El zorro de arriba y el zorro de abajo

El zorro de arriba y el zorro de abajo Resumen y Análisis Capítulos III-IV

Resumen

Capítulo III

Este capítulo comienza con una conversación entre don Ángel Rincón Jaramillo, jefe de planta de "Nautilus Fishing", una fábrica de harina de pescado de Chimbote, y un hombre al que conocemos como el visitante y luego sabremos que se llama don Diego. El visitante es una suerte de supervisor que llega como enviado de Braschi para inspeccionar la fábrica, y Jaramillo debe mostrársela. El texto se detiene en la descripción de la vestimenta de Diego y por esas ropas Jaramillo cree que es un hombre que ha estado en el extranjero. El visitante le dice que no es necesario estar fuera del país para vestirse a la moda europea o norteamericana. Ninguno de ellos es un pescador ni un obrero, como los personajes de los primeros capítulos, y ambos hablan en un español más estándar, menos marcado por las lenguas indígenas y callejeras. Sin embargo, ambos conocen términos locales, conceptos en quechua y costumbres populares del lugar.

Jaramillo informa cómo se ha reducido el personal de la fábrica: de 258 han pasado a 64. Trabajan en dos grupos de 32 durante dos turnos de 8 horas y se les suman unos 20 eventuales. Ellos mueven la segunda fábrica más importante de harina en Chimbote, "es decir, en el mundo" (124). El jefe de planta observa que despiden cada vez a más trabajadores y, paradójicamente, llegan cada vez más serranos en búsqueda de trabajo. Esos movimientos, a su vez, hacen que crezcan las barriadas y los mercados. Y no solo llega gente de la sierra, sino también de la selva: "ya no vienen indios sino mestizos obreriles, comerciantes" (125).

Don Diego le pide a don Ángel información sobre la industria y ambos conversan sobre la importancia de Braschi como empresario. Luego, Jaramillo le habla de las "mafias", organizaciones complejas que administran la industria pesquera en Chimbote, lideradas por hombres poderosos que controlan a los trabajadores. Además, le explica que Chimbote en sus inicios ha funcionado como pequeño puerto atunero, pero que ha crecido descomunalmente con la pesca de anchoveta. Por otro lado, cuenta la historia de Hilario Caullama, patrón aymara, del lago Titicaca, y de la multitud de personas pobres que han llegado a la ciudad y se han amontonado en mercados como en de La Línea. Quienes se han dedicado a la pesca, han podido ganar mucho dinero, y algunos se han convertido en poderosos.

Como los pescadores disponen de dinero, se han abierto burdeles y cantinas donde derrochan sus ganancias. Las mafias, por su parte, cuentan con matones o "provocadores" para controlar a los trabajadores. En cierto punto, las mafias han decidido regular las ganancias de los trabajadores de la pesca para que no sean excesivas, ya que han llegado a ganar más que los ministros de la nación. A su vez, controlan los precios de venta de los productos. Por su parte, también existen sindicatos que intentan garantizar derechos a los trabajadores. Maxe, Zavala y Haro ahora son líderes sindicales.

Luego, el visitante pregunta por las autoridades religiosas: el padre Cardozo, "ese cura yanki con apellido latino" (152), que algunos consideran comunista católico, el obispo y el programa Plan de Padrinos. Jaramillo cuenta que la mayoría de las congregaciones religiosas de Chimbote son estadounidenses. Ante la complejidad del panorama, don Diego le pide una aclaración, y don Ángel traza un "mapa o diagrama" (153) que los lectores podemos encontrar en la página del libro, entre los párrafos de la novela. Se trata de una serie de huevos (7 blancos y 3 rojos) de los que salen unas líneas que se entrecruzan sobre un rostro. Es la cara del Perú, que se forma con elementos peruanos, la presencia de Estados Unidos, el comunismo, la religión. Jaramillo se reconoce a sí mismo (y a don Diego) como elementos blancos, a favor del capital. Cree que siempre ganará ese sector.

A lo largo de la conversación han recorrido la fábrica y han observado la producción de aceite y harina de pescado, las máquinas y su funcionamiento. En un punto del trayecto escuchan una "yunsa" serrana, música y danza comunes para celebrar el carnaval. Diego baila al ritmo de la "yunsa" y recitan unos versos que describen la compleja combinación social de Chimbote, sus miembros diversos. La música despierta un recuerdo muy nítido y al mismo tiempo mágico en Jaramillo, nacido y criado en Cajamba, de donde proviene la "yunsa". Terminan el recorrido compartiendo un caldo de anchoveta con los obreros de la fábrica y luego van juntos a un burdel llamado "Gato Negro".

