Los tres mosqueteros

Los tres mosqueteros Resumen y Análisis Capítulos 43-48

Resumen

Capítulo 43: La posada del Palomar Rojo

La campaña del rey en La Rochelle está siendo exitosa. A pesar de los conflictos internos que surgen entre las autoridades francesas, han logrado expulsar a los ingleses. De todas maneras, hay rumores de que Alemania, España, Inglaterra y otros insurrectos franceses están tendiendo alianzas en contra de Francia. El cardenal, quien carga con la responsabilidad de esta empresa, intenta encontrar la manera de sacar información sobre la situación.

Una noche, los tres mosqueteros regresan de una posada cuando escuchan a unos caballos aproximarse. En la oscuridad no es posible distinguir a las personas, y una voz les pide a los mosqueteros que se identifiquen. La voz es la del cardenal que obliga a los mosqueteros a escoltarlo hasta la posada nuevamente. Allí el cardenal tiene una cita misteriosa.

Capítulo 44: De la utilidad de las tuberías de estufa

En la posada, Aramís y Porthos juegan a los dados, mientras hacen tiempo luego de haber escoltado al cardenal. Athos camina por la habitación hasta que alcanza a escuchar las voces de una conversación a través de las tuberías de la estufa.

La charla es entre el cardenal y Milady. El hombre quiere que Milady viaje a Inglaterra para llevar un mensaje al duque de Buckingham. Para convencer a Buckingham de que colabore y no le haga la guerra a Francia, Milady debe amenazarlo diciendo que el cardenal está dispuesto a arruinar la reputación de la reina.

Milady recita la lista de acusaciones en contra de Buckingham y la reina. De no ser efectivo el chantaje, Richelieu espera que Milady consiga alguien que esté dispuesto a matar a Buckingham por otros motivos y así salvar a Francia. Para poder cumplir con todo esto que se pide de ella, Milady, en primer lugar, pide una carta en la que se detalle las órdenes del cardenal.

Entre el cardenal y Milady se da una verdadera negociación, ya que cada vez que el cardenal pide algo, Milady pone una condición y, luego, el cardenal propone otra. El pedido más importante que tiene Milady es que Richelieu la ayude a vengarse de sus propios enemigos dado que se los ha procurado mientras hacía gestiones para el propio Richelieu. En primer lugar, quiere saber en qué convento ha ordenado la reina poner a madame Bonacieux. Luego, quiere alguna consecuencia para d’Artagnan. Richelieu le pide que le traiga pruebas sobre la participación de d’Artagnan en el asunto de los herretes y él se encargará de encerrarlo en la Bastilla para siempre.

Mientras el cardenal escribe la carta para que Milady pueda actuar en su nombre, Athos se prepara para ir a alertar a d’Artagnan. Les pide a Aramís y Porthos que le digan al cardenal que se ha adelantado para asegurarse de que el camino sea seguro.

Capítulo 45: Escena conyugal

Al finalizar su entrevista con Milady, el cardenal se dirige a la habitación de los mosqueteros y encuentra a Aramís y Porthos jugando a los dados. Pregunta por Athos y los otros dos mosqueteros le explican que ha ido a asegurar el camino.

En realidad, Athos está escondido cerca de la posada y, cuando el cardenal y su escolta emprenden el camino de regreso al campamento, Athos entra nuevamente en la posada. Allí pide hablar con Milady y entra a su habitación. Sus sospechas han sido confirmadas porque efectivamente se trata de su ex mujer. Ella también lo reconoce y se queda aturdida. Athos hace un recuento de todos los crímenes en los que ella ha estado involucrada, y Milady no entiende cómo es posible que sepa todo eso.

Para finalizar esa escena conyugal, Athos le advierte que a él no le interesa el bienestar del duque, pero que le advierte que no se atreva ni a acercarse a su amigo d’Artagnan porque él está dispuesto a morir defendiéndolo. Milady reafirma su intención de matar a d’Artagnan. Athos apunta su pistola contra Milady y le pide que le dé la carta blanca que el cardenal le acaba de entregar. Ella sabe que Athos no dudará en disparar y le entrega la carta.

Athos sale de la posada y cabalga con su caballo para alcanzar al cardenal. Richelieu le agradece por su servicio y entra en el campamento del rey. Los mosqueteros mandan a llamar a d’Artagnan.

