La Celestina

Autoría

En las ediciones antiguas de La Celestina no aparece ningún nombre del autor en portada hasta la edición expurgada de 1632. Sin embargo, las octavas acrósticas que acompañan a la obra en su difusión impresa (para su posible ausencia en la edición de la Comedia de Burgos véase, más arriba, el apartado Comedia de Calisto y Melibea) la ponen en relación con un tal bachiller Fernando de Rojas, nacido en La Puebla de Montalbán.

El bachiller Fernando de Rojas acabó la Comedia de Calysto y Melibea y fue nascido en la Puebla de Montalván. La Celestina, ed. Francisco J. Lobera et al., Real Academia Española, Madrid, 2011, pp. 6-14.

A raíz de la exhumación en 1902 de una serie de procesos inquisitoriales que hacen referencia a un Fernando de Rojas histórico,[16]​ denominado en estos como «el que compuso a La Celestina», se estableció un vínculo entre dicho personaje histórico y el Fernando de Rojas al que alude el acróstico. Los estudiosos ahondaron en la biografía de este Fernando de Rojas histórico y, a partir de nuevos documentos y un estudio detallado de su entorno,Gilman (1972) elaboró el perfil biográfico más completo del personaje en The Spain of Fernando de Rojas. Este trabajo y, en general, la identificación del Fernando de Rojas histórico con el mencionado en las octavas acrósticas, y de este con el autor de La Celestina, repercutieron muy notablemente sobre la interpretación de la obra ya que, desde entonces, muchas veces se ha utilizado el trasfondo de cristiano nuevo de dicho personaje histórico para explicar distintos aspectos de la obra.

Sin embargo, en tiempos más recientes han surgido serias dudas sobre la pertinencia de esta identificación.[17]​ Éstas nacen, por un lado, de la falta de correspondencia entre el perfil intelectual del Fernando de Rojas histórico y el que muestra el autor de La Celestina, por otro, de la utilización de los verbos «acabar» y «componer» para describir la relación de Fernando de Rojas con el texto, ya que ninguno de estos implica que fuera su autor y, tal vez, solo indiquen que participó de alguna manera en su impresión. Más allá de la cuestión de la identidad del autor, la particular historia de la composición de La Celestina y sus diferentes estados redaccionales han dado lugar a toda una serie de teorías sobre el número de autores.

Autoría doble

Portada de la primera edición española conocida con el nombre de Fernando de Rojas en portada.

De acuerdo con los paratextos de La Celestina, habría existido una comedia inacabada, de paternidad desconocida, de la cual Fernando de Rojas (u otro) se sirve para dar comienzo a su Comedia de Calisto y Melibea. Este esbozo recibe el nombre de «papeles del antiguo autor» y se supone que constituye el primer auto de La Celestina. Además de la propia afirmación del texto, existe toda una serie de argumentos lingüísticos, estilísticos, técnicos, paremiológicos y, muy especialmente, de horizonte intelectual a favor de esta hipótesis. Sin embargo, se hace necesario matizar su alcance ya que, a pesar de que los paratextos dan a entender que el texto del primer autor se incorpora sin modificaciones a la nueva redacción, el «manuscrito de Palacio» demuestra que no fue, ni mucho menos, así, en tanto el texto sufre no pocos cambios desde la versión manuscrita hasta la versión impresa.

La identidad del «antiguo autor» es un misterio si bien, dada la mención de sus nombres en la versión del acróstico que precede las ediciones de la Tragicomedia de Calisto y Melibea, Juan de Mena y Rodrigo Cota han sido, tradicionalmente, los mejores candidatos.[18]​ Sin embargo, hoy día parece aceptado que la alusión a ambos escritores tiene carácter exclusivamente encomiástico, a pesar de que sí es cierto que pueden hallarse influencias más o menos directas de las obras de ambos en La Celestina. Asimismo, se ha intentado identificar al «antiguo autor» con Alfonso Martínez de Toledo (Gerli, 1976) o con un personaje cercano a su círculo (Mitxelena, 1996) o, al menos, con formación teológica y religiosa (Mettman, 1976). Finalmente, hay quien propone un origen italiano de «los papeles del antiguo autor» (Di Camillo, 2010). En cuanto a la autoría de la ampliación a Tragicomedia de Calisto y Melibea, se atribuye al mismo autor de la Comedia.