Capítulo IV

Este capítulo se centra en la historia de Esteban de la Cruz, amigo del Loco Moncada, que se ha presentado fugazmente al comienzo de la novela. Esteban es un hombre andino que ha migrado a Chimbote y vive allí junto a Jesusa, su esposa, y sus hijos. Ella tiene un puesto en el mercado de La Línea, y él se encarga de comprar los productos que ella vende. En la primera escena del capítulo vemos cómo Esteban tose de rodillas en el mercado y escupe flemas mezcladas con carbón. Ha trabajado mucho tiempo en las minas y tiene los pulmones enfermos, contaminados por la sustancia. Él guarda esos escupitajos de carbón en papel de diario porque cree que si llega a reunir 5 onzas estará salvado. Su mujer, con quien tiene una relación compleja y violenta, cree lo contrario porque ha visto morir a muchos mineros.

Tras un breve intercambio con Jesusa, Esteban conversa con Moncada, que lo visita en su casa. Le habla de sus pulmones y de su pasado, su historia de vida y todos los padecimientos que ha sufrido. Moncada le da aliento a su amigo. Luego se retira y se dirige hacia el Gran Hotel Chimú, donde hay un baile. Allí están Ángel Rincón Jaramillo y su esposa junto a un abogado de la poderosa Sociedad Nacioanl de Pesquería, llamado Lavalle. Conversan sobre las barriadas del Gran Chimbote y lo comparan con Lima. De inmediato y de manera confusa, volvemos a situarnos en la conversación que Esteban mantiene con Moncada.

Luego el narrador relata que la amistad entre Esteban y Moncada despierta cierta incomodidad entre los vecinos y presenta la relación de Jesusa con su marido. Ella le ruega que se confiese para aliviar su enfermedad, pero él se niega. Cuando se enoja, la golpea y abusa sexualmente de ella. Ambos tienen creencias diferentes, ella pretende que su marido se confiese y converse con un sacerdote al que llama "el Hermano". Esteban cree que su relación con Dios es más directa y no quiere contarle su historia al sacerdote. Sus creencias combinan el evangelismo con matrices originarias: es un brujo el que le ha indicado que guarde el carbón que escupe mezclado con la flema. Lo han atendido médicos y consideraron que era un milagro que siguiera vivo dado el estado de sus pulmones. También conocemos la historia del hermano de Esteban, que se ha castellanizado, acriollado, tanto que desprecia sus orígenes. Se ha convertido en cocinero y rechaza a su hermano.

Moncada deja a su amigo descansando y se dirige al Club Social Chimbote. Allí se pelea con el portero y con un abogado, y un policía lo lleva hasta su casa. Después vuelve a visitar a Esteban, que trabaja con una máquina de coser. Jesusa ha empeñado esa máquina de coser para obtener un poco de dinero apenas llegaron al mercado, pero han logrado recuperarla. El hombre se siente debilitado, pero se da ánimos, fuerza y entusiasmo apoyándose sobre la máquina. Lo acompaña el canto de varios sapos, animal con el que siente afinidad.

Análisis

Los Capítulos III y IV conforman un segmento muy extenso de la obra y desarrollan argumentos y secuencias un poco más claros y ordenados que los dos primeros capítulos de la ficción. A su vez, presentan trazos más realistas: conocemos más detalles y especificaciones de los conflictos entre patrones, sindicatos y trabajadores de la industria pesquera, por un lado, y de la realidad de los serranos que trabajan en torno a los mercados, por el otro.

El Capítulo III es, sobre todo, una larga conversación entre Rincón Jaramillo y el visitante. La charla se produce mientras recorren la fábrica. La sola presencia de don Diego simboliza el poder controlador de Braschi: el gran industrial envía a este visitante para que supervise el funcionamiento de la fábrica. Así, en este capítulo se hace muy evidente una cuestión presente en toda la obra: Braschi, aunque no es un personaje concreto porque nunca está en escena ni participa de los diálogos, es una presencia constante.

