Divina Comedia: Paraíso

Introducción

El Paraíso comienza en la cima del Monte Purgatorio, al mediodía del miércoles después de Pascua, coincidiendo narrativamente con el final del Purgatorio. Tras ascender por la atmósfera superior (Canto I), Beatriz guía a Dante a través de los cielos del Paraíso, hacia el Empíreo, que es donde Dios reside. Las nueve esferas son concéntricas, como en la clásica teoría geocéntrica de la cosmología medieval.[1]​

El Paraíso adopta la cosmología geocentrista.

Durante su viaje, Dante conoce y departe con varias almas bendecidas. Al respecto, es muy explícito al señalar que todas viven en estado de beatitud, en el Empíreo, por lo que no debe pensar que las encontradas en los cielos se encuentren efectivamente en un lugar distinto de las de los mayores santos. A diferencia de lo que sucede en los otros reinos, la disposición en capas se debe en el Paraíso a la propiedad de sentir más o menos a Dios de las almas que lo habitan:

"(...) del primer cielo son el ornamento, y gozan más o menos dulce vida según sienten allí el eterno alimento."[2]​

Sin embargo, como elemento didáctico respecto al entendimiento de Dante (y por ende de sus lectores) los personajes de los cielos y su disposición son "como una señal"[3]​ para mostrar las diferentes almas en distintas esferas según varios criterios de distribución. La escolástica asiste al autor en esta y otras explicaciones similares, que son frecuentes en la cántica.

Mientras las estructuras del Infierno y del Purgatorio se basan en las diferentes características del pecado, la estructura del Paraíso se basa en las cuatro virtudes cardinales (Prudencia, Justicia, Templanza, y Coraje) y las tres virtudes teologales (Fe, Esperanza, y Caridad).


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