dice que quiere a su madre, pero que a veces desearía que no fuera una actriz famosa. Acaba diciendo que los amigos de su madre, actores y escritores, lo hacen sentir insignificante.

Sorin pregunta por Trigorin, célebre novelista y ahora pareja de Arkádina, quien supuestamente vendría con ella a la finca. Tréplev responde con indiferencia que la literatura de Trigorin está bien, pero que, después de leer a Tolstoy o a Zola, no tiene sentido leer las novelas de Trigorin. Sorin lamenta no haber logrado ser ninguna de las dos cosas que quería conseguir en la vida: casarse y ser un literato.

Llega Nina y Tréplev la abraza amorosamente, mientras ella sigue temerosa por el sentimiento de estar llegando tarde. Se besan y mantienen una conversación breve, en la que Tréplev profesa su amor y Nina confiesa estar nerviosa por actuar delante de Trigorin, a quien admira muchísimo. Habla luego sobre los cuentos de Trigorin, que considera maravillosos, y los compara con la obra de Tréplev que, según ella, carece de personajes vivos. Tréplev defiende su obra y dice no haber leído a Trigorin.

Polina, esposa de Shamrayev, conversa con Dorn, el médico local. Claramente atraída por el médico, ella intenta que él confiese que le gusta Arkádina, alegando que todos los hombres están dispuestos a caer de rodillas frente a una actriz. Dorn reconoce que la sociedad trata a los artistas como a seres superiores. Polina le dice que las mujeres siempre se enamoraron de él.

Entra Arkádina del brazo de su hermano y seguida por Trigorin, Shamrayev, Medvedenko y Masha. Shamrayev habla del teatro de su época; dice que ahora ese arte está en decadencia. Arkádina le pregunta a su hijo cuándo empieza la función. Tréplev pide paciencia y su madre responde citando un parlamento de Gertrudis en Hamlet. Tréplev contesta citando otro pasaje de la misma obra, en el que Hamlet le reprocha a su madre la corrupción de su lecho conyugal.


Análisis

Tal como indica la didascalia que abre la pieza, el escenario consiste en el jardín de una finca, con “una amplia avenida que conduce al lago -situado al fondo- interrumpida por un tinglado improvisado como para un espectáculo familiar que oculta enteramente la vista del lago” (p.11). Esta disposición escénica implica dos cuestiones a las que es preciso atender: por un lado, la primera imagen a la que se expone un espectador de La gaviota es la del teatro mismo; por el otro, dicho teatro obstaculiza la vista de un paisaje natural. El primer acto de la obra, entonces, consiste en el teatro reflejando al teatro -el mundo del arte estará muy presente en la pieza-, y el arte entonces aparece como aquello que, inserto en el universo de la naturaleza, obstaculiza su contemplación, por lo que compite contra la misma. De esta manera, se instala en la obra el tema que puede sintetizarse como Arte vs. naturaleza.

Retomando el tinglado, esta primera imagen teatral instala en la obra un microcosmos, el del mundo artístico, y en torno a este escenario ficcional -el tinglado- aparecerán los cuatro personajes más relevantes de la obra, todos estrechamente vinculados con la actividad artística, se trate ya de la escritura literaria -Tréplev, Trigorin- o de la actuación -Nina, Arkádina-: el teatro y la literatura configuran también uno de los temas más relevantes en la obra. Estos mismos cuatro personajes se verán involucrados en entramados de índole amorosa. Esto no resulta accesorio, en tanto el tema del amor, en esta obra, nunca se distancia de la cuestión artística: el enamoramiento se presenta en La gaviota como algo difícilmente distinguible de la admiración que produce el talento, a la vez que el sufrimiento por el amor no correspondido, en varios casos, se confunde con la frustración en términos de realización artística.

