Antes que anochezca

Antes que anochezca Resumen y Análisis Capítulos 18-30

Resumen

Capítulo 18: “Holguín”

Bajo el gobierno dictatorial de Batista, la ya precaria situación económica de la familia empeora aún más, al punto de que el abuelo decide vender la finca, y la familia debe mudarse a Holguín, un pueblo cercano. El cambio es doloroso y hace llorar a todos: se termina “una época de absoluta miseria y aislamiento, pero también de un encanto, una expansión, un misterio y una libertad” (55) que ya no lograrían encontrar en ningún otro lugar. Holguín le resulta a Reinaldo un espacio carente de personalidad e interés y le parece “una inmensa tumba” cuyas casas bajas son como “panteones castigados por el sol” (56).

En ese entonces, Reinaldo comienza a trabajar en una fábrica de dulces de guayaba y los días del cobro aprovecha para ir al cine, “el único lugar al que uno podía entrar y escapar de la ciudad, al menos por unas horas” (56). Influido por las películas mexicanas y norteamericanas, empieza a escribir sus primeras novelas, las cuales considera horribles pese a que su madre diga que son lo mejor que ha escrito.

Capítulo 19: “El Repello”

A sus trece años, Reinaldo se siente presionado por el ambiente machista que se respira en Holguín y en su familia. Para entonces, tiene amoríos con algunas jóvenes del pueblo mientras se encuentra secretamente enamorado de Carlos, uno de sus compañeros de la fábrica. La relación con Carlos se transforma rápidamente en una amistad y empiezan a ir juntos al cine.

Un día, Carlos lo lleva a El Repello, un burdel situado en una loma llamada La Frontera. Ese nombre le resulta “muy apropiado” a Reinaldo puesto que, al atravesar “aquel barrio, se había traspuesto la barrera de la civilización o de la hipocresía y cualquier cosa podía suceder” (58). Allí, Reinaldo consigue acostarse con una prostituta llamada Lolín y así tiene su primera consumación sexual con una mujer.

La casa familiar de Holguín es mucho más pequeña que la finca donde vivían, por lo que ya no hay habitaciones para que nadie duerma solo. Debido a ello, los abuelos de Reinaldo, que antes dormían separados, vuelven a tener relaciones sexuales. Para salir de allí, Reinaldo comienza a ir a dormir a la casa de una de sus tías, donde comparte la cama con su primo Renán, un “don Juan” (60) de dieciséis años que tiene por costumbre masturbarse cuando cree que Reinaldo duerme. Lejos de enojarse, Reinaldo disfruta esta situación.

En esos años, Reinaldo comienza a asistir a la escuela Primaria Superior. Allí se enamora de su profesor de gramática, un hombre de unos sesenta años, del cual se rumorea que es homosexual. Pese a ello, Reinaldo aumenta sus noviazgos con otras jóvenes para que nadie descubra su verdadera orientación sexual. Un día, sin embargo, un compañero de la escuela le dice, “con un diabolismo completamente sincero”, que es un “pájaro (...) un hombre al que le gustan otros hombres” (61).

En 1957, vuelven su tía Mercedita y Dulce Ofelia para pasar una temporada en Holguín. Dulce Ofelia y Carlos se ponen de novios rápidamente, lo cual le produce celos a Reinado. Para peor, Dulce Ofelia se suma a sus visitas al cine, una actividad que antes compartía con Carlos a solas. Cuando su tía y Dulce Ofelia vuelven al cine, Reinaldo se distancia de Carlos y no vuelven a ir al cine juntos.

