Don Segundo Sombra

Don Segundo Sombra Elementos Literarios

Genero

Novela de aprendizaje.

Configuración y Contexto

San Antonio de Areco y zonas rurales del interior de Argentina.

Narrador y Punto de Vista

La novela está narrada en primera persona. El narrador es Fabio Cáceres, aunque su nombre se desconoce hasta el capítulo XXV.

Tono y Estado de Ánimo

El tono general es dramático, pero tiene momentos cómicos.

Protagonista y Antagonista

El protagonista es el narrador. Cumplen la función de antagonista los desafíos a los que él se enfrenta para transformarse en un gaucho.

Conflicto Principal

El protagonista desea adquirir las experiencias que lo lleven a convertirse en un gaucho, asimilando sus conocimientos, en especial los de Don Segundo Sombra, por ser el que más se destaca entre ellos.

Climax

El clímax de esta novela es de índole particular, puesto que no coincide con el momento de mayor tensión en el desarrollo del conflicto. Se produce cuando el narrador se entera de la muerte de su padre, al tiempo que descubre su propia identidad, y debe abandonar su vida de resero para regresar a la estancia de Galván.

Presagio

Don Sixto Gaitán presagia en sueños la muerte de su hijo, cuando pelea dormido contra el diablo para que no se lo lleve. A la mañana siguiente, cuando el narrador y Don Segundo aún no tienen noticias del estado de salud del hijo de Don Sixto, el protagonista le atribuye a su padrino poderes sobrenaturales, por sugerir que el sueño está conectado estrechamente con los acontecimientos reales. Posteriormente, en la casa de Don Candelario, el narrador comprueba que Don Segundo había acertado, cuando Paula comenta, a propósito de Don Gaitán: "(...) aurita hemos tenido noticias dél. La noche que estuvieron ustedes en el rancho, se le murió un hijo que tenía enfermito" (p. 166).

Atenuación

"Me mandaron que te cuidara porque eras medio aplicao al frasco (...)" (p. 113). Con este eufemismo, "aplicao al frasco", Don Segundo Sombra se refiere a que su antiguo amigo, Pastor Tolosa, era "alcohólico". Este es un ejemplo del tono socarrón que caracteriza en esta novela a los diálogos de los gauchos.

Alusiones

La pulpería "La blanqueada", a la que el narrador alude en varias ocasiones, estaba ubicada en San Antonio de Areco, en la provincia de Buenos Aires, y databa del siglo XIX. Actualmente, puede visitarse el local restaurado, el cual fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1999.

Imágenes

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Paradoja

"Yo tenía el chambergo en la mano y estaba contento, pero triste. ¿Por qué? Me habían sucedido cosas extraordinarias y sentía casi como si fuera otro... otro que había ganado algo grande e indefinido, pero que tenía asimismo una sensación de muerte" (p. 235). Aquí, el protagonista se siente, paradójicamente, alegre y triste al mismo tiempo, porque, por un lado, sabe que ha obtenido una gran riqueza por herencia, pero, por otro, cree que con el cambio de posición económica se "muere" una parte suya, la que lo identifica con un gaucho. Por otra parte, el narrador describe esta situación previamente, y casi con idénticas palabras, cuando relata el sueño premonitorio que tiene en la casa de Don Candelario (Capítulo XVIII, p. 161).

Paralelismo

N/A

Metonimia y Sinecdoque

“Yo era, una vez por todas, un hombre libre que ganaba su puchero (…)” (p. 57). La metonimia de uso muy extendido, “ganarse el pan”, se modifica en este caso, introduciendo una palabra coloquial y asociada al habla de los gauchos: "puchero".

Personificación

Las personificaciones del día y de la noche son recurrentes en la novela y consecuentes con los estados de ánimo del protagonista. En estos ejemplos podemos observar que el día y la noche se asocian a la confianza y al temor, respectivamente: "La inmensidad de la noche me infligió miedo, como si se hubiese adueñado de mi secreto" (p. 42); "(...) la noche suele ser traicionera y no hay que andar llevándosela por delante" (p. 66); "La mañana invita con su ejemplo, a una confianza en un inmediato más alto y yo obedecía tal vez a aquella sugestión" (p. 72); "Como el sol sabe barrer el miedo, no me quedaba de mi angustia nocturna más que un peso en los nervios" (p. 138).