Bajo la misma estrella

Bajo la misma estrella Resumen y Análisis Capítulos 1-5

Resumen

1

Hazel es una chica de 16 años que padece cáncer, a lo que ha llamado un efecto colateral de estar muriéndose. Otro efecto colateral, según la narradora protagonista, es su depresión, y a pesar de que la considera algo normal e incurable, su madre la lleva a un doctor que le receta antidepresivos y le recomienda asistir semanalmente a un grupo de apoyo.

Cada semana Hazel se presenta y le cuenta al resto del grupo que es paciente de cáncer de tiroides con metástasis en los pulmones, pero siempre finaliza su explicación diciendo que se encuentra bien. Patrick, el líder del grupo y un paciente recuperado de cáncer testicular, le cae especialmente mal, y no tolera ni su optimismo ni su forma de hablarles y de presionarlos para que cuenten sus historias. A decir verdad, la única persona del grupo que le cae bien es Isaac, un joven que ha perdido un ojo y corre el riesgo de perder el otro.

Al poco tiempo de haberse unido al grupo de apoyo, Hazel se presenta en la reunión semanal cargando su tubo de oxígeno -como sus pulmones tienen una capacidad muy reducida, debe ayudarse a respirar por medio de una cánula que coloca en su nariz- y se encuentra con un atractivo chico que acompaña a Isaac. El chico se presenta llegado su turno: es Augustus Waters, amigo de Isaac y paciente recuperado de un osteosarcoma (es decir, de un cáncer de huesos), y manifiesta que su mayor miedo es el olvido. A esto responde Hazel, que rara vez participa de las conversaciones del grupo, y da un discurso sobre el inevitable olvido en el que caerá toda la humanidad e, incluso, el mundo.

Augustus queda impresionado por la intervención de Hazel y habla con ella a la salida de la reunión. Augustus menciona la belleza de ella y la compara con Natalie Portman en V de venganza, película que automáticamente invita a ver a su casa, aunque ella no acepta de inmediato. Los dos caminan hacia el estacionamiento, y Hazel se percata de la pierna prostética de Augustus, que lo hace caminar rengueando un poco. Una vez fuera, observan a Isaac besándose con su novia, Mónica, y ambos se burlan de lo desesperado que parece él. Augustus entonces toma un cigarrillo y se lo coloca en la boca, lo que despierta la ira en Hazel. Decepcionada, ella menciona la hamartia, el error fatal en el que está cayendo Augustus, pero este le explica que nunca enciende sus cigarrillos. Para él, colocárselos en los labios sin encenderlos es un símbolo: juega con aquello que podría matarlo, pero no le da el poder para hacerlo. Intrigada por esta conducta, Hazel le dice a su madre (quien ha llegado a buscarla) que irá a casa de Augustus a mirar una película.

2

El viaje en auto con Augustus al volante es turbulento y aterrorizante, debido principalmente a que maneja con una pierna prostética. Durante el trayecto, ambos discuten las ventajas de tener cáncer: aquellos beneficios que los pacientes de cáncer logran debido a la lástima o la simpatía que despiertan en la gente. El muchacho le pregunta a Hazel por su historia con la enfermedad y se entera de que esta ha comenzado hace tres años. Hazel ha pasado por cirugía, radiación y quimioterapia, y si bien superó el cáncer de tiroides, el tumor pasó a los pulmones y los arruinó. En un momento, sus pulmones se llenaron completamente y le produjeron una neumonía de la que los médicos pensaron que no se salvaría. Sin embargo, la doctora María, una oncóloga que Hazel respeta mucho, logró drenarle los pulmones y le recetó una droga nueva, llamada Phalanxifor, que logró encoger y mantener a raya sus tumores. Este es el milagro que salvó la vida de Hazel y que le permite llevar una vida lo más parecida a lo normal posible. Ahora Hazel toma clases en la universidad (terminó antes el colegio porque se escolarizó desde su casa), aunque debe ir a todas partes con su tanque de oxígeno y depende de chequeos médicos constantes.

