Fervor de Buenos Aires

Fervor de Buenos Aires Resumen y Análisis "Calle desconocida", "La Plaza San Martín", "El Truco", "Un patio", "Inscripción sepulcral"

Calle desconocida

Resumen

El poema discurre en la descripción de una calle barrial, tranquila y solitaria, en pleno atardecer. Los “colores blandos” del cielo le dan un aspecto conmovedor y nostálgico al paisaje, “tan real como un verso” (20). Las imágenes evocan reflexiones acerca de que la vida es algo efímero.

Análisis

“Calle desconocida” es otro de los poemas de esta selección más comentado por el público y la crítica. Nuevamente, el yo poético de estos versos vuelve a asumir la figura de un caminante solitario de las tranquilas calles de un barrio arrabalero. Mientras pasea, el barrio entero se tiñe de los “colores blandos” (20) del cielo, y las calles, a la espera de la noche, adquieren un aura de nostalgia y recogimiento que propicia distintas reflexiones en el solitario transeúnte. Como vemos, al ya mencionado motivo de “Las calles”, presente a lo largo de todo el poemario, se le suma el de “Las etapas de días”, que también se repetirá en muchos de los poemas subsiguientes.

Este título posee cierta similitud con “El Sur”, en tanto es el propio espacio el que encierra un carácter poético y estimula la creación de versos por parte del individuo que lo transita. Sobre ello, vale recordar la centralidad que el tópico de “La identidad” tiene en Fervor de Buenos Aires, obra en que se produce una identificación recíproca entre la ciudad y la voz poética. La ciudad no es solo un escenario sobre el se sitúa el individuo, sino que modifica la subjetividad y el carácter de este; propicia reflexiones, sentimientos, y se vuelve, en un última instancia, parte indisociable de él mismo: “Las calles de Buenos Aires/ ya son mi entraña” (17).

Al mismo tiempo, el Buenos Aires de Fervor... no deja de ser el producto de una operación literaria que dota a la ciudad de una estética determinada, representándola como un lugar nostálgico, silencioso e, incluso, onírico. Sobre ello, el especialista Robin Lefere señala que la caracterización de la ciudad que realiza Borges es una “representación mítica” que “pretende revelar la esencia de Buenos Aires, (...) lo auténticamente argentino, la «argentinidad»”, y que produce “una percepción de tipo religiosa” (2007: 150 y 151). El hecho de que los espacios retratados encuentren su referente en la Buenos Aires de los años veinte no debe llevarnos a olvidar que son parte de una construcción, como canta el poema, “tan real como un verso” (20).

Con “Calle desconocida” el paseo errante y sin destino fijo evoca en el yo poético distintos pensamientos: “Sólo después reflexioné (...)/ que toda casa es un candelabro/ donde las vidas de los hombres arden/ como velas aisladas,/ que todo inmediato paso nuestro/ camina sobre Gólgotas” (20). Aquí, el paseo conduce al yo poético a reflexionar acerca de la soledad y la muerte. La comparación entre ‘los hombres’ y las ‘velas aisladas’ sugiere el carácter efímero de la existencia, y la referencia al ‘Gólgotas’, en este punto, debe interpretarse en el mismo sentido. Sobre ello, cabe mencionar que este es el otro nombre que se le da a El Calvario, un sitio que se encontraba cerca de Jerusalén donde, según las Sagradas Escrituras, fue crucificado Jésus.

La Plaza San Martín

Resumen

El yo poético camina “En busca de la tarde” hasta llegar a la Plaza San Martín, un lugar calmo, que proporciona paz y una sensación de perdón y aquietamiento. La plaza posee una pendiente que “se abre como la muerte, como el sueño” (21) y, desde allí, se ven las personas y el puerto.

Análisis

“La Plaza San Martín” se encuentra dedicado a Macedonio Fernández, un escritor y filósofo argentino que fue compañero universitario y amigo del padre de Borges, Jorge Guillermo, y luego de Jorge Luis mismo. De hecho, su amistad influenció mucho literariamente al joven Borges.