Capítulo 20: “Pascuas”

En 1957 se produce la masacre perpetrada por el Gobierno de Batista y conocida como “las Pascuas Sangrientas”, “debido a la cantidad de asesinatos políticos que en ese momento cometió el Gobierno” (62). Si bien este episodio histórico es conocido como un enfrentamiento entre los guerrilleros de Fidel Castro y las tropas de Batista, Reinaldo dice que la mayoría de los muertos son “estudiantes, miembros del Movimiento 26 de Julio o simples simpatizantes de Castro (...), quienes fueron capturados en las ciudades, torturados y asesinados y luego tirados en una cuneta para amedrentar a la población” (62). Aunque Fidel Catro hable de unos veinte mil muertos -cifra que se convierte en “algo mítico (...) simbólico” (62)-, Reinaldo descree que hayan bajas significativas entre los soldados de Castro y los de Batista. Para él, no se produce una guerra sino la reacción de un pueblo contra el dictador. Por eso, por todos lados se percibe el desprecio hacia su régimen y aparecen banderas del 26 de Julio.

Capítulo 21: “Rebelde”

Hacia 1958, la situación social y económica se vuelve insoportable para Reinaldo, quien sólo tiene deseos de irse de Holguín. Para conseguirlo, considera unirse a los rebeldes con Carlos, “participar juntos en alguna batalla y perder la vida o ganarla; pero hacer algo” (64). Reinaldo le hace la propuesta a su amigo, él accede y pactan escapar juntos a un pueblo cercano llamado Velasco. Lugar que, se rumorea, estaba tomado por los rebeldes. Pese a ello, cuando Reinaldo lo va a buscar al día siguiente, Carlos no aparece.

Reinaldo decide hacer el intento de todas maneras y parte hacia Velasco. Al llegar al lugar, no encuentra a ningún rebelde y se queda lo que resta del día sentado en un banco mientras medita qué hacer. Al anochecer, se le presenta un hombre llamado Cuco Sánchez, quien le pregunta si viene a alzarse. Reinado asiente y el hombre lo lleva a su casa. Es el único hijo hombre de una familia en la que todos los otros hijos se han unido a las tropas de Castro. Cuco había decidido quedarse allí para cuidar a su madre y a su esposa, quienes viven en la hambruna y la miseria.

Cuco Sánchez termina por llevarlo a Sierra de Gibara, lugar donde se reunían los rebeldes y en el que Reinaldo tiene una entrevista con su capitán, Eddy Suñol. En la entrevista, Eddy rechaza la solicitud de Reinaldo debido a que es demasiado joven y no tiene armas. Luego le dice que, si realmente quiere unirse, debe dirigirse nuevamente a Holguín, asesinar a un policía, robarle el arma y volver al campamento.

A la semana, Reinaldo vuelve a su casa, donde se entera que la policía de Batista lo busca por rebelde. Por ese motivo, parte para Velasco con las manos vacías. Como no lo pueden dejar a la deriva, los rebeldes lo aceptan y él empieza a trabajar en lo que le piden. Reinaldo nunca participa de un combate y sostiene que “La guerra fue más bien de palabras” ya que todo el mundo decía que había miles de rebeldes “armados hasta los dientes” (67), cuando en realidad sólo tenían unas pocas armas precarias. Además, en ese tiempo es testigo de varias injusticias cometidas por los rebeldes: “Antes de que Fidel castro tomara el poder, ya habían comenzado los fusilamientos de las personas contrarias al régimen (...); se les llamaba «traidores»; esa era y es aún la palabra” (67).

Finalmente, Batista huye de Cuba el 31 de diciembre de 1958. Días después, Fidel Castro llega a La Habana rodeado de un aura de gloria, acompañado por tanques de guerra y vitoreado por sus tropas y por “el pueblo que ya estaba cansado de Batista” (68). En Holguín, a Reinaldo le dan una bandera del 26 de Julio y lo reciben a él, junto a otros rebeldes, como héroes. Los rebeldes, según recuerda, comienzan a ser objeto de la fascinación en la prensa mundial debido a que son “guapos, jóvenes y viriles”. De hecho, “las mujeres y también muchos hombres de la ciudad se volvían locos por aquellos peludos; todos querían llevarse algún barbudo a la casa” (68). Para entonces, Reinaldo sólo tiene quince años y aún no le ha crecido la barba.

