Matar un Ruiseñor

Matar un Ruiseñor Temas

El bien y el mal

Matar un ruiseñor es una exploración de la moralidad humana y presenta una conversación sostenida respecto a la bondad o la maldad de las personas. Atticus, el padre de Scout y Jem, también tiene el papel de profesor para sus hijos y para su pueblo. Él cree que las personas suelen tener un poco de bondad y un poco de maldad, pero que la bondad casi siempre gana. Él les enseña esto a sus hijos, pero también al pueblo, al trabajar como defensor de Tom Robinson, un hombre afroamericano inocente que es acusado de violar a una mujer blanca. En el pueblo racista de Maycomb, ubicado en el centro del sur de los Estados Unidos durante la época de la Depresión, esto es un enorme reto. A pesar del desafío de superar el racismo que ha calado tan hondo en este pueblo y de obligar a que las personas cambien su visión social, Atticus sigue luchando; y lo hace porque cree que un buen día, el bien derrotará a los males del racismo, y que la igualdad racial finalmente existirá.

En el libro, Scout y Jem hacen la transición de la inocencia a la madurez típica en las novelas de aprendizaje. Jem es quien inicia este camino ya que es mayor que Scout, pero ambos niños pasan por esto. Al comienzo de la novela, ellos viven la vida de forma inocente y creen que todas las personas sean buenas, que todos comprendan y guarden los mismos valores que ellos y su padre. Durante el juicio a Tom Robinson, los niños se decepcionan con el jurado, compuesto por los habitantes de su pueblo, cuando éste condena a Tom Robinson, evidencia de cuya inocencia sobraba, tan solo porque él es afroamericano y su acusante es blanca. Darse cuenta de que el verdadero mal existe en su sociedad afecta profundamente a Jem. Él realmente creía que todas las personas eran buenas, pero después del juicio, debió reevaluar sus conocimientos de la naturaleza humana. El desafío de esta lucha le causa un gran dolor emocional mientras intenta aceptar las decepcionantes realidades de la desigualdad, del racismo y de la injusticia en general. A Scout también le cuesta aceptar estas cosas, pero incluso después del juicio, logra mantener su creencia en la bondad de la naturaleza humana. Al final de la novela, ambos niños deben enfrentar el verdadero mal cuando Bob Ewell intenta matarlos. El verdadero bien, representado por Boo Radley, los salva. En este conflicto final entre fuerzas opuestas, gana el bien.

Educación

Apenas comenzada la novela, Scout empieza su primer año en la escuela. El sistema educativo de Maycomb deja mucho que desear. Scout está más adelantada que el resto de sus compañeros porque Atticus la enseño a leer y escribir, y Calpurnia incluso le enseño a escribir en cursiva. Sin embargo, cuando su maestra se entera de esto, la castiga y le pide que no aprenda más nada en su hogar porque su padre no sabe cómo enseñarle correctamente. Este es el primer conflicto evidente entre la educación institucionalizada y la educación en el hogar.

Atticus está visiblemente orgulloso del poderoso sentido de lo moral que imparte en sus hijos. Él realmente contesta cualquier pregunta que le hagan, y los alienta a tener mentes curiosas tanto como puedan cuando los trata como adultos y cuando los impulsa a crecer intelectual y moralmente. Por otro lado, la maestra de Scout tiene una idea muy específica de lo que los niños deberían aprender, incluso si el cronograma requiere que un niño se atrase. Por ejemplo: cuando en una clase le pide a Scout que escriba, y Scout escribe en cursiva, comienza a regañarla y le dice que no debe hacer eso hasta dentro de muchos años porque en la escuela esa materia se enseña años más tarde. Scout se siente frustrada de que su maestra no la comprenda y solo quiera estorbarla.