Una vez en su casa, Augustus les dice a sus padres que estarán mirando una película en el sótano, a lo que estos responden que lo harán en el living de la casa. De todas formas, Augustus se las ingenia para mostrarle a Hazel su cuarto en el sótano, donde sostienen una conversación sobre el pasado de Augustus como jugador de básquet y todas las proezas que ponen de manifiesto el sinfín de trofeos que se acumula en los estantes. Augustus le cuenta que antes de que le amputaran la pierna ya había decidido que el básquet era un juego tonto y sin sentido. Luego, le pregunta a Hazel por su vida más allá del cáncer, y ambos comienzan a hablar de literatura y poesía. Hazel le cuenta sobre su libro favorito, Un dolor imperial, de Peter Van Houten, y Augustus dice que, si es su favorito, lo leerá, pero que ella debe leer el suyo, El precio del amanecer, a lo que Hazel accede inmediatamente. Luego miran la película en el living, una habitación que está adornada con carteles de pensamiento positivo del estilo “Sin dolor, ¿cómo conoceríamos el placer?” (p.43). Al finalizar la velada, Augustus lleva a Hazel a su casa y le pregunta cuándo volverán a verse, a lo que ella replica que lo llamará en cuanto termine la novela que le acaba de prestar, sabiendo que Augustus le ha escrito su número de teléfono dentro del libro que le está prestando.

3

Hazel se queda hasta tarde leyendo el libro de Augustus. A la mañana siguiente, su madre -quien no suele molestarla por la mañana porque cree que dormir ayuda a combatir el cáncer- la despierta, emocionada porque es el "medio 33 cumpleaños" (p.47) de su hija y quiere festejarlo. La madre de Hazel busca todos los motivos posibles para festejar la vida de su hija, por lo que, además de festejar los cumpleaños, también festejan sus "medio cumpleaños". Ese año, Hazel está cumpliendo 33 medio cumpleaños, es decir, tiene 16 años y medio, y, para festejarlo, la madre le sugiere que haga planes con su amiga Kaitlyn. Después de clase, su madre la lleva al centro comercial, donde Hazel compra las dos secuelas del libro que le prestó Augustus, y luego se encuentra con su amiga, a quien acompaña a comprarse zapatos. Sin embargo, Hazel se cansa rápidamente de la presencia de Kaitlyn y desea estar sola, por lo que manifiesta cansancio y se despide de ella. Luego, se queda en una zona tranquila del centro comercial y se pone a leer sus nuevos libros. En un momento, una niña pequeña se le acerca y comienza a hacerle preguntas sobre la cánula que la ayuda a respirar. Hazel disfruta de este encuentro, aunque la madre de la niña la viene a buscar y la amonesta por importunar a la gente con sus preguntas.

4

Esa noche, antes de irse a dormir, Hazel comienza a releer otra vez Un dolor imperial. El libro se trata de una chica joven, llamada Anna, que tiene cáncer y, en vez de crear una fundación para la lucha contra el cáncer, crea una para la lucha contra el cólera. El libro termina en medio de una oración, lo que Hazel interpreta como una elección artística para demostrar la irrupción abrupta de la muerte, o el empeoramiento de la enfermedad. Sin embargo, aún desea saber cómo terminan las historias de los personajes, por lo que escribe muchas cartas al autor, quien se mudo a Ámsterdam y no ha vuelto a escribir nada, y quien no le ha contestado ninguno de sus correos.

Hazel luego llama a Augustus y habla con él brevemente. Coqueteando, le dice que no podrán verse hasta que él no termine el libro que ella le ha prestado. Al día siguiente, luego de ir a clases y de ver una película con su madre, Hazel observa que ha recibido muchos mensajes de Augustus, desesperado por el final inconcluso de la novela. Entonces lo llama y escucha algunos ruidos en el fondo, como el llanto de un animal moribundo. Se trata de Isaac, y Augustus la invita a su casa para que se sume a ellos y lo ayude a confortar a su amigo.

