Don Segundo Sombra

La obra

Análisis de «Don Segundo Sombra»

Segundo Ramírez, paisano de San Antonio de Areco en quien se inspiró Güiraldes para escribir su famosa novela.

Esta novela, publicada en San Antonio de Areco en 1926, representa la más destacada tentativa de su autor en el propósito de renovación de la literatura gauchesca, y constituye, al mismo tiempo, una de las más prominentes muestras de la novela nacional del siglo XX. Destaquemos que el principal personaje fue tomado por el autor de un paisano real, de nombre Segundo Ramírez. La descripción que hace de Don Segundo, coincide en un todo, con la foto que se conserva del homónimo Ramírez. «El pecho era vasto, las coyunturas huesudas como las de un potro, los pies cortos con un empeine a lo galleta, las manos gruesas y cuerudas como cascarón de peludo. Su tez aindiada, sus ojos ligeramente levantados hacia las sienes y pequeños. Para conversar mejor habíase echado atrás el chambergo de ala escasa, descubriendo un flequillo cortado como crin a la altura de las cejas».

El tiempo en la novela

Hacia el final, Fabio Cáceres recuerda los últimos tres años en que de simple gaucho resero se transformó en patrón de los bienes insospechadamente heredados. Se encuentra frente a una laguna y sospecha que se aproxima el momento más triste de su vida, el del definitivo alejamiento de su «padrino». Cerca del agua rememora el hilo de la síntesis de los tiempos anteriores...

«Está visto que en mi vida el agua es como un espejo en que desfilan las imágenes del pasado. A orillas de un arroyo resumí antaño mi niñez. Dando de beber a mi caballo en la picada de un río, revisé cinco años de andanzas gauchas. Por último, sentado sobre la pequeña barranca de una laguna, en mis posesiones, consultaba mentalmente mi diario de patrón».

Tales períodos a que se refiere Fabio pueden distribuirse y sintetizarse en el siguiente esquema. En primer lugar, los recuerdos del huérfano de catorce años. Luego, los días de aprendizaje de las tareas de arreo y de doma, con la ayuda de Don Segundo. Momentos de la vida luchada en el campo bajo la vigilancia del que ha venido a ser su amado padrastro. Y por último, en la evocación, el desenlace de la separación definitiva.

El tiempo presente se une al pasado y el lector es sumido imperceptiblemente en la nostalgia rememorativa. Con lo cual se acentúa el lirismo «elegíaco» que se alterna con los momentos felices y despreocupados que resplandecen en el libro.

Fabio

Hay momentos en que Fabio evoca los singulares días de su infancia iba reconociendo su transformación en gaucho; su indumentaria y la posesión de su caballo, son un testimonio. La metamorfosis es atribuida a Don Segundo, que en el término de cinco años ha hecho de él un hombre. Guiándolo en el conocimiento de las tareas rurales, como resero, baquiano y domador. Pero el aprendizaje no se cierra en lo material. Se amplifica moral y espiritualmente en la formación de un carácter y de una límpida conducta hacia la vida. Alcanzándole «resistencia y entereza en la lucha», «fatalismo en aceptar sin rezongos lo sucedido», «fuerza moral ante las aventuras sentimentales», «desconfianza para con las mujeres y la bebida», la alerta y «la prudencia entre los forasteros»...y «la fe en los amigos».

Así vemos como se superponen en un ensamble conmovedor la formación de un hombre útil y de provecho y la conformación de una personalidad moralmente cabal.Y bien se ve que esta conjunción prodigiosa no ha de trastabillar cuando Fabio, ineluctablemente atado a los bienes que ha heredado, y ya habiendo resuelto ser un hombre cultivado, presiente con desgarro que no logrará retener a su vera a su maestro, que, como lo sabe bien el alumno, es «un espíritu anárquico y solitario».

Don Segundo Sombra, un enigma

Tumba de Segundo Ramírez.

Desde el primer encuentro Fabio lo pinta como un fantasma o «sombra» huidiza. «Me pareció haber visto un fantasma, una sombra, algo que pasa y es más una idea que un ser...» Esa admiración incondicional del primer encuentro se acentuará cuando la vida de Fabio comience a transitar junto a la del gaucho.

El apellido de Don Segundo da una clave para ubicarlo en la mente de Fabio. Y también en la de Ricardo Güiraldes. Estamos ante un gaucho idealizado, suma de todas las virtudes del hombre rural en su «esencialidad». Aunque debemos señalar que los críticos literarios de la izquierda argentina, no vacilarán en decir, con dictámenes sociológicos dignos de análisis, que Don Segundo es la visión nostálgica y elegíaca de los hacendados oligárquicos, separados, tanto en la realidad, como en la literatura gauchesca, de un personaje combativo, luchador, reivindicativo, como Martín Fierro. Ante la obra santificada por Lugones, el mismo Borges ha sostenido, siempre, una actitud de significación personal ambivalente. Desde no considerar al poema como la máxima obra nacional, hasta la sentencia irónica de su paradoja de que, al fin de cuentas, Fierro es un gaucho desertor y «homicida».

Un aporte merecedor de estima en el orden de estas polémicas ideológicas, es suministrado por Ernesto Sabato. Dice, en relación con la crítica marxista: «Un crítico de izquierda, que pretende utilizar a Marx como maestro, sostiene que el Don Segundo Sombra de Güiraldes no existe, que es apenas la visión que un estanciero tiene del antiguo gaucho de la provincia de Buenos Aires; lo que es más o menos como acusar a Homero de falsificador, porque exhaustivos registros llevados a cabo en las montañas calabresas y sicilianas no han dado con un solo cíclope».

El lenguaje

La novela está escrita en un lenguaje llano y con frecuencia, especialmente en los diálogos, con regionalismos gauchescos de la llanura argentina. El vocabulario está cargado de palabras frecuentes en Argentina, y, sobre todo, en la vida campesina de la provincia de Buenos Aires. Una buena edición de esta obra, tal como acontece en gran parte de la literatura gauchesca, hace indispensable un glosario.

La voz del poeta que fue Ricardo Güiraldes se hace escuchar con hallazgos de recursos literarios que matizan líricamente las páginas. Veamos: «En la pampa las impresiones son rápidas, espasmódicas, para luego borrarse en la amplitud del ambiente, sin dejar huella». Hay hallazgos relevantes en ciertas comparaciones: «El sueño cayó sobre mí como una parva sobre un chingolo». En alguna sinestesia: «Las aguas hiciéronse frías a mis ojos». Las comparaciones harto expresivas en momentos conmovedores:«Me fui, como quien se desangra». Imágenes y metáforas para el paisaje:«Una luz fresca chorreaba de oro el campo». O...: «En derredor, los pastizales renacían en silencio, chispeantes de rocío.»

Son frecuentes los argentinismos. «Para las casas»...O los diminutivos de uso harto frecuente en nuestro medio urbano o rural: «al ratito», «no era sino un resplandorcito»...

De este modo confluyen en el autor su formación estrictamente literaria, que incursionó primeramente en la poesía, y el tono gauchesco del hombre de estancia que ama las cosas de su tierra. En su estilo están bien captadas todas las reticencias del paisano, en ironías, en bromas, en pícaras sugerencias, en comparaciones que animizan seres y cosas.


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