Scout habla con Atticus preocupada por su educación, y él le ayuda a entender que ella debe educarse, aunque el proceso le parezca frustrante; y le garantiza que seguirá leyéndole y educándola en casa. Es evidente que Atticus comprende las fallas del sistema educativo, pero también sabe que sus hijos deben participar en este sistema para ser parte de la sociedad. Sin embargo, su enseñanza en el hogar, tanto moral como técnico, es más valiosa para los niños que podría serles cualquier lección escolar. Scout ve esto con más claridad cuando aprende sobre el Holocausto. Su maestra explica que dicha opresión de un grupo de personas jamás podría haber sucedido en Estados Unidos, y Scout queda atónita. Durante el juicio a Tom Robinson, escuchó a la señorita Gates fuera del tribunal cuando decía que —refiriéndose a la gente afroamericana— pensaba que era “hora de que alguien les diera una lección, se estaban desmadrando y a continuación se pensarían que podían casarse con nosotras”. Scout ve que estos dichos de la señorita Gates sobre los afroamericanos se contradicen claramente con sus dichos sobre la igualdad en Estados Unidos.

Scout se educa principalmente en su hogar y no cree que la escuela sea muy útil. Al final de la novela, se da cuenta de que probablemente aprendió todo lo que había por aprender, excepto tal vez algebra. Claramente, Scout entiende que las experiencias de vida son las verdades maestras y que Atticus le ha enseñado cosas que la escuela jamás podrá. Es evidente que Lee expresa una falta de credibilidad en el sistema educativo institucionalizado y, algunos lectores interpretan la novela como una lección en cómo puede ser más perjudicial que beneficioso. Por lo menos, la educación que recibe Scout en casa es mejor por lejos que su experiencia escolar.

Desigualdad social

Además de lidiar con los conceptos del bien y el mal, Scout y Jem pasan mucho tiempo intentando comprender qué define y crea las clases sociales. Scout tiende a pensar que “las personas son solo personas”, mientras que Jem está convencido de que la posición social se relaciona con cuánto tiempo hace que los familiares y ancestros de uno hayan podido leer y escribir.

Scout dilucida las clases sociales del pueblo de forma bastante clara durante su primer día de escuela cuando Walter Cunningham no tiene ni almuerzo, ni dinero con el cual comprárselo. Sus compañeros de clase le piden a Scout que le explique a la maestra nueva por qué Walter no acepta dinero para comprar su almuerzo, y ella le detalla la situación económica de Walter y de cómo intercambian bienes por servicios por necesidad. Scout y los otros niños tienen un entendimiento claro de las desigualdades sociales del pueblo, pero las ven como algo natural y permanente. La familia Finch se encuentra en un punto bastante alto de la jerarquía social, mientras que la familia Ewell se encuentra en el más bajo. Sin embargo, la jerarquía solo incluye a los blancos. Las personas afroamericanas de Maycomb están por debajo de todas las familias de blancos de Maycomb, incluidos los Ewells, a quien Atticus llama “basura”.

Scout entiende esta estructura social, pero no entiende por qué es así. Cree que se debería tratar a todos por igual, sin importar a qué familia pertenecen. Por ejemplo: cuando quiere pasar más tiempo con Walter Cunningham, la tía Alexandra se opone a la sugerencia, hasta tal punto que le dice que ninguna mujer de la familia Finch debería juntarse con ningún Cunningham nunca. Scout se siente frustrada por esto ya que quiere ser libre y poder elegir quiénes sean sus amigos según su propia definición de lo que debe tener una persona para ser buena: la moralidad.

El ruiseñor

Cuando Scout y Jem reciben rifles de aire comprimido como regalos de Navidad, Atticus les dice que aunque preferiría que practicasen con latas, si deben dispararle a un ser vivo, jamás deben dispararle a un ruiseñor. Les explica que es un pecado matar un ruiseñor. Obviamente, esta es la escena que da nombre al libro, pero el tema se mantiene presente en todo el libro como motivo recurrente y tema central. La señorita Maudie les explica por qué Atticus tiene razón: los ruiseñores jamás dañan a nadie y no son ninguna peste. Lo único que hacen es cantar bellamente y vivir en paz, lejos de la violencia y dependencia de los otros animales. Por eso es un pecado matarlos. Los ruiseñores representan la verdadera bondad y pureza. Tom Robinson es un ejemplo de un “ruiseñor” humano. Él es acusado de violar y golpear a Mayella Ewell, pero es inocente. El pueblo comete el peor pecado al declararlo culpable y sentenciarlo a la muerte. En efecto, mataron un ruiseñor. Boo Radley es otro ejemplo de un “ruiseñor” humano. Pasó la mayor parte de su vida prisionero en su hogar porque a su padre se le fue la mano cuando lo castigó por una travesura. Boo Radley observa el mundo que lo rodea, sin dañar a nadie, y luego salva las vidas de Jem y Scout cuando Bob Ewell los ataca. El sheriff determina que la muerte de Ewell sea declarada como un accidente y así evitar que Boo vaya a juicio, viendo claramente que Boo lo haya matado para proteger a los niños. Atticus está de acuerdo y quiere asegurarse de que Scout entienda por qué en este caso mentir no está mal. Ella responde que entiende: que Boo vaya a juicio y sea puesto en la esfera pública sería como matar un ruiseñor. El ruiseñor representa la verdadera bondad e inocencia que debería protegerse a toda costa.