Capítulo 22: “La revolución”

La Revolución castrista comienza en 1959 “Y, con ella, (...) el gran entusiasmo, el gran estruendo y un nuevo terror” (69). En ese periodo se inicia una cacería contra los soldados de Batista y los «tigres» de Masferrer, “un político cubano y a la vez un gángster; términos que no se excluyen” (69). Los primeros días, muchos son asesinados sin que se realice juicio alguno. Más tarde, se crean “los llamados «tribunales revolucionarios»” (69), donde se fusila a la gente rápidamente, con la mera justificación de alguna delación sin demasiado fundamento. Para Reinaldo, los juicios son “representaciones teatrales” donde la gente se divierte viendo condenar a otros por causas muchas veces banales o por venganzas personales.

Treinta años después, aún Fidel Castro sigue celebrando esos juicios teatrales, “Pero ahora Castro ya no fusila a los esbirros de Batista, fusila a sus propios soldados y a veces hasta a sus propios generales” (70). Reinaldo se pregunta cómo es que ni el pueblo ni los intelectuales advirtieron que estaba comenzando “una nueva tiranía, aún más sangrienta que la anterior” (70). Luego contempla que, quizá, la sed de venganza era superior a las injusticias cometidas. Además, advierte, no sólo se cometían injusticias, y los “fusilamientos se realizaban en nombre de la justicia, la libertad y, sobre todo, en nombre del pueblo” (70).

En 1960, la mayoría del pueblo sigue apoyando los fusilamientos. Reinaldo recuerda a las multitudes enardecidas gritando la palabra ‘paredón’ en la Plaza de la Revolución. En medio de estos sucesos históricos, Reinaldo es parte de la propia Revolución, lo que le permite salir de Holguín, estudiar, y comenzar otra vida.

Capítulo 23: “Un estudiante”

Reinaldo obtiene una beca para estudiar contaduría agrícola en el campamento militar La Pantoja, “una de las primeras becas que el Gobierno de Castro creó porque era un centro para formar jóvenes comunistas”. Al igual que Reinaldo, la mayoría de los que ingresan no son conscientes del verdadero objetivo de la beca.

Durante ese periodo, Reinaldo oculta su homosexualidad por completo debido a que los homosexuales son castigados con la expulsión e, incluso, con el encarcelamiento. Él conoce algunos casos de jóvenes que tuvieron prácticas homosexuales y, por ello, habían sido expulsados de forma siniestra, golpeados por sus compañeros y siendo privados de cualquier otra forma de educación superior en Cuba. Reinaldo reflexiona que en ese momento “el Estado ya empezaba a controlarlo todo” y que “ser pájaro en Cuba era una de las calamidades más grandes que le podía ocurrir a un ser humano” (72).

Además de su formación como contador agrícola, los estudiantes reciben clases de marxismo y leninismo. Meses después, terminan por avisarles que no son simples estudiantes sino “la vanguardia de la Revolución y, por lo tanto, jóvenes comunistas y soldados del ejército” (72). La función de los becados, entonces, será la de llevar la contaduría y la administración de las granjas estatales.

Irónicamente, muchos de los profesores son homosexuales y tienen relaciones con sus alumnos. Reinaldo considera que varios de los alumnos que allí asisten son “«bugarrones», es decir, homosexuales activos” (74). Pero eso no significa un problema porque en Cuba sólo se consideran homosexuales aquellos que cumplen el rol de pasivos.

Capítulo 24: “La Habana”

En 1960, Reinaldo visita por primera vez La Habana, debido a que Fidel Castro precisa de público para llenar la Plaza de la Revolución a causa de un discurso. Junto a los otros becados, Reinaldo se hospeda en el hotel Habana Libre. Rápidamente se enamora de la ciudad; siente que es un lugar donde puede perderse y donde a nadie le importa quién es. Allí, “las «locas» de La Habana” (75) se enloquecen por los becados, a quienes pagan para poder intimar con ellos.