Ese es uno de los trazos realistas que aporta este segmento, ya que el recorrido por la fábrica permite entender mejor la compleja relación capitalista que se establece entre los dueños y los distintos trabajadores. A su vez, los protagonistas del capítulo, Ángel y Diego, son figuras intermedias: son empleados, pero tienen trabajos más jerarquizados que los obreros comunes y, por eso, ganan más dinero. En varios comentarios de don Ángel se percibe la defensa acérrima de la industrialización acelerada que atraviesa Chimbote (y Perú en su conjunto) en relación a la pesca y la producción de harina y aceite de anchoveta. El jefe de la planta también se identifica más con los intereses de los patrones que de los trabajadores.

El realismo aparece de manera todavía más potente cuando don Ángel explícitamente declara que la empresa ha despedido a muchísimos trabajadores y, al mismo tiempo, ha logrado maximizar su productividad y sus ganancias. Esto, a su vez, es la explicación literaria e histórica del desarrollo de Chimbote como gran ciudad-puerto a mediados del siglo XX. Como se ha mencionado, Arguedas trabaja entre la antropología y la literatura, y esta novela, si bien tiene personajes y escenas ficcionales, se basa en un contexto histórico real.

En palabras de Rincón Jaramillo: “Más obreros largamos de las fábricas más llegan de la sierra. Y las barriadas crecen y crecen, y aparecen plazas de mercado en las barriadas con más moscas que comida” (124-125). Es interesante el uso que hace de la primera persona del plural (“largamos”), que demuestra su posicionamiento del lado de los patrones y no de los trabajadores, víctimas de esta cruel realidad. Además, la cita da cuenta del desarrollo de los mercados y los barrios nuevos como consecuencia del crecimiento de la industria pesquera. Lo mismo ocurre con las cantinas y burdeles, abiertos para que los pescadores despilfarren sus salarios. Aquí se explica todo el engranaje económico y social de la ciudad. Arguedas es crítico de ese funcionamiento, pero, curiosamente, lo narra a través de la voz de un personaje que está a favor de esa dinámica capitalista.

Por otra parte, la concatenación de imágenes visuales relacionadas con la vestimenta de don Diego es uno de los procedimientos literarios más potentes del capítulo. Desde el inicio la narración se detiene en sus ropas: se destaca el gris de su gorra y los botones dorados de su chaqueta. Esto es singular, además, porque la novela no describe demasiado la vestimenta de otros personajes. En el caso del visitante la ropa es un elemento que marca su excentricidad: se viste a la moda europea. Sin embargo, es un personaje complejo; su lengua tiene algunas marcas de las culturas indígenas y toma caldito de anchoveta con los obreros como si fuera uno más. Asimismo, esta secuencia de imágenes visuales encuentra su punto álgido cuando los dos hombres se mueven y cantan al ritmo de una “yunsa”, ritmo serrano, y la vestimenta de don Diego se transforma en un traje indígena de manera mágica.

La evolución del Capítulo IV, al igual que la del Capítulo II, se produce de la mano del loco Moncada, que visita a Esteban de la Cruz, su amigo. Se retoma el tono realista del Capítulo III, pero esta vez narra las experiencias de los que trabajan por fuera de las fábricas, sobre todo de Esteban, migrante serrano que ha trabajado como minero en Cocalón y tiene los pulmones contaminados de carbón. Su enfermedad es fatal y no puede hacer muchos esfuerzos. El relato de Esteban es una denuncia potente porque funciona como un ejemplo de una realidad que ha afectado a muchos hombres indígenas pobres. Tal como expresa Jesusa, su esposa, todos los mineros han muerto con los pulmones intoxicados por trabajar en condiciones inhumanas en las minas.

Otra línea del capítulo, aunque no se desarrolla tan extensamente, es la relación violenta que tienen Estaban y Jesusa: él la golpea y abusa sexualmente de ella. En este punto la obra exhibe nuevamente una conexión entre el tema de la violencia y los modos de presentar la sexualidad y las relaciones de género en Chimbote. En los primeros capítulos esa conexión se produce con las prostitutas y en los burdeles, espacios donde es más estereotipada la relación entre el sexo y la violencia, pero en esta parte de la narración, la encontramos como característica de los matrimonios.

Ahora bien, la prosa de Arguedas también combina estas denuncias (propias de la dimensión realista de la obra) con otros elementos mágicos. Esto se observa con nitidez en las creencias indígenas de Esteban. Por recomendación de un brujo, el hombre guarda el carbón que escupe junto a su flema al toser. El brujo ha conversado con el espíritu de la montaña, aukillu, y asegura que hay que devolverle 5 onzas de ese carbón para que los pulmones sanen.