Luces de bohemia

Luces de bohemia Resumen y Análisis Escenas 4-6

Resumen

Escena Cuarta

Max Estrella y Don Latino caminan por una calle solitaria. Es de noche. Llegan a la puerta de un bar, “La Buñolería Modernista”. Se escucha a lo lejos el ruido de los pasos de la policía madrileña. En la calle hay vidrios rotos, producto de los enfrentamientos entre los obreros y la policía.

En la puerta de la buñolería encuentran a La Pisa Bien y Max le compra nuevamente el décimo de lotería. Ella les pregunta si estuvieron en la plaza Cibeles, donde ocurrió el enfrentamiento entre los manifestantes y la policía. Don Latino contesta que los que trabajan y no participan de la huelga deberían ser eliminados. Mientras conversan, salen de la Buñolería varios modernistas: Rafael de los Vélez, Dorio de Gádex, Lucio Vero, Mínguez, Gálvez, Clarinito y Pérez.

Dorio de Gádex saluda a Max con palabras elogiosas, y al verlo en la calle sugiere que él no ha sentido temor por las protestas del pueblo. Se refiere a las manifestaciones obreras de manera despectiva. Max, en cambio, se refiere a las protestas como “el épico rugido del mar” (p.255). Max afirma ser parte del pueblo, a diferencia de Dorio, y le dice a este que es una persona con poco juicio. Dorio y el resto de los modernistas afirman que Max debería ser parte de la Academia. Él explica que le sobran méritos, pero que la Academia lo ignora, a pesar de ser el primer poeta de España.

Max exclama “¡Muera Maura!” (p. 256), y los modernistas lo imitan. Ellos comienzan a cantar, eufóricos, hasta que llega la policía municipal de Madrid. Su capitán, Pitito, se sorprende de que sean intelectuales quienes promueven el escándalo y comenta: “¿Qué dejan ustedes para los analfabetos?” (p.258). Max se burla del capitán y este lo detiene por estar borracho y por desafiar a la autoridad. El sereno ejecuta la orden de arresto mientras un vecino grita. El sereno cede la custodia de Max a dos guardias. Ellos lo llevan detenido a la Gobernación. Antes de comenzar el traslado, Max vuelve a gritar “¡Muera Maura!”, y los jóvenes modernistas lo apoyan.

Escena Quinta

Max Estrella ingresa gritando a la gobernación, escoltado por los guardias. Lo acompañan Don Latino y los modernistas. Lo recibe Serafín el bonito, inspector de la Gobernación, quien le pide que sea respetuoso. Mientras lo interrogan, un guardia del lugar se entromete, comentando que la vivienda del poeta es un lugar precario. Max lo acusa de “gusano burocrático” (p.261). Finalmente, lo conducen a una celda mientras Don Latino y los jóvenes modernistas protestan. Estos últimos proponen ir a avisar a los periódicos.

Escena Sexta

En la celda donde ingresa Max hay un preso maniatado. Se llama Mateo. Tiene treinta años y la cara llena de sangre. Es un obrero catalán. Ambos coinciden en que es necesaria una revolución en España. El preso está acusado de rebelde por negarse a dejar la fábrica donde trabajaba para ir a la guerra y haber levantado un motín allí. Cree que pronto van a matarlo acusándolo de intentar fugarse y teme que lo torturen.

El llavero se lleva al preso. Van a matarlo. Él se pregunta qué dirá al día siguiente “la prensa canalla” (p.266), a lo que Max responde: “Lo que le manden” (p.266). Max Estrella llora de impotencia y de rabia. Él y el preso se abrazan.

Análisis

Una de las particularidades de esta obra es el carácter narrativo de las acotaciones o didascalias. Tradicionalmente, las acotaciones utilizan un lenguaje denotativo y se emplean exclusivamente para dar indicaciones escénicas, tanto de los movimientos y gestos de los personajes como de los elementos del decorado y la puesta en escena. En Luces de bohemia las acotaciones no tienen esta funcionalidad exclusivamente. En muchas de ellas encontramos una voz narradora que opina sobre los personajes y sus acciones, o comenta las situaciones que se presentan en la escena. Por ejemplo, en la Escena Cuarta leemos: “DORIO DE GÁDEX, feo, burlesco, y chepudo, abre los brazos, que son como alones sin plumas en el claro lunero” (p. 256).