Capítulo 25: “Fidel Castro”

Al día siguiente, Fidel Castro se presenta en el hotel Habana Libre y realiza un discurso para los becados. Allí les dice que ellos serán los encargados de conducir las primeras granjas del pueblo y que deben “estar muy honrados y absolutamente politizados y revolucionarios” (77). Reinaldo advierte que algunos de esos discursos tienen la función de enrolar a los jóvenes para batallar contra la dictadura de Trujillo en Santo Domingo. Muchos jóvenes mueren en esas batallas. Aunque Reinaldo se enrola, la batalla finaliza antes de que lo trasladen. Reinaldo reflexiona que siempre ha logrado escapar de la muerte pero ahora, con su enfermedad, la cosa es distinta.

Capítulo 26: “Himnos”

Reinaldo vuelve al campamento a estudiar. Para entonces, se siente gratificado con su nueva vida. Tiene “un plan, un proyecto, un futuro, bellas amistades, grandes promesas, una inmensa tarea a realizar” (79).

Con el tiempo, sin embargo, comienza a “notar cierto desencanto en algunas personas” (80). Su madre vuelve de Miami y le informa que casi no se consiguen productos básicos en los mercados, pero él no le hace caso ya que todo lo esencial se lo provee la Revolución. Además, el Gobierno de Castro realiza un cambio en la moneda oficial de Cuba, desvalorizando la antigua. Esto produce una pérdida de capital en las clases altas y una recaudación mayor del Gobierno castrista, al tiempo que imposibilita el uso de la nueva moneda para los intercambios internacionales. También se entera que el Gobierno ya había “intervenido gran parte de las propiedades privadas” (81).

En este periodo, Reinaldo visita Velasco y allí se entera de que la familia de Cuco Sánchez, quienes le facilitaron la entrada con los rebeldes, habían sido intervenidos en su negocio por el Gobierno y estaban en la ruina. Ahora, Cuco Sánchez es un prófugo de la justicia. Para entonces, Reinaldo tiene diecisiete años y, aunque es consciente de que los están adoctrinando, aún cree que la revolución es algo bueno. Por esa época, la Revolución castrista todavía no se declara oficialmente comunista.

En este contexto, Reinaldo se gradúa como contador agrícola y continúa con sus pretensiones literarias. Se sigue sintiendo, a pesar de los años, igual a ese niño que “paseaba por el campo, medio desnudo, cantando grandes canciones casi operáticas” (81).

Capítulo 27: “La Candela”

En abril de 1961 se produce la invasión a Playa Girón a manos de tropas de cubanos exiliados, apoyados por el Gobierno de Estados Unidos. Para defender el lugar, Reinaldo y otros becados son reclutados. Antes de que lleguen las tropas de Castro derrotan a los invasores. Esa noche se proyecta un discurso de Fidel Castro en el que se termina de afirmar el carácter comunista de la Revolución cubana. Cientos de jóvenes, entre los que se encuentra Reinaldo, salen a marchar y a vitorear consignas comunistas y ofensas contra el imperialismo norteamericano. Reinaldo compara la formación recibida con la adopción de una nueva religión fanática, y a él y a sus compañeros como frailes y monjes encargados de esparcirla por toda la Isla.

En ese periodo, se crea la ORI (Organización de Revoluciones Integradas), a la cual empiezan a llamar “La Candela”. Eventualmente, Fidel Castro descubre que algunos dirigentes de La Candela conspiran contra él y los encarcela, quedando él a su cargo: “pasó a ser la ORI, el jefe de todas las «organizaciones integradas»” (84).

Luego de estos acontecimientos, Reinaldo parte hacia la granja que le designan para trabajar, no sin antes visitar la casa de su familia, en Holguín.

