El avaro

El avaro Imágenes

Los jóvenes

Como parte de su estrategia de adulación, Frosina intenta convencer a Harpagon de que es mucho mejor partido, a sus sesenta años, que "esos jovenzuelos boquirrubios" (Acto III, Escena 5, p.20) cuya competencia preocupa al hombre. Las palabras de la mujer convencen rápidamente a Harpagon, en quien el egocentrismo es mayor a la noción de realidad, y el hombre se suma rápidamente al discurso de Frosina, alegando no entender qué atractivo pueden tener los jóvenes. Así los describe Harpagon, entonces, por medio de imágenes visuales: "Son cosa de ver, con su traza de palominos, sus tres pelillos de barba erizados como el bigote de su gato, sus pelucas de estopa, sus calzones ahuecados y el vientre poco menos que al aire" (Acto III, Escena 5, p.20).

La belleza de Mariana

Varios parlamentos de la obra aluden a la belleza de Mariana, primordialmente aquellos pertenecientes a Cleanto. Para describir su admiración, el joven repara en algunas ocasiones en imágenes visuales e, incluso, táctiles. Así, habla a Mariana, por ejemplo, sobre "los todopoderosos encantos que el Cielo ha puesto en vuestros ojos y vuestra boca" y "esas caricias conmovedoras" (Acto IV, Escena 1, p.33).

El anillo de Harpagon

Harpagon lleva en uno de sus dedos un costoso anillo. Para hacer estallar los nervios del avaro, Cleanto ofrece a Mariana el anillo de su padre. El joven describe la joya con una contundente imagen visual: "¿Habéis visto jamás, señora, diamante de más fulgor que el que mi padre lleva en el dedo?". La joven aprecia, por su parte, lo asombroso del anillo: "Cierto que brilla mucho", dice, y luego: "Es muy bello sin duda y de muchas luces" (Acto III, Escena 7, p.29).

El deplorable estado de los uniformes en la servidumbre de Harpagon

La avaricia de Harpagon hace que sus sirvientes no puedan, si quiera, cambiar sus uniformes por unos más dignos. Brindavoine describe con imágenes visuales el lamentable estado de su vestimenta: "la pechera de mi jubón tiene una mancha grande de aceite de lámpara", como también lo hace La Merluche: "mi calzón, señor, está agujereado por detrás" (Acto III, Escena 1, p.22).

El supuesto buen aspecto de Harpagon

Frosina recurre a la adulación extrema como método para obtener algún beneficio económico por parte de Harpagon. Así, lo recubre de halagos, describiendo con imágenes visuales el supuesto buen aspecto físico del hombre: "¡qué buena traza tenéis! ¡Se os lee la salud en la cara!", "Nunca he visto semblante tan lozano y saludable" (Acto II, Escena 5, p.18), o bien "Sois encantador y tenéis un talle digno de ser pintado. (...) No cabe cuerpo mejor hecho, más suelto, desenvuelto como es de razón, no tullido por ninguna dolencia"(Acto II, Escena 5, p.21).