Perspectiva

En la novela, Atticus les pide a sus hijos que intenten ponerse en el lugar del otro para entender cómo ven el mundo esas personas. Cada vez que Scout no comprende a Jem, Atticus la empuja a entender cómo estará sintiendo él. Scout suele encontrar útil este consejo, y su intento por comprender las perspectivas de otras personas sobre la vida y el mundo profundiza su educación moral y entendimiento social, modelando la empatía para generaciones de lectores norteamericanos.

Cuando la señora Dubose —la malvada anciana que vive en la otra calle de la familia Finch— insulta a Jem y a Scout mientras se dirigían al pueblo, Jem reacciona volviendo y cortando las flores de su jardín delantero. Su castigo es leerle a la señora Dubose todos los días durante un período de tiempo. Él se queja a Atticus de que ella sea una mujer horrible, pero Atticus les dice a Jem y a Scout que intenten comprender el punto de vista de la señora Dubose. Es una mujer mayor, muy arraigada a sus costumbres, y está completamente sola. Jem y Scout aceptan visitarla. Después de que muere la señora Dubose, Atticus les revela que, al leerle todos los días, la estaban ayudando a superar su adicción a la morfina. Él les explica que la señora Dubose intentaba volver a estar sobria, incluso al borde de la muerte. Por este motivo, para Atticus, ella era la mujer más valiente que conoció. Les explica esto a los niños para hacerles comprender el terrible dolor que sufría, y cómo su presencia la ayudó en ese proceso. Aunque ella pudo haber dicho cosas horribles (y las dice, en la novela), Atticus alienta a los niños a que intenten ver el mundo desde su perspectiva y que entiendan lo valiente y fuerte que ella fue por otra parte.

Al final del libro, Scout acompaña a Boo Radley de regreso a su casa. Después de que Boo cierra la puerta, ella se da vuelta y ve el vecindario desde la perspectiva de Boo. Se imagina cómo él habrá visto todo lo que sucedió en los últimos años: ella y Jem pasando corriendo por su casa cuando iban y venían de la escuela; los juegos de Boo Radley que jugaba de niña; el incendio de la señorita Maudie; el incidente del perro con rabia; y, por último, el ataque de Bob Ewell. Al ponerse en el lugar de Boo, Scout gana un nuevo respeto por la vida de Boo, y entiende que su experiencia es tan válida como la de ella. Con este entendimiento, ella está agradecida.

Racismo

Queda más que claro que el racismo es uno de los temas principales de la novela. Durante la época de la Depresión, los afroamericanos todavía eran en su mayoría miembros subyugados de la sociedad, particularmente en los estados que habían formado La Confederación en la guerra civil, que pudieron conservar un sistema de apartheid legal después de perder el sistema de esclavitud tras perder la guerra. No se les permitía juntarse con blancos en lugares públicos, como se ejemplificó no solo en la separación física entre razas que se ve en el tribunal durante la novela, sino también en las claramente distinguibles zonas del pueblo para blancos y negros. Aún más, casi no había matrimonios interraciales (¡eran directamente ilegales hasta después de fue escrita la novela un muchos estados sureños!), ni tampoco eran bien vistos en las situaciones donde parejas viajaban a otros estados para concretarlas. En muchos sentidos culturales y legales, las luchas para matrimonio igualitario para personas no-heterosexuales, para adopción entre-racial, y para la documentación oficial para personas de género no-binario o no-innato heredan mucho de la lucha para quitarle la institución de matrimonio todo contenido o condición racial en generaciones anteriores.

