La vida del Buscón

Intención de la obra

Ante todo, busca lograr un intenso efecto de comicidad. No pretende Quevedo destacar que ciertas acciones son éticamente condenables y que traen como consecuencia el castigo sino, en primer lugar, reír y hacer reír con ellas. Aparecen muchas malas acciones que quedan sin castigo. No hay digresiones moralizadoras, salvo la moraleja final: «nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y costumbres». Así, principalmente, pretende demostrar la imposibilidad de ascenso social por la parte de los que no dejan de tener una moralidad defectuosa. Pablos quiere subir socialmente, “pica más alto”, y así se lo dice a don Diego: “más alto pico, y más autoridad me importa tener”. Quiere borrar sus orígenes y apartarse del ignominio de sus parientes. En carta a su tío, el verdugo, le advierte: “No pregunte por mí, ni me nombre, porque me importa negar la sangre que tenemos”.

Todos sus intentos fracasan. Cuando el protagonista u otro trata de hacerse pasar por caballero o por rico, aparece inmediatamente el castigo. La crítica coincide en que Quevedo trata, en esta novela, de la usurpación estamental:

La base que sustenta el juego y lo hace posible es que nadie puede ascender a caballero desde la vileza... La intención y el sentido son burlescos; la significación, no. Domingo Ynduráin, “Introducción” a La vida..., Madrid, Cátedra, 1985color

El autor habla desde una mentalidad nobiliaria ante el afán de las clases bajas de ascender. Quevedo nunca se pone en el lugar de don Pablos, cuyo deseo de ascenso social rechaza. Tiene, en definitiva, una perspectiva “brutalmente clasista” (D. Ynduráin).


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