Capítulo 46: El bastión Saint-Gervais

D’Artagnan se reúne con sus amigos a pesar de que ha pasado toda la noche en batalla para tomar el bastión Saint-Gervais. Athos no quiere hablar de los asuntos sensibles en ese lugar porque alguien podría escucharlos. Deciden ir a la taberna Parpaillot para hablar allí, pero no consiguen algo de privacidad porque todos quieren conversar y preguntarle a d’Artagnan sobre la batalla de la noche anterior. Athos propone una apuesta a los presentes: los cuatro amigos tomarán el desayuno en el bastión y permanecerán una hora en el lugar, sin importar si el enemigo decide regresar allí.
Grimaud, el criado de Athos, prepara una canasta con el desayuno y se dirigen al bastión. Grimaud tiene miedo, pero Athos los obliga a seguir. En el camino, Athos les explica a sus amigos que el bastión es el lugar más seguro para hablar. Si necesitan pelear contra el enemigo, tomarán los mosquetes de los que han muerto el día anterior.
Cuando llegan al bastión ven que trescientos soldados han ido a presenciar la apuesta.

Capítulo 47: El consejo de los mosqueteros

Los amigos se disponen a tomar el desayuno en el bastión. Primero, preparan las armas y dejan todo listo para un posible ataque. Athos le cuenta a d’Artagnan lo que escuchó la noche anterior en el Palomar Rojo. D’Artagnan siente que no tiene salida y que sus enemigos son demasiado poderosos para vencer.

Un grupo de cuatro soldados y dieciséis zapadores (albañiles de guerra) se acercan al bastión. Los amigos se sienten mal de tener que disparar contra civiles que vienen a reparar el edificio, por eso Athos decide prevenirlos para conseguir que retrocedan, pero los soldados disparan. Los mosqueteros y d’Artagnan tienen mejor puntería por lo que matan a algunos hombres y los obligan a huir. Grimaud cuelga una servilleta para simbolizar la victoria.

A d’Artagnan le gustaría prevenir al duque de Buckingham sobre los planes en su contra, pero Athos le recuerda que Francia e Inglaterra están en guerra y que él es el enemigo y prevenirlo sería una traición. Athos les muestra a sus amigos la carta blanca del cardenal y les explica que esa carta vale más que oro.

Los amigos deciden alertar a la reina a través del contacto que tiene Aramís y a lord Winter, el cuñado de Milady, quien quizá pueda hacer algo para evitar que ella pueda llevar a cabo sus planes.
Mientras discuten sobre estos proyectos, el bastión sigue siendo atacado, pero los mosqueteros vencen a pesar de ser solo cuatro. Lo que determina su victoria es su ingenio, por ejemplo, cuando logran tirar abajo una parte del muro.

Finalmente, los amigos exceden el tiempo que debían permanecer en el bastión para ganar la apuesta y, además, matan a varios de los enemigos. Incluso Athos arriesga su vida para descolgar la bandera/servilleta y evitar que los enemigos puedan atentar contra ese símbolo.

Todos en el campamento se enteran de lo que hicieron los cuatro amigos. El cardenal incluso se ofrece a mandar a bordar la flor de lis en la servilleta que rescató Athos para entregársela como regalo al señor de Treville y a los mosqueteros. El señor de Treville repara en que uno de los hombres que participó es un guardia y no sería cortés darles todo el crédito a los mosqueteros. El cardenal le sugiere al señor de Treville que nombre a d’Artagnan mosquetero.

Paralelamente, los cuatro amigos tienen que encontrar dinero para sus criados a quienes van a encomendar la delicada tarea de llevar los mensajes a Lord de Winter y a la reina. Deciden vender el anillo de diamante, regalo de la reina.

Capítulo 48: Asunto de familia

Entre los cuatro amigos deben organizar la misión de informar a lord Winter y a la reina lo que se está tramando entre el cardenal y Milady. Para ello, hay tres decisiones que deben tomar: qué dirá la carta dirigida a lord Winter, qué dirá la carta para el contacto de Aramís en Tours y quiénes serán los encargados de llevar esas misivas.

Los cuatro mosqueteros confían en sus criados y los postulan como posibles portadores de las cartas. Además de las virtudes personales de cada criado, los mosqueteros planean pagarle dinero a la ida y al regreso del viaje para asegurarse de que cumplan con su misión.

La escritura de las cartas es una tarea más compleja. El mensaje tiene que ser claro, pero también tiene que desligar a los mosqueteros de cualquier responsabilidad y participación. Athos considera que la persona adecuada para redactar el texto es Aramís, pero para ello Athos y d’Artagnan tienen que contarles a Porthos y a Aramís todos los detalles que estos últimos desconocen sobre Milady. De todas maneras, Athos no revela que es él el primer marido de Milady. La carta a lord Winter detalla con sutileza lo que ha hecho Milady, pero también le indica al noble inglés confirmar lo dicho revisando el hombro de la mujer.