Capítulo 28: “El teatro y la granja”

Al visitar Holguín, Reinaldo se encuentra con que el Estado le había intervenido la bodega a su abuelo, uno de los pocos sostenes familiares. Su abuelo, que antes era un lector ávido e interesado de la política, ahora se pasa el día encerrado y hablando solo. Para entonces, la prensa está “casi completamente controlada” y ya no hay libertad de expresión, sólo hay “libertad para decir que había libertad o para ensalzar al régimen, pero jamás para criticarlo” (85). Además, Fidel Castro se transforma en una suerte de fiscal general, con más poder en los tribunales que los propios jueces.

A finales de 1961, Reinaldo llega a su primera granja y se encuentra con un paisaje deprimente en el que los campesinos ya no son dueños de sus tierras y deben trabajar como jornaleros. Por otro lado, las autoridades gubernamentales a cargo no son capaces de hacer prosperar la cría de animales y la agricultura, eso sin contar los hurtos que ellos mismos realizan. Por este motivo, las cuentas que lleva Reinaldo van siempre a pérdida. De su sueldo, Reinaldo le pasa una parte a su madre. Nuevamente, recuerda, su “compañera más íntima era el hambre” (87)

Capítulo 29: “Raúl

Los fines de semana, Reinaldo regresa a su casa familiar. Para hacerlo debe tomar unos taxis particulares, los botes, que van recogiendo personas en el trayecto. En uno de esos transportes conoce a Raúl, con quien intima disimuladamente a lo largo del viaje. Luego de este acontecimiento, los hombres comienzan a frecuentarse, y Raúl le hace conocer un bar para homosexuales. Reinaldo empieza a llegar al hogar familiar con mucha alegría, lo cual parece “una ofensa para aquella casa, llena de mujeres abandonadas y de dos viejos ya un poco amargados” (90).

Con el tiempo, Raúl lo abandona, y Reinaldo queda muy herido. No le interesa conseguir nuevos amantes, porque en ese tiempo aún tiene una concepción de las relaciones eróticas distinto: “Quería un amor fijo, quería algo que tal vez mi madre siempre quiso, es decir, un hombre, un amigo, alguien a quien uno perteneciese y que le perteneciera”. Más adelante, sus ideas al respecto cambian: “El mundo homosexual no es monogámico; casi por naturaleza, por institnto, se tiende a la dispersión, a los amores múltiples, a la promiscuidad muchas veces” (90).

Capítulo 30: “Adiós a las granjas”

Eventualmente, el Gobierno convoca a un curso de planificación en la Universidad de La Habana, y Reinaldo se postula con la esperanza de abandonar la granja. Una vez en La Habana, se hace amigo Roberto Bolívar, quien le confiesa que es homosexual y lo invita a participar de sus aventuras eróticas con otros hombres. Reinaldo se niega ya que no quiere hacer pública su orientación sexual y aún cree que puede corregirla. Un día, Roberto lo lleva a la Biblioteca Nacional, donde le presenta a sus amigos, casi todos homosexuales.

Para 1963, Roberto y Reinaldo se mudan juntos para compartir gastos. En ese tiempo se agudizan las persecuciones sexuales y muchos de los amigos de Roberto son llevados “a los campos de concentración de la UMAP, la Unidad Militar de la Ayuda a la Producción. Además, por esa época Reinaldo conoce en la calle a Miguel, un hombre guapo, bien posicionado y con contactos en la farándula habanera, con el que comienza a intimar. Con Miguel, Reinaldo, quien siempre cumplía el “papel de activo (...), pasa a ser receptor” (95). Ello lo satisface plenamente. Más adelante, sin embargo, a Miguel lo apresan y trasladan a una UMAP. Reinaldo no vuelve a saber de él, aunque cree “que lo mataron en el campo de concentración” ya que era “colérico, indisciplinado y amante de la vida” (96).

Separado de Miguel, Reinaldo vuelve a deambular por las calles de La Habana hasta que un día conoce a Raúl Martínez, un pintor con quien comienza a intimar y a hospedarse en su casa.


