Papá Goriot

Papá Goriot Símbolos, Alegoría y Motivos

El reloj de Rastignac (Símbolo)

Delphine le regala a Rastignac un caro reloj como muestra de su afecto y su compromiso. Sin embargo, luego de gastar todo su dinero para ayudar a Goriot en su enfermedad y sin lograr que las hijas de este o sus yernos lo ayuden a cubrir los gastos, el joven se ve obligado a empeñarlo para continuar con el tratamiento.

Vinculado en forma estrecha al tema del dinero, el reloj se nos ofrece como un símbolo de la naturaleza superficial, materialista y poco duradera del amor que puede ofrecer Delphine. Por extensión, simboliza la avidez por el dinero y la ostentación de la alta sociedad parisina. A Delphine la hace feliz colmar de regalos a Rastignac cuando está enamorada de él, pero también le produce placer que su amante vista cosas caras en sociedad. En este sentido, el tópico del elitismo social y su vinculación con la imagen y la ostentación de lujo también debe ser mencionada en relación a este símbolo.

En contraste, mientras que Delphine no se molesta en cuidar a su padre agonizante ni hace el esfuerzo de mantenerlo económicamente, Rastignac termina vendiendo el preciado reloj, prueba de que prioriza ayudar al otro antes que disfrutar de lujos caros.

Las joyas de Anastasie (Símbolo)

Cuando contrae matrimonio, Anastasie recibe un valioso juego de joyas que perteneció a la madre de su marido. Desesperada por ayudar a su amante a pagar las deudas adquiridas por su adicción al juego, decide empeñarlas para saldar sus cuentas. Su marido, el señor de Restaud, acaba descubriendo la falta de Anastasie, lo cual provoca un furioso enfrentamiento entre los dos. De esta manera, las joyas simbolizan tanto la reputación perdida de la joven como la pérdida de una apariencia respetable dentro del matrimonio. Aunque su esposo estaba al tanto de que ella tenía una aventura, lo toleraba en tanto cuidara ante la sociedad la imagen de su matrimonio. Sin embargo, cuando Anastasie entrega los diamantes al mundo público, hace visible su infidelidad y viola de ese modo su contrato tácito. Nuevamente, este símbolo da cuenta de la importancia de los temas del dinero y el elitismo social en Papá Goriot.

El plato de las tórtolas (Símbolo)

Cuando cae en la miseria, la posesión más preciada de Goriot es un lujoso platillo de plata con dos tórtolas grabadas. Este objeto es un regalo de bodas de su difunta esposa, a quien Goriot amaba profundamente. Además, es uno de los pocos bienes que no llega a empeñar debido a que lo valora por encima de cualquier otra cosa material. Pese a ello, Goriot acaba por sacrificar su estimado objeto para saldar las deudas de sus hijas.

En términos simbólicos, este objeto se presta a distintas interpretaciones. Por un lado, se encuentran muy extendidas las imágenes de parejas de tórtolas como representación de las parejas de enamorados. Incluso es común referirse a los enamorados como “tortolitos”. Esto se debe a que la tórtola es un tipo de ave caracterizado por la fidelidad que presentan al unirse, al punto de que, cuando uno de los animales muere, el otro no vuelve a emparejarse con otro de su especie.

Más allá del simbolismo culturalmente extendido de esta imagen, el plato simboliza en la obra la voluntad de Goriot de poner las necesidades de sus hijas por encima de todo, incluso de su propia felicidad. El amor paternal, de esta manera, contrasta considerablemente con los intereses de las jóvenes, para quienes el dinero y el lujo están por encima de los vínculos afectivos.

Por último, el plato de las tórtolas también viene a simbolizar la pérdida de sus lazos familiares, ya que Goriot renuncia a la única conexión que tiene con su esposa cuando decide abandonar el objeto. Aunque lo haga con la esperanza de tener a sus hijas siempre a su lado, ellas acaban por dejarlo completamente solo hacia el final de la obra.

Victorine Taillefer (Símbolo)

En tanto reúne todos los valores contrarios que definen a Anastasie y Delphine, la señorita Victorine se nos presenta en la obra como un símbolo de lealtad y amor puro. Luego de que su madre muera, el padre de Victorine comienza a rechazar sistemáticamente a su hija con el objetivo de dejarle toda su herencia a su único sucesor hombre. Pese a ello, la joven intenta una y otra vez acercarse a él, no porque el rechazo de su padre la haya dejado en la pobreza absoluta, sino porque desea sinceramente ser merecedora de su amor. Frente a la avaricia y las relaciones oportunistas que definen a la mayoría de los personajes de la obra, Victorine destaca por ser la única que nunca pondría el amor y la familia por sobre el dinero. De algún modo, esta joven se presenta como la hija que Goriot merece, pero no tiene.

La marca del Engañamuertes (Símbolo)

Vautrin es un maestro del engaño y el disfraz y logra ocultar su verdadera identidad en la pensión de la señora Vauquer pese a estar constantemente bajo el rastreo de la policía. Sin embargo, lleva en el hombro la marca de una cicatriz grabada a fuego que lo identifica, bajo las siglas del Engañamuertes, como un criminal. La marca del Engañamuertes simboliza la incapacidad que tiene Vautrin de escapar por completo de su pasado como delincuente. Aunque su sueño de emigrar a Estados Unidos parece muy cercano, la historia de su pasado finalmente lo alcanza. En este sentido, la cicatriz tiene una función aleccionadora: incluso en el momento en que tanto la reinvención moral de Vautrin como su ascenso social se muestran como un destino posible, todavía debe pagar las consecuencias por sus comportamientos pasados.

La dote (Motivo)

Vinculada al tema del dinero, la mención de la dote es un motivo constante a lo largo de toda la novela: Goriot queda en la ruina económica para ofrecerle una buena dote a sus hijas Anastasie y Delphine, y Rastignac contempla la posibilidad de casarse con Victorine con el único objetivo de acceder a la acaudalada dote de su padre.

Pese a que hoy en día se encuentra prohibida en muchos países, la entrega de la dote, que consiste en el patrimonio material o económico que la familia de la novia entrega en el matrimonio al novio, fue una práctica ampliamente difundida a través de los siglos en varias culturas del mundo. Su función era la de contribuir tanto a la manutención de la novia como a los costos del matrimonio, y era entregada al marido, quien debía administrarla a lo largo del mismo sin que la novia tuviera ningún tipo de poder sobre ella. Esta práctica es un ejemplo del carácter patriarcal con el cual se concebía -y, en muchos sentidos, aún se concibe- el matrimonio, institución social en la que la mujer aparecía objetivada, siendo parte de un intercambio económico entre familias.