El perseguidor

El perseguidor Temas

El tiempo

La percepción del paso del tiempo y las formas de experimentarlo es el tema principal del relato. Tal como lo expresa Bruno, Johnny está obsesionado por el tiempo. En la primera escena, cuando Bruno llega a la pieza de hotel que Johnny y Dédée comparten, el jazzman le cuenta su experiencia con el metro: mientras el tren se mueve de una estación a otra, Johnny logra abstraerse, pensar, recordar e imaginar cosas durante un tiempo prolongado (él menciona que todas aquellas cosas podrían pensarse como mínimo en 15 minutos), para descubrir que en verdad solo ha pasado el tiempo que el tren tarda en moverse entre dos estaciones, que es un minuto y medio.

Esta percepción magnificada del tiempo fascina a Johnny, y es una dimensión a la que también puede acceder mediante la música: cuando toca su saxo, el jazzman entra a una dimensión temporal magnificada, que nada tiene que ver con la cronología cotidiana ni con la organización convencional y reglada del tiempo. Bruno, por el contrario, representa el tiempo cronológico, racional y productivo; el tiempo de la rutina, el trabajo y la familia. El tiempo de Bruno es el tiempo funcional establecido por las convenciones sociales, mientras que el de Johnny es todo lo opuesto: es una búsqueda constante por fuera de la rutina y de la organización para la productividad.

Johnny persigue un tiempo elástico que pueda escapar de las estructuras sociales para generar momentos plenos que aparecen como agujeros o pausas en el continuo temporal.

En el relato, la muerte de Bee recuerda a Johnny la imposibilidad de escapar al tiempo cronológico que empuja a todos los seres hacia la muerte, y esto lo sume en la desesperación.

La función del crítico de arte

"El perseguidor" es un relato que se construye a partir del contrapunto entre Johnny, un jazzista que lleva adelante una vida desordenada y problemática, y Bruno, su amigo y biógrafo, que es un crítico de jazz cuya principal función es interpretar y dar coherencia a la obra de Johnny.

Como crítico, Bruno presenta una mirada racional sobre la realidad y la obra del artista: su función es clasificar la realidad en información que sea de fácil acceso y comprensión para el público general. En ese sentido, la biografía que Bruno escribe sobre Johnny es un ordenamiento mediado por la razón de una vida que rechaza todo ordenamiento.

Además, a partir de las charlas que sostiene con Johnny, Bruno se da cuenta de que el artista muchas veces no es capaz de dimensionar la importancia que su obra tiene en el panorama cultural, y llega a la conclusión de que producir arte y comprenderlo son cosas totalmente diferentes, que no siempre se acompañan. Tal como lo expresa Bruno:

... de pronto me alegra poder pensar que los críticos son mucho más necesarios de lo que yo mismo estoy dispuesto a reconocer (...) porque los creadores, desde el inventor de la música hasta Johnny pasando por toda la condenada serie, son incapaces de extraer las consecuencias dialécticas de su obra, postular los fundamentos y la trascendencia de lo que están escribiendo o improvisando. (p. 346)

Así, la función del crítico de arte es una contracara necesaria de la creación artística.

Las adicciones

El consumo problemático de sustancias adictivas es un tema que se problematiza a lo largo del relato. Bruno, que representa la dimensión más estructurada y convencional de la sociedad, desaprueba las conductas excesivas de Johnny y las considera como las principales causantes de sus problemas. Entre estas conductas, la más censurable es el consumo de marihuana. Bruno se pasa buena parte del relato preguntándose quién está proveyéndole a Johnny la marihuana que consume, suponiendo que es la marquesa (quien es la primera que lo ha introducido en el consumo) o Dédée, su nueva pareja.

Desde la visión convencional de Bruno, la marihuana es la causante de los delirios de Johnny y la responsable de lo que parecen ser sus brotes psicóticos, y no para de preguntarse qué lograría hacer el músico si no consumiera tanto. Sin embargo, desde la perspectiva de Johnny, el consumo problemático no es ni una evasión ni un problema verdadero, puesto que él rechaza de lleno todas las estructuras sociales convencionales y la idea del adulto responsable, funcional y productivo. Desde esta mirada, el consumo de marihuana no es causante de ningún problema, sino que es una de las formas de experimentar la realidad que tiene Johnny.

