Primero sueño

Introduction

Una de las primeras ediciones de los poemas sorjuaninos, que incluye el Primero sueño. (Madrid, 1714).

El Primero sueño es el poema más importante de sor Juana Inés de la Cruz. De acuerdo al testimonio de la poeta, fue la única obra que escribió por gusto. Fue publicado en 1692, como parte del tomo segundo de las obras de la monja: Segundo volumen de las obras de sóror Juana Inés de la Cruz, monja profesa en el Monasterio del señor San Gerónimo de la imperial ciudad de México..., Sevilla, Tomás López de Haro, 1692.

Apareció editado con el título de Primero sueño. Como la titulación no es obra de sor Juana, parte de la crítica duda de la autenticidad del acierto del mismo, pero la misma autora pudo manifestar su desacuerdo y el hecho es que nunca lo hizo. En la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, sor Juana se refirió únicamente al Sueño. Como quiera que sea, y como la misma poetisa afirmaba, el título de la obra es un homenaje a Luis de Góngora y Argote y a sus dos Soledades.[1]​

Es el más largo de los poemas sorjuaninos —975 versos— y su tema es sencillo, aunque presentado con gran complejidad. Se trata, entre otros tópicos importantes, como la trascendencia humana, el conocimiento y el sentido del universo, de un tema recurrente en la obra de sor Juana: el potencial intelectual del ser humano. Para transformar en poesía dicha temática acude a dos recursos literarios: en la apariencia propia del sueño, el alma abandona el cuerpo, a lo que otorga un marco poético llamado por algunos onírico.[2]​

Las fuentes literarias del Primero sueño son diversas: el Somnium Scipionis, de Cicerón; La locura de Hércules, de Séneca; el poema de Francisco de Trillo y Figueroa, Pintura de la noche desde un crepúsculo a otro; el Itinerario hacia Dios, de San Buenaventura y varias obras herméticas de Atanasio Kircher[3]​, a más de diversos autores neoplatónicos traducidos y difundidos desde Italia en las Obras de Marsilio Ficino, como Sinesio de Cirene, Porfirio, Plotino y las propias obras de los neoplatónicos renacentistas Ficino, Nicolás de Cusa y Pico de la Mirándola, así como diversos autores cristianos, entre los cuales se encuentran Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Gregorio de Nisa o Lactancio, por lo que respecta a los influjos filosófico-teológicos. La complejidad misma del poema vuelve necesario mencionar la intertextualidad con autores de la literatura emblemática y mitográfica, como los italianos Pierio Valeriano, Natal Conti y Vincenzo Cartari, así como el español Baltasar de Victoria, que proveen al Primero sueño de un relevante marco simbólico e iconográfico sin el cual toda interpretación de sus sentidos sería reducida y parcial.[4]​

El poema comienza con el anochecer del ser humano y el sueño de la naturaleza y del hombre. Luego se describen las funciones fisiológicas del ser humano y el fracaso del alma al intentar una intuición universal. Ante el fracaso, el alma recurre al método deductivo y alude excesivamente al conocimiento que posee la humanidad. Se mantiene el ansia de conocimiento, aunque se reconoce la escasa capacidad humana para comprender la creación. La parte final relata el despertar de los sentidos y el triunfo del Día sobre la Noche.[5]​


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