En la novela, Scout explora las diferencias entre la gente afroamericana y la gente blanca. Ella y Jem acompañan a Calpurnia a la iglesia de su comunidad, y Scout disfruta sinceramente de la experiencia. Después, él le pide a Calpurnia si alguna vez pueda conocer su casa ya que jamás fue. Calpurnia acepta, pero la visita nunca se concreta, más que nada porque la tía Alexandra lo impide sin tener que dar explicaciones de por qué no sea aceptable. Jem, Scout y Dill también se sientan con los ciudadanos afroamericanos en el balcón del tribunal para observar el juicio. Además, Scout y Dill tienen una larga conversación con el señor Raymond, un hombre blanco casado con una mujer afroamericana y con hijos mestizos. El señor Raymond revela que simula ser un borracho al andar con una bolsa —que, en realidad, contiene una botella de Coca-Cola— para que la gente pueda justificarle el haberse casado con una mujer afroamericana.

Tom Robinson es condenado por el solo hecho de ser afroamericano y su acusante de raza blanca. Las pruebas a su favor son tan poderosas que la raza es claramente el único factor determinante en la decisión del jurado. Atticus lucha contra el racismo, y otros habitantes del pueblo están de su lado, entre ellos la señorita Maudie y el juez Taylor.

Jem y Scout también creen en la igualdad social, pero, naturalmente, están en la minoría. Cuando Atticus pierde el juicio, intenta que los niños entiendan que, aunque perdió, ayudó igual a que la causa antirracista avanzara, evidenciado por el rato largo que necesitó el jurado para sus deliberaciones. Normalmente, un juicio de ese tipo se decidiría casi inmediatamente.

Valentía

La valentía adopta muchas formas diferentes en Matar un ruiseñor. Atticus es valiente al defender a un hombre afroamericano de las críticas y de las amenazas de violencia. También lo es frente al peligro, tanto cuando mata al perro rabioso de un solo tiro, como cuando enfrenta al grupo de hombres fuera de la carcel. Atticus alienta a Scout a ser valiente y a no pelear con los que la critican a ella o a su familia. Para Atticus, rechazar la violencia es una de las formas más importantes de valentía. Los niños creen que son valientes cuando se acercan a la casa de los Radley, al principio del libro, pero luego entenderán que esta valentía no era verdadera y que, de hecho, era una tontería. Atticus toma a la señora Dubose como el mejor ejemplo de valentía porque que ella lucha contra su adicción a la morfina para poder liberarse de ella antes de morir, incluso cuando sabe que esto terminaría matándola. Atticus, que también lucha contra un poder más grande que él, les dice a los niños que deben tener mucho respeto por la señora Dubose. Finalmente, Bob Ewell representa el mejor ejemplo de cobardía porque miente en el tribunal para protegerse y recurre a atacar a los niños en la oscuridad para cobrar su venganza.

La ley

Atticus es un abogado, y el libro se centra en su defensa de Tom Robinson. Aunque Atticus pierde el juicio, cree firmemente que a pesar de las desigualdades sociales, todos los hombres son iguales en el tribunal. Incluye una mención de esta creencia en sus argumentos finales al jurado, y durante una discusión que luego tendrá con Jem y Scout respecto a la selección del jurado y el proceso del juicio, lo volverá a mencionar.

Atticus cree que el progreso hacia la igualdad racial puede y debe hacerse en el tribunal. Además, aunque cree fervientemente en respetar la ley, Atticus comprende que a veces hay ciertas excepciones justificadas. Por ejemplo: a Bob Ewell se le permite cazar incluso fuera de temporada porque las autoridades del pueblo saben que si se lo fueran a impedir, sus niños morirían de hambre. Además, al fin de la novela, la ley haría que Boo Radley fuera llevado a juicio para determinar si mató a Bob Ewell en defensa propia o no. Sin embargo, Atticus comprende, así como también lo hacen Heck Tate y Scout, que Boo no debería ser forzado a vivir tanta exposición pública ni las críticas que implicaría el proceso mismo. Por lo tanto, es necesario hacer una excepción a la ley en este caso para proteger a Boo.