Así, a lo largo de los actos, se verá cómo el amor de Nina hacia Tréplev se ve eclipsado por la fascinación -y consecuente enamoramiento- que la muchacha siente por Trigorin; también se verá el dolor que eso causa en Tréplev, cuyos celos por Trigorin ya tenían lugar en la relación del joven con su madre, completamente atraída por el talento y la celebridad de su pareja. El amor aparece ligado al arte desde el principio, como puede observarse, por ejemplo, en el discurso que Medvedenko dirige a su amada Masha: “Sí, va a actuar Nina Saréchnaia y la obra fue escrita por Konstantín Gavrílovich. Están enamorados el uno del otro y esta noche sus almas se fundirán en el anhelo de dar la misma imagen artística” (p.12). Lo que une, para Medvedenko, a Nina y a Tréplev -un compartido amor por el hacer artístico- es lo que se ausenta, en todo sentido, en su propia relación con Masha: “En cuando a mi alma y la suya no hay puntos de contacto. Yo la quiero, de ansiedad no puedo quedarme en casa, todos los días hago a pie seis kilómetros hasta aquí y seis de vuelta, pero encuentro sólo indiferencia de su parte” (p.12).

Paradójicamente, con el transcurrir de la trama, la pareja de Nina y Tréplev se disolverá rápidamente; en cambio, Masha y Medvedenko terminarán casados y con un niño. Sin embargo, Masha nunca logrará sentir hacia él más que indiferencia. Esto último se da porque en la pieza, el amor -así como el arte- se presenta siempre como un asunto problemático: los personajes aman a quienes no les corresponden en sentimiento, y sufren a causa de ello.

En este primer acto puede verse, entonces, cómo Polina, casada con Shamrayev, manifiesta su amor por Dorn, que se ve seducido por otras mujeres, como Arkádina. Medvedenko, por su parte, profesa su amor a Masha, quien lo trata con indiferencia (”Su amor me conmueve, pero no puedo corresponderle, eso es todo”, p.12) y, a su vez, ama a Tréplev. Tréplev no corresponde a su amor y está confesamente enamorado de Nina, quien en su primera aparición en la pieza ya presenta cierta indiferencia hacia él, producto de la excitación que le causa la presencia de Trigorin:

NINA: Sí, muy nerviosa. Su mamá, no importa, no le tengo miedo, pero Trigorin… Tengo miedo, y me da vergüenza representar delante de él… Un escritor tan conocido… ¿Es joven?

TRÉPLEV: Sí.

NINA: ¡Qué cuentos maravillosos tiene!

TRÉPLEV: (Con frialdad) No sé, no los he leído.

NINA: Es difícil representar su obra. No tiene personajes vivos.

TRÉPLEV: ¡Personajes vivos! Hay que representar la vida no como es, ni como debe ser, sino como aparece en nuestros sueños.

NINA: Hay muy poca acción en su obra, es una simple lectura. Y, a mi juicio, es una pieza debe figurar imprescindiblemente el amor.

(p.18)

Tréplev, el protagonista de la pieza, es un joven con aspiraciones de dramaturgo que está profundamente enamorado de Nina, una joven con aspiraciones de actriz. Tal como indicaba Medvedenko, al principio de la trama pareciera que el amor entre los jóvenes promete consolidarse con la representación -escrita por Tréplev y actuada por Nina- que será el primer paso de ambos en la actividad artística. Sin embargo, la prometedora relación comienza a trastabillar poco antes de la esperada representación, a causa de la importancia que Nina concede a la presencia de Trigorin en el público, y los consecuentes celos que eso produce en Tréplev. Desde el principio, por lo tanto, se evidencia cómo los lazos del amor se tejen y destejen con a la par del universo de la actividad artística.

Además, el conflicto amoroso y los celos, en relación con la personalidad artística, no se restringe, en el caso de Tréplev, a su desesperado amor por Nina, sino que también ocupa un lugar relevante en la relación de este con su propia madre. Cuando Sorin le pregunta a su sobrino por qué Arkádina está de mal humor, Tréplev responde: “¿Por qué? Porque se aburre. Porque está celosa. Se ha puesto en contra mía, contra el espectáculo, contra mi obra, porque no es ella la que va a actuar sino Nina Saréchnaia. No conoce mi obra, pero la detesta” (p.14). Si bien se trata en esta instancia de la interpretación de Tréplev, el transcurso de la trama revelará posible, por la personalidad de Arkádina, que estas palabras guarden una estrecha relación con los verdaderos motivos para el malhumor de la actriz.

