Historia de dos ciudades

Historia de dos ciudades Imágenes

Luz y oscuridad

La novela recurre a imágenes visuales de luz y oscuridad como imágenes que connotan vida y muerte, respectivamente. La oscuridad que rodea al coche correo que se dirige a Dover le da un inicio siniestro y peligroso a la novela, oscuridad que aparece de nuevo en la habitación lúgubre de Lucie Manette en el hotel, quien, por contraste, irradiará su luz en otro lugar oscuro, la buhardilla en la que se encuentra el doctor Manette, que se encuentra allí como si todavía estuviera preso o enterrado vivo. Es Lucie quien se acerca a su padre “como si sobre él brillase la luz de la libertad” (p.59), devolviéndole la vida. Cerca del final, Sydney Carton pasea de noche por las calles de París observando “toda la vida y toda la muerte de la ciudad” (p.401), hasta que sale un “sol glorioso” que parece aplastar “toda la pesadumbre de la noche, [calentando] su corazón con sus largos y brillantes rayos” (p.402). Aquel amanecer le da valor y esperanza para el sacrificio que va a realizar, muriendo para que otros vivan.

Pobreza y riqueza

Contrastan en la novela las imágenes que visibilizan la pobreza en la que vive el pueblo francés con las que ponen de manifiesto la vida de lujos y excesos de la nobleza. En el barrio de Saint Antoine, los comercios, con sus carteles lastimeros y escasa mercancía donde nada tiene buen aspecto, son todos “terribles representaciones de la Nececidad” (p.41), mientras que el hermoso hotel de París, donde Monseigneur da sus reuniones quincenales, está ornado “de todos los objetos que el gusto y la artesanía de la época podían ofrecer” (p.133).

Sangre y vino

Entre las diferentes imágenes de terror que describen las escenas de violencia revolucionaria, se destaca el color rojo de la sangre y del vino como aquello que impregna a los revolucionarios, dando una imagen de ellos como fieras hambrientas de muerte. La escena de la barrica de vino derramada, en la que hombres y mujeres manchan sus ropas y rostros del color del vino tinto, prefigura la escena de la piedra de afilar, donde vino y sangre se mezclan en una fiesta deshumanizada y terrorífica (ver la sección "Citas").

Violencia explícita

En Historia de dos ciudades resaltan algunas escenas en las que se describen nítidamente asesinatos violentos. La primera es un anticipo de las ansias revolucionarias por ver derramar sangre, pero ocurre en Londres, no en París, cuando uno de los espectadores del juicio contra Darnay describe con lujo de detalles cómo se ejecuta a los sentenciados a muerte (ver sección "Resumen y Análisis Libro Segundo, Capítulos 1-3"). Otra ocurre durante la toma de la Bastilla, cuando la señora Defarge ultima al gobernador que defendiera la Bastilla: “le puso el pie en el cuello y, con su temible cuchillo, dispuesto desde hacía mucho tiempo, le cortó la cabeza” (p.275). A esta le sigue el asesinato de Foulon, a quien atan tres veces de una cuerda hasta que logran ahorcarlo, para luego poner su cabeza “sobre una pica con suficiente hierba en la boca” (p.283).