Nuevamente, el poema describe una caminata por la ciudad, con la diferencia de que esta no discurre por los tranquilos arrabales de zonas más periféricas del sur, sino por Retiro, uno de los barrios más urbanizados en ese momento. El yo poético pasea durante la caída del sol, cuando “la tarde entera se había remansado en la plaza”. El participio ‘remansado’, que alude al hecho de estarse quieto, tranquilo, opera en este caso como una personificación de la tarde. De esta manera, el poema transmite que es durante el atardecer cuando el bullicio propio del centro de la ciudad comienza a menguar, cuando “Todo sentir se aquieta” (21).

Al igual que en el resto de los títulos, este yo poético anhela la tranquilidad y elige cantarle a esos espacios que resisten al caos característico de las grandes ciudades. Aquí, la tranquilidad transmitida no se debe al espacio ocupado sino a la caída del sol, algo que volverá a aparecer en próximos poemas. “¡Qué bien se ve la tarde/ desde el fácil sosiego de los bancos!”, exclama el yo poético ante el paisaje urbano, sugiriendo el estado de calma que lo domina mientras descansa sentado en la Plaza San Martín, uno de los espacios verdes más tradicionales de Buenos Aires.

El Truco

Resumen

Durante una partida de truco, la vida cotidiana, las obligaciones y los destinos de los jugadores aparecen como algo “desplazado” (22): se suspenden y pasan a un segundo plano. En ese momento, lo único que importa es la repetición de las estrategias, las jugadas y las interacciones propias del luego. Esta repetición recuerda las primeras generaciones que poblaron Buenos Aires.

Análisis

Con este reconocido poema de Borges, nos encontramos ante una serie de versos inspirados en el truco, un tradicional juego de naipes españoles de gran popularidad en Argentina. Estos versos no se limitan en una descripción o alabanza al juego, sino que expanden lo que este significa hasta transformarlo en un verdadero símbolo de la identidad argentina o, como el mismo poema declara, una “mitología casera” (22).

Este modo de referir al Truco nos retrotrae al análisis del especialista Robin Lefere, quien señala que Fervor produce una “representación mítica” que “pretende revelar la esencia de Buenos Aires, (...) lo auténticamente argentino, la «argentinidad»” (2007: 150 y 151). En efecto, la ‘mitología casera’ que se construye en torno al truco conjuga la noción de mito, en tanto relato tradicional íntimamente asociado a la cosmovisión de un pueblo, con el adjetivo ‘casero’, modo de dar cuenta del carácter íntimo en el que se desarrolla la partida.

Esta asociación entre el truco y la identidad nacional se refuerza aún más cuando el poema menciona que la “autoridad del as de espadas”, la carta de mayor valor en el juego, es “omnipotente (...) como don Juan Manuel” (22). En estos versos se vincula el poder del as con la figura de Juan Manuel de Rosas, militar y político de gran importancia para la política argentina del siglo XIX y al cual, vale decir, Borges y su familia se oponían férreamente. Aunque la asociación entre el juego y la identidad nacional se torna aquí más que evidente, la voz lírica no hace más que reforzarla en los versos subsiguientes; sobre todo cuando menciona las jugadas que

se repiten y se repiten

(...) hecho que resucita un poco, muy poco

a las generaciones de los mayores

que legaron al tiempo de Buenos Aires

los mismos versos y las mismas diabluras.

(22)

De este modo, el carácter identitario del juego permite enlazar las historias de las distintas generaciones de argentinos.

Ahora bien, más allá de la importancia que adquiere el tema de “La identidad” en este poema, el truco también se presta como excusa para las distintas reflexiones metafísicas borgeanas acerca de la realidad y del tiempo. En un principio, la partida abre un “tiempo robado” que se repite una y otra vez con el suceder de los turnos y que, tal como analizamos en el tema “El tiempo”, constituye una temporalidad cíclica, de gran interés literario para el autor. Por otro lado, el yo lírico expresa que “Cuarenta naipes han desplazado la vida” (22) durante el juego. Aquí se expresa, a partir de la personificación de las cartas, la idea de que una realidad paralela se abre a los jugadores en el tiempo que dura la partida.