Cuando llega, los dos amigos están jugando al videojuego de El precio del amanecer, pero Isaac llora desconsoladamente. Su novia, Mónica, quien tantas veces le repitió la palabra “siempre”, lo ha dejado para no tener que hacerlo después de la operación ocular que lo dejará ciego completamente. Isaac no para de quejarse y descargar toda su ira en el videojuego y, luego, en los trofeos de Augustus, quien le permite destruirlos. Después, Isaac dice que no se siente mejor, pero que al menos se ha sacado toda la ira de encima.

5

Después de la “Noche de los trofeos rotos” (p.70), Hazel no recibe noticias de Augustus por una semana. Cuando empieza a preocuparse, decide llamarlo una noche después de la cena. Augustus le cuenta que ha estado esperando a ordenar sus pensamientos sobre la novela antes de llamarla, y luego le habla brevemente del libro y del autor, poniendo énfasis en el hecho de que Van Houten es aparentemente inaccesible. Luego, le revela a Hazel que ha logrado contactarlo, a través de su asistente, y ha recibido un correo electrónico de su parte. Hazel está totalmente sorprendida y emocionada, pensando que es el mejor regalo que podría recibir, y escribe su propio correo para enviarle a Peter Van Houten a través de su secretaria, con todas las preguntas que siempre quiso hacerle sobre el final del libro. Luego de escribirlo, vuelve a llamar a Augustus y los dos hablan un buen rato. La charla sobre el libro deriva al tema de besar a una pareja, y Augustus revela que tuvo una novia que falleció. Luego cortan la comunicación, pero antes eligen una palabra que será su código secreto, una versión más sobria del “siempre” que utilizaban Mónica e Isaac: “Okay” (p.77).

Unos días después, Hazel recibe un mensaje de texto de Augustus avisándole que Isaac fue operado y que se encuentra SEC -“Sin evidencias de cáncer” (p.78), pero ciego. Hazel lo visita en el hospital y habla con el convaleciente, quien se queja de que Mónica no lo ha visitado. Hazel compra un ramo de flores y descubre que a todas les agregan perfume artificial.

A la mañana siguiente, Hazel encuentra que ha recibido la respuesta de Peter Van Houten. En ella, el escritor le dice que no confía en ninguna forma de comunicación asociada a la tecnología como para decirle qué pasa tras el final de la novela, pero que si llegara a viajar a Ámsterdam, con gusto la recibiría en su casa para hablar al respecto. Hazel le cuenta estas novedades a su madre, quien se muestra entusiasmada, pero Hazel comprende rápidamente que la familia no tiene dinero para viajar a Europa y trata de olvidarse de aquella posibilidad. Luego llama a Augustus y ambos terminan hablando de la Genie Foundation, una organización que concede un deseo a los chicos con cáncer, y Hazel admite que lo utilizó a los 13 años para viajar a Disney World, lo que decepciona a Augustus, que piensa muy mal de Disney.

Ese fin de semana, Hazel y sus padres visitan el mercado orgánico de Broad Ripple y, mientras pasean, la muchacha recibe una llamada de Gus, avisándole que la esperará en la puerta de su casa hasta que ella regrese. Cuando se encuentran, le entrega un ramo de tulipanes naranjas y le pide a sus padres que le permitan llevarla a una cita secreta. Habiendo obtenido el permiso, la lleva al Jardín de las Esculturas, detrás del museo de arte, donde hay un gran esqueleto esculpido llamado Funky Bones. Gus le comenta que la escultura es de un artista holandés, como el jugador de básquet de su remera y como el color naranja de las flores, así como el queso que ha colocado en los sándwiches para el picnic. Luego le da un discurso que tiene preparado de memoria, ingenioso y dulce aunque un poco artificial, para decirle que ha utilizado su deseo de la fundación para ir a Ámsterdam a conocer a Peter Van Houten con ella. Al finalizar, Gus lleva una mano a la cara de Hazel y parece que va a besarla, pero ella se corre hacia atrás y lo evita. Luego, le dice que es el mejor.