Poco a poco el personaje de Arkádina, la célebre actriz, se develará en su carácter vanidoso, intolerante, manipulador y poco generoso. Esos atributos explicarán, en parte, la complejidad de la relación que mantiene con su hijo, quien de por sí sufre la falta de cariño materno, así como la falta de aprobación por parte de su madre en términos artísticos. Ambas cuestiones constituyen, desde el comienzo de la pieza, el origen de los celos que Tréplev siente por Trigorin, exitoso escritor a quien Arkádina dirige todo su amor, atención y admiración. Pero, además, los celos de Tréplev hacia Trigorin, apenas avanza la trama, se duplican, en tanto Nina también comienza a dedicar todo su interés al célebre artista.

Se da entonces un paralelismo que no solo complejiza la trama y la situación del protagonista, sino que también ilustra el carácter edípico de la relación que Tréplev mantiene con su madre: el modo en que anhela el amor y la atención de Arkádina, acompañada de los celos que siente por la pareja de esta, se asemejan a los sentimientos típicos de una relación más romántica que de índole familiar. Esta naturaleza romántica de la relación madre-hijo se encuentra simbolizada en un parlamento de Tréplev en el que este, al hablar de su madre, deshoja una margarita: “(arrancando los pétalos de una flor). Me ama, no me ama, me ama, no me ama. (Ríe) ¿Ves? Mi madre no me ama” (p.14).

Es esta misma situación edípica la que se evoca en uno de los momentos hipertextuales de la obra, en el que Arkádina y Tréplev se dirigen el uno al otro citando pasajes de Hamlet, la pieza de Shakespeare:

ARKÁDINA (recita un pasaje de 'Hamlet'): “Oh, Hamlet, no digas más. ¡Me haces volver los ojos alma adentro, y allí distingo tan negras y profundas manchas que nunca podrán borrarse!”

TRÉPLEV (contesta con otro pasaje de 'Hamlet'): “¡Y todo no más que para vivir entre el hediondo sudor de un lecho infecto, encenagado en la corrupción!”

(p.20)

El pasaje citado no solo vuelve a retratar el microcosmos artístico inserto en la obra, sino que también ayuda a construir, por medio de la analogía, la relación entre Arkádina y Tréplev: del mismo modo que Hamlet a Gertrudis, el joven protagonista de La gaviota reclama amor a su madre y manifiesta furiosos celos por el hombre con quien ella comparte la cama. Pero, a diferencia de Hamlet, en la pieza chéjoviana el enfrentamiento entre madre e hijo no encuentra su origen en un crimen (en el drama de Shakespeare, el protagonista acusa a su madre de haberse casado con el hombre que mató a su padre), sino en la frustración que el joven siente por su propia carrera artística en relación a la celebridad de su madre.

Tréplev expresa ante su tío el sentimiento que mantuvo durante toda su crianza, en la que escritores, celebridades, artistas se reunían constantemente en la casa materna: “sólo yo, entre ellos, no soy nada” (p.15), afirma, y luego: “cuando algunas veces, en su salón, todos esos escritores y artistas me prestaban su benévola atención, me parecía que con sus miradas estaban midiendo mi nulidad” (p.15). Esta suerte de competencia de talentos, en la que Tréplev pierde constantemente, condiciona terriblemente la relación que este tiene con su madre: “lamento que mi madre sea una actriz famosa, pienso que si fuera una mujer común yo sería más feliz. Tío, ¿puede haber algo más desesperante y más tonto que esta situación?” (p.15). Y como si la exitosa carrera de actriz de su madre no fuera suficiente, Tréplev debe hacer frente, también, a la celebridad de Trigorin. La opinión que el joven expresa sobre la obra literaria de la pareja de su madre oscila significativamente según la ocasión, y, sobre todo, dependiendo de a quién se dirige: ante Sorin, reconoce que lo que Trigorin escribe es “bonito, talentoso” (p.16), aunque también agrega que “después de Tolstóy y de Zolá no dan ganas de leer a Trigorin” (p.16). Frente a Nina, y la expresa admiración de ella por el célebre autor, Tréplev niega haberlo leído. Estas diferentes expresiones, así como otras que el joven manifestará en relación a este tema en otros momentos de la trama, evidencian la inseguridad que le produce la figura de Trigorin, por quien siente innegable envidia y recelo.