Análisis

A lo largo de estos capítulos, Reinaldo abunda en las referencias a la historia política y militar de Cuba, narrando su propio periodo de maduración desde la adolescencia en relación con estos acontecimientos. Como podemos apreciar, él apoya en un principio a la Revolución pero, una vez que el castrismo asume el poder, progresivamente comienza a tomar una perspectiva más crítica ante este, y a adquirir conciencia de la situación peligrosa en que lo deja el nuevo régimen debido a su identidad sexual disidente. Tal como desarrollamos en la sección Temas, la cuestión de “El activimo político” de Reinaldo ocupa en este periodo de su vida un lugar central, entrando en tensión, asimismo, con el tema de “La homosexualidad”.

En el Capítulo 18 que lleva como título “Holguín”, Reinaldo relata la crisis económica en la que se hunde su familia luego del golpe de Estado perpetrado por el dictador Fulgencio Batista en 1952. Esta crisis desencadena la decisión de vender la finca del campo y la posterior mudanza de la familia a Holguín, un pueblo humilde y poco interesante que a Reinaldo se le hace parecido a “una inmensa tumba” (56). La nueva casa se le hace insoportablemente pequeña a Reinaldo: “Había solamente dos cuartos para diez personas” (59). A la cuestión de la pobreza, presente ya en capítulos anteriores, se le suma ahora la de la inaccesibilidad a una vivienda digna propia; ambas problemáticas recurrentes en toda la obra y vinculadas en forma estrecha al tema de “La supervivencia”.

El golpe de Estado de 1952 se produce por la intervención de Fulgencio Batista en las elecciones que se iban a realizar ese mismo año, en las que sus posibilidades de ganar eran escasas debido a la inmensa aceptación que el Partido del Ortodoxo -al cual adscribe el abuelo de Reinaldo- tenía en la sociedad. Con el apoyo de las milicias y del Gobierno de los Estados Unidos -que tenía varios intereses económicos depositados sobre la Isla-, Batista consigue cancelar las elecciones y detentar el golpe. Entre los cambios más perjudiciales para la sociedad cubana, Batista suspende el Congreso, suprime el derecho a la huegla y reestablece la pena de muerte. Además, sus políticas afectan económicamente a la mayoría del pueblo cubano.

Mientras la dictadura de Batista se encuentra en el poder, distintos actores sociales comienzan a organizarse clandestinamente con el objetivo de hacerlo caer. Entre estos, destaca la agrupación revolucionaria llamada Movimiento 26 de Julio; organización liderada por Fidel Castro, un importante referente del Partido Ortodoxo que había sido fundado por Eduardo Chibás. El Movimiento, además, cuenta con la importante participación de su hermano Raúl Castro y de Ernesto “Che” Guevara.

En el Capítulo 20 titulado “Pascuas”, la obra refiere a otro acontecimiento cruento de la historia de su país: las Pascuas Sangrientas, momento en el que el régimen de Batista comete una serie de violentos asesinatos a varios opositores a la dictadura. Un año después, Reinaldo se cansa de la situación de miseria que atraviesa en Holguín y decide sumarse a las tropas de rebeldes organizadas por el Movimiento 26 de Julio. Es importante enfatizar sobre este punto que el periodo de activismo militante de Reinaldo no se encuentra motivado por principios políticos o ideales, sino que se le ofrece como la posibilidad de escapar al estancamiento y la pobreza que caracterizan su vida en Holguín, lo que pone en relevancia al tópico de la fuga.