Autoría única

Aunque su origen está en la crítica impresionista del siglo XIX y no le falten partidarios a lo largo del siglo XX,[19]​ la defensa más sólida y más reciente de esta hipótesis se debe a Miguel Martínez (1996). Este rebate uno a uno todos los argumentos a favor de la independencia del primer auto y bien los invalida por completo, bien ofrece explicaciones alternativas para las diferencias entre este auto y los demás, sobre todo de tipo cronológico y de desarrollo psicológico y estilístico del autor. Asimismo, aprovecha las diferencias entre el manuscrito de Palacio y las ediciones impresas para reducir la afirmación de los paratextos sobre los «papeles del antiguo autor» a un simple tópico.

En esencia, la hipótesis de la autoría única se basa en que La Celestina transmite sensación de unidad y en que las diferencias que pueden encontrarse entre el primer auto y el resto pueden explicarse por su prolongado proceso de composición antes de ser impresa. Por supuesto, los partidarios de esta hipótesis consideran que el autor de la Tragicomedia es el mismo que el de la Comedia.

Autoría triple

La hipótesis de la autoría triple tradicional es la que atribuye los «papeles del antiguo autor», la Comedia y la ampliación a Tragicomedia a tres manos diferentes. La exposición más detallada podría ser la de Stamm (1988), quien se basa en argumentos similares a los utilizados por los partidarios de la doble autoría: incongruencias y divergencias lingüísticas, ideológicas, temáticas y estilísticas.

Autoría colectiva

El primero en sugerir que La Celestina fuera una obra colectiva, en la que intervienen muchas manos directa e indirectamente, fue Illades (1999), recientemente respaldado por algunas especulaciones de Canet (2007). Para ambos, la Comedia de Calisto y Melibea es fruto de la colaboración de integrantes variados del cuerpo universitario que usan La Celestina bien como juguete cómico inspirado en los temas y los géneros universitarios del momento (Illades), bien como vehículo de los nuevos géneros y las nuevas ideas que estaban penetrando con fuerza en la universidad (Canet).

Otras teorías

Otras hipótesis parten de la base de que los papeles del antiguo autor, lejos de limitarse al primer auto, ofrecían un texto mucho más largo: los doce primeros autos para Cantalapiedra (1986), los catorce primeros para García Valdecasas (2001) y una comedia completa para Prieto y Sánchez (1991), con final feliz. Estas teorías gozan de distintos grados de aceptación pero, en general, se basan en los mismos argumentos y procedimientos analíticos que las anteriores.

Finalmente, no se puede hablar de la problemática de la autoría de La Celestina sin mencionar que ésta no solo afecta al texto en sí, sino también a los paratextos, que podrían no haber sido compuestos por el autor del resto. Al respecto, únicamente existe cierto consenso en que los argumentos al principio de cada acto son obra de los impresores, como se extrae del prólogo en prosa a la Tragicomedia de Calisto y Melibea:

Que aun los impresores han dado sus punturas, poniendo rúbricas o sumarios al principio de cada acto, narrando en breve lo que dentro contenía; una cosa bien escusada según lo que los antiguos escritores usaron La Celestina, ed. Francisco J. Lobera et al., Real Academia Española, Madrid, 2011. P. 20

También se han atribuido a los impresores las octavas acrósticas, supuesta reescritura en verso de la carta «a un su amigo», que podría incluso haber sido redactada por el «antiguo autor» (Di Camillo, 2001). A este se le atribuye también, particular pero no exclusivamente en relación con la tesis de unos «papeles del antiguo autor» más amplios, la redacción del argumento general (Di Camillo, 2010). Asimismo, el corrector Alonso de Proaza se perfila para algunos como el autor más probable de los paratextos (Pardo, 2000).


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