A lo expuesto en los párrafos anteriores -y como una conclusión de lo mismo- deberíamos agregar que el amor y los anhelos artísticos aparecen en esta obra, en la mayoría de los casos, como motivos de frustración. En los parlamentos citados anteriormente, esta conjugación de sentimientos se manifestaba en boca de Tréplev, aunque en ese mismo diálogo es también Sorin, su tío, quien expresa lo que puede leerse como una profunda frustración: “Hubo un tiempo en que deseaba dos cosas con pasión: casarme y ser un literato, pero no resultó ni lo uno ni lo otro” (p.16). El parlamento de Sorin manifiesta una desesperanza que aparece en estrecha relación con una fatalidad: la vejez. Ese “tiempo en que deseaba” se corresponde claramente con la juventud, período en que sería lícito tener ilusiones. Sorin, el personaje de mayor edad en la obra, ya no ve sus propios deseos de plenitud como anhelos a conseguir, sino como metas ya inalterablemente inalcanzadas. En este sentido, la desilusión y las esperanzas frustradas aparecen en su estrecha relación con el avance de la edad.

Y es que en esta pieza, el tema del paso del tiempo y la vejez se evidencia como el verdadero eje de los pesares de varios personajes. Tréplev encontraba en este asunto, justamente, uno de los motivos para el desamor de su madre hacia él: “¡Claro! Quiere vivir, amar, usar blusitas de tonos claros, pero yo tengo 25 años y le recuerdo constantemente que ya no es joven. Cuando yo no estoy tiene 32 solamente, pero cuanto estoy tiene 43 y por eso me odia” (p.14). A diferencia del caso de Sorin, el pesar de Arkádina respecto a su propia edad se da en términos relativos: si bien, en este caso, el postulado es una especulación en la mente de su hijo, no tardaremos en observar a Arkádina dando discursos sobre cómo mantenerse bella a pesar de su edad, o bien comparando su propio aspecto con el de otras mujeres más jóvenes.

Pero en lo que se atiene a esta primera parte de la obra, y volviendo al parlamento de Sorin, lo que se observa en principio es una relación entre el tema de la vejez y otra dualidad que se ofrece como tema en la obra: el de la dicotomía campo-ciudad. La vejez, en tanto ausencia de movimiento, de perspectivas de futuro, tal como veíamos en Sorin, aparece asociada al estancamiento propio del ambiente de campo. Como parte de su queja por las esperanzas frustradas, dice Sorin: “Hay algo en el campo, amigo, que no me sienta bien”. Describe su vida en ese espacio “como una pesadilla” (p.12) y cuenta cuando, de joven, iba al campo de vacaciones: “desde el primer día quería irme. Siempre me he marchado de aquí con sumo gusto… Bueno, ahora soy jubilado, no tengo dónde ir, al fin y al cabo. Quieras o no, hay que vivir…” (p.13). Nuevamente, la edad aparece en términos de fatalidad y de anulación de toda esperanza o deseo sostenido en la juventud, y en esta obra eso se presenta asociado al espacio del campo.

El personaje que más perfectamente representa el espíritu de juventud en la pieza es el de Nina. En este comienzo de la obra, ella aún no sabe si cumplirá o no su sueño de convertirse en actriz, de entregarse a sus anhelos, para lo cual debería renunciar a sus afectos: “Mi padre y mi madrastra no me dejan venir aquí. Dicen que reina la bohemia…, temen que me haga actriz…Y yo me siento atraída por este lago como una gaviota…” (p.17). Es importante que, justamente en este mismo parlamento, se haga mención por vez primera en la obra del principal símbolo que da nombre a la pieza. Mediante un símil, es Nina misma quien expresa la asociación de su personaje a este ave, estableciendo a su vez la imagen de fatal atracción, de impulso incluso involuntario que caracterizará, como veremos en el desenvolvimiento de la trama, el destino del personaje.