Análisis

Bajo la misma estrella es una novela para adolescentes y jóvenes adultos que puede considerarse dentro de una gran matriz genérica que es la novela de aprendizaje. Se trata de un tipo de novela en la que se narra el desarrollo de un personaje, por lo general adolescente o joven adulto, que vive sucesivas experiencias que afectan su posición ante sí mismo y ante el mundo que lo rodea.

En este sentido, la protagonista y narradora, Hazel, es el principal elemento estructurante de la obra. Así como el héroe estructura las epopeyas clásicas, la figura del joven que atraviesa una serie de pruebas en su proceso de devenir adulto es el elemento nuclear de las novelas de aprendizaje. Esto puede comprobarse en Hazel, la joven narradora y protagonista, que cuenta una parte de su vida: aquí, su relación con Augustus, un muchacho que, como ella, tiene cáncer.

Algo fundamental, como se ha mencionado, de la novela de aprendizaje es el crecimiento del protagonista y su cambio de posición hacia su propio interior y hacia el mundo exterior. Como se verá a lo largo de toda la novela, Hazel se encuentra en un momento bisagra de su vida, y la relación que comienza con Augustus le enseñará mucho de su propia personalidad, como así también de las relaciones humanas y de las expectativas que pueden tenerse del mundo. La mayor riqueza de la novela de Green es, quizás, esta: en vez de escribir una novela sobre pacientes de cáncer que luchan con su enfermedad, el autor se concentra en desarrollar un personaje completo que no está determinado únicamente por el cáncer, y que puede aprender y desarrollarse más allá de su condición de paciente terminal.

Hazel comienza su historia describiendo cómo su madre ha consultado a varios médicos por su depresión, la han medicado y la envían a un grupo de apoyo para que pueda hablar de su cáncer y eso la ayude a procesar la relación cercana que sostiene con la muerte. A pesar de que la novela tiene como uno de sus temas principales la falta de autonomía, esto no quiere decir que Hazel y otros personajes sean incapaces de hacer nada por su cuenta. John Green desarrolla un personaje complejo: Hazel mantiene una vida activa, visita amigos, toma clases en la universidad y mira programas de televisión por decisión propia, aun cuando a veces parece que es forzada a hacerlo. Paradójicamente, mientras se le adjudica mucha importancia a cada una de estas acciones, la novela pone de manifiesto lo inútiles que son cuando se trata de lidiar con la muerte inminente: Hazel es consciente de que está muriéndose, pero acepta seguir adelante con una vida lo más normal posible, en parte por inercia frente a las imposiciones de otros, en parte por decisión propia.

En una sucesión rápida, el lector recibe un panorama de las relaciones que Hazel establece con su madre, con su amiga Kaitlyn, con Augustus y hasta con una niña en el centro comercial. Estas relaciones ponen de manifiesto la dificultad de establecer lazos de amor y amistad con una persona que atraviesa una enfermedad irreversible. Para tener una relación de este tipo, los episodios de Kaitlyn y la niña en el centro comercial demuestran que uno no debe tener tanto miedo a ofender al enfermo con algún comentario desafortunado, porque el cuidado constante puede evitar que se desarrolle una conexión verdadera o que se genere un interés real en la otra persona. En primera instancia, la situación con Kaitlyn ilustra la imposibilidad de desarrollar un vínculo sólido si se está todo el tiempo pensando en lo que puede decirse o no:

-¿Se puede caminar con esto? Vaya, yo directamente me moriría.

De repente se calló y me miró como pidiéndome perdón, como si fuera un crimen mencionar la muerte ante un moribundo.

-Deberías probártelos -siguió diciendo para disimular su incomodidad.

-Antes me muero -le aseguré.

(pp.51-52)

Hazel bromea para desdramatizar la situación en la que su condición se hace evidente, pero queda claro que con Kaitlyn la amistad es lábil y no supera la aprensión que la enfermedad le causa. El episodio de la niña pequeña marca lo contrario: la niña se le acerca y le pregunta, con total naturalidad, por la cánula que Hazel debe utilizar para respirar. Hazel incluso se la quita de su nariz y se la hace probar a la curiosa, quien naturaliza la situación y no hace comentarios sobre la condición de Hazel. Esto hace reflexionar a la protagonista sobre la naturaleza de las relaciones que puede establecer desde su condición de enferma de cáncer:

Creo que otro problema con Kaitlyn era que ya no podría volver a hablar con ella con naturalidad. Todo intento de fingir interacciones sociales normales era deprimente, porque era absolutamente obvio que todas las personas con las que hablara hasta el fin de mis días se sentirían incómodas y cohibidas conmigo, excepto quizás los niños como Jackie, que no sabían nada del tema (p.55).