Un patio

Resumen

El poema describe la vista desde el patio de una casa barrial: el modo en que se colorea por la luz del atardecer, cómo sus paredes recortan lo que es visible del cielo por la noche, y la presencia común en los patios de “un zaguán, de una parra y de un aljibe” (23).

Análisis

La imagen de una casa tranquila de barrio vuelve a ser objeto de reflexión poética por parte de un yo lírico que la utiliza como excusa para pensar nostálgicamente acerca del tiempo. El poema inicia describiendo la oscuridad en que se sume un patio por la tarde, cuando “se cansaron los dos o tres colores del patio” (23). Esta expresión incluye una personificación, en la que se le atribuyen a ‘los colores’ del sol acciones propias de los seres humanos, y que tiene como objetivo dar cuenta poéticamente del anochecer.

Más adelante, el poema transmite el modo en que la visión del cielo nocturno se recorta por las paredes del patio, ofreciendo una imagen fragmentaria del firmamento: “patio, cielo encauzado (...)/ es el declive/ por el cual se derrama el cielo en la casa” (23). La imagen hace uso de metáforas que veremos repetirse, parcial o totalmente, a lo largo de todo el poemario: ‘encauzar’, ‘declive’ y ‘derramar’ son expresiones que, en su conjunto, remiten a una materialidad líquida y que tiene como objetivo dar una representación al cielo, con sus movimientos y cambios, como si fuera parte de un río o del mar.

Finalmente, el propio firmamento se presta para una reflexión acerca del tiempo: “Serena,/ la eternidad espera en una encrucijada de estrellas” (23). En este punto, el interés filosófico de Borges acerca de la existencia de un tiempo eterno e infinito se hace presente aquí a partir de la descripción del cielo nocturno. A ello se le suma la metáfora de la ‘encrucijada’ para describir las líneas imaginarias que unen a las estrellas en constelaciones, lo que asemeja la imagen del cielo a la del propio barrio que el yo poético habita.

Inscripción sepulcral

Resumen

El poeta recuerda a su bisabuelo Isidoro Suárez, quien combatió junto a San Martín y al que caracteriza como audaz, valiente y honrado. Ahora, solo queda de él un poco de “ceniza y gloria” (24).

Análisis

Este poema se encuentra dedicado al bisabuelo de Borges, “el coronel Isidoro Suárez” (24). Se construye como un homenaje y, de hecho, el propio nombre del poema sugiere que sea leído como un epitafio, es decir, la inscripción realizada sobre una sepultura que tiene como objeto honrar al muerto.

Isidoro Suárez se enroló de joven en el Regimiento de Granaderos a Caballo, fundado por el general José de San Martín. Este prócer, militar y político argentino, es considerado una de las figuras más relevantes de las guerras de independencia hispanoamericanas, y uno de los libertadores de Argentina, Chile y Perú.

La voz poética exalta las virtudes del personaje histórico y rememora algunas de sus proezas y participaciones militares más importantes: el Cruce de los Andes, cuando el Regimiento de Granaderos cruzó la Cordillera de los Andes para enfrentar a las tropas del Imperio Español; y la Batalla de Junín, en Perú, también contra las tropas españolas.

El final de este poema presenta lo que podría considerarse una antítesis, en la medida en que une dos elementos que parecen contradecirse: “Ahora es un poco de ceniza y de gloria” (24). En este punto, mientras que la ceniza remite a ese último residuo que deja el cuerpo de una persona tras la muerte, y se asocia al polvo, a lo volátil y efímero de la vida; la gloria alude al prestigio, al recuerdo honroso que las personas que han realizado proezas dejan, una vez muertas, en la memoria de los vivos.