Además, podemos ver que el lenguaje de las acotaciones es tan literario como el de los diálogos. Su función en esta obra no es meramente referencial, sino que adquiere una función poética. El dramaturgo utiliza en las acotaciones una gran cantidad de recursos literarios que le permiten al lector visualizar la obra, de manera semejante a lo que sucede, por ejemplo, en la lectura de una novela. Algunos de los recursos literarios que utiliza son símiles, metáforas, sinestesias, imágenes sensoriales. Estas características de las acotaciones de Luces de bohemia son un elemento innovador que introdujo Valle-Inclán; estaban afuera de las convenciones escénicas de su época y hoy se consideran vanguardistas.

Por ejemplo, en la descripción de la iluminación, en la acotación que abre la Escena Cuarta, podemos ver cómo se destaca la importancia de las luces mediante el uso de recursos literarios: “En la llama de los faroles un igual temblor verde y macilento. La luna sobre el alero de las casas, partiendo la calle por medio (…). La Buñolería Modernista entreabre su puerta, y una banda de luz parte la acera” (p.255). Acá podemos ver que la luz trémula y mortecina de los faroles contrasta con la luz de la luna y con la que sale de la puerta de la buñolería, puesto que estas últimas se describen metafóricamente como amenazantes: “parten” la calle y la acera, respectivamente. En este sentido, también vemos, en otra acotación de la misma escena, que la luz de la luna se multiplica en las armas y en los cascos de los policías. En este caso se utiliza una metonimia: “Traen la luna sobre los cascos y en los charrascos” (p.258). En general, las descripciones de las luces en esta obra acentúan el contraste entre la luz y la oscuridad. Esto también puede ser leído como un símbolo de las contradicciones de la vida bohemia.

Por otro lado, Valle-Inclán inaugura con esta obra, como adelantábamos antes, un género al que denominó “esperpento”. Esta palabra, según la definición del diccionario RAE, significa “persona, cosa o situación grotesca o estrafalaria”. Valle toma la palabra para nombrar su obra precisamente porque en ella busca representar la realidad deformándola de manera grotesca. Así lo vemos tanto en la representación de los espacios como de las personas. Por ejemplo, se describe la buñolería modernista como “antro apestoso de aceite” (p.255). También los personajes en general están degradados, ya sea mediante la animalización o mediante sus descripciones exageradas y grotescas. Sin embargo, el preso catalán (Escena Sexta) y la mujer con el niño muerto en brazos (Escena Undécima) son excepciones dentro de la obra. Ellos no poseen rasgos grotescos ni están deformados y, en cambio, mueven a la compasión porque se los presenta con características de personajes trágicos: a ambos se los representa con grandeza y además ambos están dispuestos a morir (el preso sabe que va a morir por la causa que defiende, y la mujer, llena de sufrimiento, pide que la maten como a su hijo). Estas características los alejan por completo de los personajes y acciones grotescas del resto de la obra.

En la Escena Cuarta se ve especialmente cómo se describe a los “Epígonos del Parnaso Modernista” (p.255) de manera grotesca. Estos epígonos (persona que sigue las enseñanzas de otra, especialmente de una escuela perteneciente a una generación anterior), son los seguidores del movimiento modernista, un movimiento del que Valle-Inclán había formado parte previamente, pero con el que ya había tomado distancia.

Estos personajes, que se inspiran en personas reales, aparecen ridiculizados: “Unos son largos, tristes y flacos; otros, vivaces, chaparros y carillenos. DORIO DE GÁDEX, jovial como un trasgo, irónico como un ateniense, ceceoso como un cañí, mima su saludo versallesco y grotesco” (p.255). Más adelante, en otra acotación, leemos: “DORIO DE GÁDEX, feo, burlesco, y chepudo, abre los brazos, que son como alones sin plumas en el claro lunero” (p.256). Las imágenes grotescas de las acotación funciona como una burla sarcástica hacia los integrantes de este movimiento.