La locura

Este tema se relaciona con el consumo de marihuana y con la vida del artista. Desde la perspectiva del narrador, Johnny es un pobre diablo que ha enloquecido. Más allá del talento increíble que tiene para la música, su inteligencia es mediocre y hasta lo más simple de la realidad se le escapa. Esta forma de interpretar la vida de Johnny tiende a patologizar cualquier conducta que se escape a lo convencional. Para Bruno es fácil diagnosticar que Johnny está loco porque no sabe manejarse con los códigos sociales que él considera más básicos. Además, las cosas que Johnny dice sobre las urnas que encuentra en los parques o la concepción que tiene del tiempo son delirios absolutos que delatan la precariedad de sus estructuras psíquicas.

Sin embargo, otra lectura que es posible realizar a partir de la búsqueda constante en la que se encuentra Johnny implica considerar que aquello que para la convención o la norma social es una conducta patológica, en verdad es una forma de explorar la realidad y que no está acompañada necesariamente de la locura. Desde esta perspectiva, Johnny no es un loco delirante, sino que es un artista que elige, de forma consciente como lo expresa al final del relato, moverse por fuera de las convenciones y experimentar la realidad de una forma totalmente diferente a la convencional. Esta forma diferente, vista desde la norma, es interpretada como pura locura.

La vida del artista

"El perseguidor" es un relato que explora la vida de un artista y trata de comprenderla, en primera instancia, desde la óptica de un crítico de arte que representa las estructuras sociales convencionales. Desde esta óptica, el artista es un bohemio que vive de forma caótica y desorganizada, entregado al consumo de sustancias que alteran su percepción de la realidad e incapaz de organizar su vida cotidiana o de llevar adelante la rutina propia del hombre productivo.

Sin embargo, todo el relato contrapone a esta óptica otra perspectiva, que es la propia del artista, representado por Johnny. Desde la perspectiva de Johnny, el artista no es un bohemio al margen de la sociedad, sino que es una persona totalmente inmersa en el mundo y en la realidad, que se arroja a la exploración de la realidad, aun cuando sabe que dicha exploración puede cobrarse un precio muy alto. Johnny experimenta una forma particular de estar en el mundo, un sentir magnificado al que accede en ocasiones a través de su música y que lo sustrae del tiempo cronológico. Así, encuentra los agujeros (como él los llama) de la realidad, aquellos agujeros que las convenciones quieren tapar a toda cosa. Asomarse a esos agujeros implica exponerse a un conocimiento que es fascinante y terrible al mismo tiempo. Fascinante, puesto que revela una profundidad inconcebible para la alienación cotidiana, pero terrible porque después de haberlo conocido, la realidad cotidiana presenta una pobreza desesperante.

El jazz

"El perseguidor" es un cuento extenso dedicado al mundo del jazz de los años 50. Cortázar basó a su protagonista, Johnny Carter, en un famoso jazzista norteamericano: Charlie Parker. Charlie, apodado Yardbird, es uno de los jazzistas más famosos y figura clave para la evolución del género, especialmente por ser considerado uno de los iniciadores del estilo llamado bebop, que se basa en la improvisación sobre una base melódica.

Cortázar era un gran amante del jazz y sostenía que este género lo ayudaba particularmente a escribir, puesto que lo empujaba hacia una especie de trance (al que llamaba état second) muy productivo para la creación artística.

En "El perseguidor", Cortázar explora el ambiente del jazz como un espacio fértil para la rebelión contra los esquemas tradicionales y una búsqueda de nuevos caminos de expresión, tanto a nivel musical como cultural y social. Esto puede observarse en la vida que lleva adelante Johnny; así como la genialidad de su música se fundamenta en la improvisación, toda su existencia se organiza de forma semejante: Johnny escapa a toda estructura social y vive en un presente indeterminado. En ese sentido, Johnny utiliza su música y otros elementos, como el consumo de drogas, para explorar la realidad y encontrar en ella un sentido magnificado que se escapa en la rutina cotidiana; dicha búsqueda es propia del mundo del jazz, como puede observarse en toda la literatura de la generación beat.