Las ciudades invisibles

Análisis sobre "Las Ciudades y los signos 5 " de la serie IV

...“Si te describo Olivia, ciudad rica en productos y beneficios, para significar su prosperidad no tengo otro medio sino hablar de palacios de filigrana y cojines con flecos en los antepechos de los ajimeces (ventanas partidas en dos por un columnillo); más allá de la reja de un patio, una girándula de surtidores riega un prado donde un pavo real blanco expande su cola. Pero con este discurso tu comprendes en seguida que Olivia está envuelta en una nube de hollín y de pringue que se pega a las paredes de las casas..."...

Al comienzo de esta secuencia: en la descripción de la primera Ciudad, Olivia, entra en primera persona Marco Polo hablando: "Nadie sabe mejor que tú, sabio Kublai, que no se debe confundir nunca la ciudad con las palabras que la describen. Y sin embargo, entre la una y la otra hay una relación."

Lo que acabamos de presenciar con esta entrada en primera persona de Marco Polo dentro de la descripción de una ciudad:

Ahora ya ha hablado Kublai, ocupando el puesto del contador de ciudades invisibles. Marco Polo, a su vez, se ha desplazado también, porque ya ha conversado dentro de las descripciones de ciudades, ha salido de las secuencias en las que él dialoga con Kublai y se ha colado en las secuencias descriptivas de las ciudades. Este viaje de Marco Polo ha desplazado a su vez al narrador que habitaba en los espacios de descripción de las ciudades, un narrador anónimo omnisciente y desconocido, que hasta este momento era quien nos conducía de un enclave a otro. En esa primera intervención Marco Polo dentro de una descripción de ciudad ha dicho: una cosa son las palabras y otra las ciudades.

En la ciudad de Olivia, su relato termina con esta descripción: «La mentira no está en las palabras, está en las cosas». Una de las tantas frases célebres de esta novela.

Una cosa son las palabras y otra las cosas, hay fronteras, pero resulta que son las cosas las que mienten. Entonces, también la mentira se ha desplazado: de las palabras a las cosas.

A mitad del relato, todo se empieza a mover el resultado final de este sismo es que todo termina pudiendo estar en cualquier sitio, en todos los sitios:

Apareciendo rápidamente en el libro Sofronia, ciudad compuesta de dos mitades, que se van desmontando y montando continuamente en otro sitio.

Eutropia no es una ciudad, sino muchas, «no es una sino todas las ciudades al mismo tiempo» y los habitantes las van poblando, los mismos habitantes, sucesivamente, cuando están cansados se van a otra Eutropia y allí cada uno desempeña ahora otro papel, otra ocupación: las ocupaciones permanecen pero los ocupantes cambian. Son los mismos pero no son ya los mismos. La ciudad es así siempre igual, con las mismas escenas, pero en otro sitio. Se ha desplazado.

Zemrude: es según se mire, de acuerdo con lo que quieras ver en ella y conforme tu humor. Por tanto, no es ella sino el reflejo del que mira. Es la obra de quien la contempla.

Aglaura: son dos ciudades y es una; son la ciudad que es nombrada, la que se habla y la otra, la que existe o es vivida.

Kublai se desasosiega con estas intuiciones. Por eso demanda ser él quien nombre las ciudades y que Marco Polo verifique. Esta sufre la presencia del sentido. Y la quiere amarrar. Lo que es y lo que no es. Acaso todas son lo mismo y ninguna igual a sí misma. Siente el peso de la ciudad, del objeto ciudad, y empieza a anhelar la ligereza, anhelar librarse de ese peso. Por eso crece su deseo de ligereza, de aligerar el asunto, su asunto, su sentido de sí mismo y de su imperio.


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