La carta para la amiga de Aramís en Tours es también muy sutil ya que la advertencia está escondida tras alabanzas al cardenal y un supuesto sueño en el que el conde de Buckingham es víctima de un asesinato.

Los dos criados encomendados son Planchet, quien irá a Londres, y Bazin, quien entregará la carta a la prima de Aramís. D’Artagnan le pide a Planchet que además de la carta también le pida a lord Winter que proteja al duque de Buckingham; esto último lo hace sin el conocimiento de sus amigos ya que se trata de una traición a Francia.

Después de ocho días, los mosqueteros reciben una respuesta de la prima de Aramís quien ha entendido la carta a la perfección. Ocho días después de eso, Planchet vuelve con la noticia de que lord Winter ha sido prevenido.

Análisis

Dumas utiliza los hechos históricos como telón de fondo para su obra. Las acciones concretas que impulsan la trama son llevadas a cabo por los personajes ficcionales. Dumas crea el personaje del cardenal con maestría al perfilar su carácter sin que este participe directamente de las acciones centrales de la novela. Sin duda, el cardenal mueve los hilos detrás de la acción, pero son sus esbirros y los mosqueteros quienes se enfrentan luego de que las circunstancias han sido planeadas o delineadas por la astucia política del cardenal. A pesar de que no aparece con tanta frecuencia como otros personajes, Dumas consigue que la presencia del cardenal sea ineludible y constante.

Para los códigos de los libros de caballería, el cardenal es un contrincante adecuado porque es digno de la nobleza que muestran d’Artagnan y Athos. A pesar de ser alguien temible y despiadado, los intercambios entre el cardenal y sus enemigos son galantes. Además, sus motivaciones son respetables en cuanto que desea proteger su reino. Lo único que se le puede reprochar es la motivación personal que inventa Dumas para justificar su ensañamiento contra la reina Ana. Como contracara, sin embargo, adjudica una motivación igual de personal al duque de Buckingham quien también parece dispuesto a poner de lado su lealtad para con su reino en función del amor que siente por la reina Ana.

De todas maneras, en estos capítulos Dumas no remarca las motivaciones personales, sino más bien las motivaciones políticas cuando el cardenal sugiere que está dispuesto a mandar a asesinar al duque si el chantaje no es efectivo. Vemos qué tan lejos está dispuesto a ir Richelieu con tal de proteger a Francia cuando justifica su pedido a Milady así: “esperaré uno de esos acontecimientos que transforman la faz de los Estados” (p.448). Evidentemente acá el cardenal está utilizando un subterfugio porque él no “espera” ese acontecimiento, sino que lo ordena.

El personaje de Milady tiene un efecto doble en el lector que ve en ella a un ser malvado y, quizá, más despiadado que el propio cardenal. No obstante, es imposible no sentir admiración por su capacidad para negociar. En lugar de sentirse obnubilada por el poder del cardenal, Milady es consciente de su propio poder y de cuán necesarios son sus servicios.

Dumas es muy hábil al momento de combinar los hechos históricos con estas tramas paralelas que suceden en los márgenes y que siempre están al borde de cambiarlo todo en la historia, pero nunca ocupan un lugar central. Incluso los mosqueteros participan de hechos que no son centrales, y eso le permite a Dumas no darse demasiadas libertades con la historia al punto de falsear los hechos del todo. Lo que cambia en esencia Dumas son las motivaciones de los personajes y el plano psicológico detrás de los hechos históricos; detalles que no falsean los hechos y que pertenecen al universo de lo posible.

La relación entre Milady y Athos sirve para construir algunos aspectos de estos dos enigmáticos personajes. Por un lado, el misterio sobre cómo logró escapar de su muerte Milady remarca la idea de que ella es invencible. Cuando d’Artagnan se entera de lo que Milady le había pedido al cardenal para destruirlo, siente que no hay nada que pueda hacer, finalmente ha dejado de subestimarla. Asimismo, el carácter de Athos como alguien cínico ante el amor y brutal cuando es engañado está muy bien ilustrado cuando Milady no duda ni un segundo en entregarle la carta blanca porque sabe que no va a dudar en disparar.

Al igual que en otros capítulos, vemos que los personajes no están idealizados, sino que son complejos y contradictorios. La lealtad de d’Artagnan para con sus amigos parece estar aún por encima de su servicio al reino. En este punto no coinciden d’Artagnan y Athos ya que este último no tiene interés alguno en ayudar a un inglés, mientras que d’Artagnan decide secretamente enviar un mensaje a lord Winter para que proteja al duque. Para d’Artagnan las relaciones personales y la amistad es un valor supremo; a veces está, incluso, por encima del patriotismo y el servicio a la corona.