Por otra parte, Dorio de Gádex, en su primera intervención, cita un verso de Rubén Darío, el máximo exponente del movimiento modernista. Se trata del primer verso de “Responso”: “Padre y maestro mágico, liróforo celeste” (Prosas profanas, 1999, v. 1). Allí el poeta nicaragüense se refiere a Paul Verlaine, un poeta francés simbolista que tuvo una influencia decisiva en el Modernismo.

Una de las principales características de la poesía modernista es su rechazo a los temas de la realidad cotidiana. Este carácter evasivo aparece fuertemente criticado en esta obra, así como la postura elitista de los integrantes del movimiento. Con este propósito, Valle pone en boca del personaje Dorio de Gádex palabras de desprecio hacia el pueblo: “¡Maestro, usted no ha temido el rebuzno libertario del honrado pueblo!” (p.255). En este caso, con la palabra “rebuzno” (la voz de los burros), el personaje se refiere a los reclamos del pueblo que está participando en las manifestaciones. Max Estrella asume una postura distinta, como el mismo Valle -Inclán de los años '20, que ya se había distanciado del Modernismo. Max se solidariza con el pueblo y con la lucha por sus derechos, y, a diferencia de Dorio, compara sus reclamos con el “rugido del mar” (p.255). Dorio, sin embargo, insiste con su postura aristocratizaste: “¡Maestro, usted tampoco se siente pueblo! Usted es un poeta, y los poetas somos aristocracia” (p.256).

Es interesante señalar que, hacia 1920, Valle busca hacer un arte comprometido. Ya no le interesa un arte desinteresado por la realidad social. La crítica hacia los modernistas se centra en este punto. Además, en la respuesta de Max puede leerse una autocrítica del propio Valle, considerando su periodo de producción literaria previo: “Yo me siento pueblo. Yo había nacido para ser tribuno de la plebe, y me acanallé perpetrando traducciones y haciendo versos” (p.256).

La huelga a la que se alude en esta escena es probablemente la Huelga General de España (1917). También en esta escena Max se refiere a un personaje histórico, Antonio Maura, un jefe conservador que fue muy impopular a partir de la Semana Trágica (1909), un levantamiento popular en Barcelona en contra del embarque de tropas para la guerra en Marruecos. Las tropas estaban conformadas principalmente por la clase obrera, y esto provocó la insurrección. El levantamiento fue reprimido atrozmente y el grito “¡Muera Maura!” se extendió por España. En esta escena, Max grita “¡Muera Maura!” en dos oportunidades. Con esto se muestra su adhesión a las causas sociales de su tiempo.

En la Escena Sexta se alude también a los acontecimientos que desencadenaron los levantamientos de la Semana Trágica. El preso catalán dice: “Soy tachado de rebelde… No quise dejar el telar por ir a la guerra, y levanté un motín en la fábrica. Me denunció el patrón (…)” (pp.265-266). Esta escena es crucial para la transformación del personaje de Max. En este diálogo, ambos expresan su preocupación por la situación social de España y están de acuerdo en que la revolución es la solución. El preso catalán comenta: “En España el trabajo y la inteligencia, siempre se han visto menospreciados. Aquí todo lo manda el dinero” (p.264). Él cree que hay que destruir la riqueza y que luego de la revolución cambiará el concepto de propiedad y de trabajo.

Por otro lado, el preso sabe que van a matarlo. Dice: “Conozco la suerte que me espera: cuatro tiros por intento de fuga” (p.266). En efecto, en la Escena Undécima se sugiere que así sucede, como veremos más adelante. Al final de la escena también podemos ver una crítica dirigida a la prensa de la época: en este diálogo se denuncia que la prensa recibía directrices del Gobierno sobre lo que debía informar o no:

EL PRESO.—Van a matarme… ¿Qué dirá mañana esa Prensa canalla?

MAX.—Lo que le manden.

(p.266)

Max y el preso catalán finalmente se abrazan. Max llora “de impotencia y de rabia” (p.266) y llama a su compañero de celda “hermano” (Ídem.). Esta escena, agregada en la edición de 1924, es muy significativa. En ella, el protagonista se transforma, toma más consciencia sobre las injusticias sociales y se pone de manifiesto la postura revolucionaria que asume.