El sabueso de los Baskerville

El sabueso de los Baskerville Sir Arthur Conan Doyle y el espiritismo

A pesar del carácter marcadamente racional de Sherlock Holmes, el autor de las novelas, Arthur Conan Doyle fue uno de los más reconocidos espiritistas del mundo. Esta creencia sostiene que el alma humana vive después de la muerte y es posible comunicarse con ella a través de un médium. Gracias a su prestigio y reconocimiento, Conan Doyle pudo aportarle una cuota de credibilidad a la experimentación psíquica y paranormal, y también al espiritismo. Ya en la década de 1920, el escritor se había convertido en uno de los más visibles defensores de la causa del espiritismo en Europa y América. Su formación en medicina y el reconocimiento popular por sus narraciones policiales lo situaban claramente en las filas del racionalismo, la formación académica y la ciencia, y lejos del delirio místico. En este sentido, Conan Doyle fue uno de los últimos intelectuales con formación científica que invirtió tanta energía en la divulgación de la doctrina espiritista

Atraído por los fenómenos paranormales, Doyle decidió ingresar a la Society for Psychical Research en 1891. Como miembro, participó de numerosas experiencias: escritura automática (del médium habitado o habitada por un espíritu o por una fuerza de los vivos), mediumnidad parlante, fotografía espiritista, materializaciones de entidades espirituales, entre otras prácticas habituales

Este interés del autor en el espiritismo es llamativo, ya que se tiende a pensar que ciertos perfiles cultos rechazan esta creencia en lo sobrenatural. Sin embargo, el espiritismo da una vuelta de tuerca a la simple superstición, ya que ofrece “pruebas” empíricas de aquello que es inexplicable por la ciencia. Durante las experimentaciones espiritistas, Conan Doyle registra todos los fenómenos: le coloca un termómetro al alma, mide el peso del espíritu, deja anotada la presencia de una visita del más allá.

Esta combinación de espiritualidad y empirismo aparece en El sabueso de los Baskerville. La presencia de esta criatura sugiere una explicación sobrenatural. Sin embargo, finalmente se descubre que era un artificio diseñado por Stapleton para aterrorizar a los Baskerville. Con esta resolución, Doyle sugiere que la creencia en el otro mundo solo debería producirse después de haber explorado todas las vías empíricas sin haber obtenido una respuesta.