Por otra parte, lo que Augustus y la madre de Hazel logran hacer es reconocer y preocuparse por el cáncer y, al mismo tiempo, ir más allá y compenetrarse con sus intereses y con aquello que puede hacerla feliz. Esto marca la posibilidad de relacionarse desde otro lugar que no sea puramente la condición de enferma.

En los primeros capítulos, la intensidad y el fracaso de la relación amorosa entre Isaac y Mónica funcionan como un contrapeso o una antítesis de la relación que construirán Hazel y Augustus: Isaac y Mónica, en un comienzo, piensan que su amor durará por siempre, y así se lo prometen mutuamente. Sin embargo, ante la inminencia de la ceguera debido al cáncer ocular de Isaac, Mónica decide cortar la relación, y el muchacho queda devastado. Isaac cree en el amor verdadero y eterno, y no puede procesar el duro golpe de una ruptura. De forma contraria, Hazel prepara con cuidado el tipo de relación que puede sostener con Augustus, sabiendo -como se desarrollará en capítulos posteriores- que su enfermedad y su muerte lo expondrían a mucho dolor. Hazel, en una importante muestra de empatía, comprende tanto el punto de vista de Isaac como el de Mónica, y trata de explicarle a Isaac que tampoco es fácil para Mónica lidiar con el cáncer de ojos de su novio, y que ella -al contrario de él- no está obligada a hacerlo. Esta verdad no sirve para curar las heridas de Isaac, pero sí ayuda, tanto al personaje como al lector, a poner en perspectiva lo que está sucediendo y comprender que Mónica no es malvada al actuar como actuó, y que el verdadero antagonista es el propio cáncer.

La presencia de los padres también es importante en el relato. Tres grupos parentales aparecen en estos primeros capítulos: los padres de Hazel, los de Augustus, y la madre de Isaac. Estos grupos presentan características homogéneas: ninguno está divorciado o tiene verdaderos problemas financieros, y llevan adelante la vida de clase media estadounidense blanca estereotipada en la literatura y el cine. Quizás, en el intento del autor de representar la vida de los adolescentes lidiando con sus enfermedades, la dimensión parental quedó descuidada o poco desarrollada, relegando a los padres a un trasfondo sin complejidades ni profundidad. El contraste entre los padres de Hazel y los de Augustus es mínimo, siendo la principal diferencia la fe que tienen estos últimos en el pensamiento positivo y la religión, algo que no se ve en los de Hazel.

La novela favorita de Hazel, Un dolor imperial, se parangona con la propia novela, Bajo la misma estrella, en tanto y en cuanto ambos son libros que tematizan el cáncer, aunque no son novelas sobre la enfermedad, en el sentido de que no se centran en la lucha y la superación de la misma ni son protagonizadas por jóvenes mártires que utilizan su experiencia con la enfermedad para realizar obras de caridad y ayudar a otros en su misma situación. En su lugar, ambos libros presentan con honestidad la historia de jóvenes mujeres que tienen cáncer e intentan llevar adelante vidas que no se limiten a una lucha contra la enfermedad. El paralelo será más importante en los capítulos siguientes, cuando se explore la conexión entre ambas historias y sus escritores. Las reacciones de Hazel y de Augustus al final inconcluso de Un dolor imperial son también simbólicas, especialmente por el deseo que manifiesta Hazel de conocer lo que sucede después del final, a pesar de que ella sabe que se trata de una obra de ficción, y que pone en evidencia el deseo juvenil de obtener respuestas y encontrarle un sentido a la vida más allá de la inminencia de la muerte.