Pese a ello, poco le dura a Reinaldo el entusiasmo revolucionario y pronto comienza a considerar que el castrismo es una forma de tiranía tan sangrienta como la del propio Batista, e incluso más. Luego de la huida del dictador Batista y el triunfo de la Revolución cubana en 1959, Reinaldo consigue, gracias a su cercanía a los rebeldes, una beca para estudiar en las universidades de la revolución. Allí comienza un periodo de autorrepresión de sus impulsos homosexuales, influenciado por las vejaciones, expulsiones, e incluso encarcelamientos que reciben aquellos estudiantes homosexuales descubiertos. Reinaldo es consciente de que “el Estado ya empezaba a controlarlo todo” y que ser homosexual allí “era una de las calamidades más grandes que le podía ocurrir a un ser humano” (72). La interacción entre el tópico del activismo político, entendido como su participación en las tropas rebeldes, y el de la homosexualidad, presentan es esta etapa de su vida una tensión irresoluble.

Pero Arenas no sólo comienza a dudar del nuevo gobierno por su propia disidencia sexual, cuestiona también la cantidad de fusilamientos a los contrarios al régimen -muchas veces inocentes- y la celebración de los “«tribunales revolucionarios»”, “representaciones teatrales” donde la gente se divierte “viendo como condenaban al paredón a un pobre diablo” (69). Tal como analizamos en “La persecución y la fuga”, estamos ante los primeros indicios de un sentimiento de persecución y peligro que no harán más que acrecentarse con el correr de las páginas.

Otros elementos colaboran al paulatino desencanto que empieza a dominar a Reinaldo en relación a la Revolución: la noticia de que Cuco Sánchez ha perdido su negocio por culpa del Gobierno y que, para colmo, ahora es un prófugo de la justicia; los comentarios de su madre acerca la escasez productos básicos en los mercados; el discurso de Castro en el que confirma el carácter comunista de la Revolución cubana; la disolución de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI); la censura sobre la prensa, en la que sólo hay “libertad para decir que había libertad o para ensalzar al régimen, pero jamás para criticarlo” (85); y el hecho de que el poder de Castro en los tribunales sea superior al de los propios jueces. En suma, todos estos acontecimientos se van acumulando a lo largo de esta sección, que terminará presentándonos a un Reinaldo políticamente más definido en su crítica hacia el castrismo.

Al finalizar su formación, Reinaldo comienza a trabajar como contador agrícola y se asombra de la desastrosa administración del Gobierno en las granjas revolucionarias. Terminar sus estudios, sin embargo, lo libera para dar rienda suelta a sus deseos homosexuales sin la presión del entorno homofóbico de los rebeldes. En ese entonces conoce a Raúl, quien lo termina abandonado por no querer atarse a una sola persona. Aunque Reinaldo sufre por ello, con el tiempo comprende que “el mundo homosexual no es monogámico; casi por naturaleza, por instinto, se tiende a la dispersión, a los amoes múltiples, a la promiscuidad muchas veces” (90).

Cabe mencionar, sobre este pasaje, que al presentar a los vínculos homosexuales como esencialmente promiscuos -cuando es algo que tanto puede ser como no-, Reinaldo reproduce una visión heterosexista sobre ellos. David Vilaseca define esta actitud bajo el nombre de “heterosexualization of homosexuality” -heterosexualización de la homosexualidad- (1997: 364). Sobre esto, la crítica tiende a calificar de “inmadura y desoladora la concepción areniana sobre la homosexualidad” al tiempo que se critica “el empleo que hace de un lenguaje predominantemente machista” (Gutiérrez, 2005: 116) al hablar de ella. En otras palabras, Reinaldo recurre a formas de concebir la homosexualidad que muchas veces incurren en prejuicios homofóbicos o machistas.

Para cuando llega a La Habana, Reinaldo aún niega su sexualidad: “Yo me negaba rotundamente, no quería hacer vida pública homosexual, pues aún pensaba que yo podía «regenerarme»” (93). Sin embargo, allí conoce a nuevos homosexuales con quienes comienza a entablar relación. El tema de “La amistad” comienza a ponerse de relieve en esta sección, ya que son estas nuevas personas en la vida de Reinaldo quienes lo ayudan a sobrellevar sus propios prejuicios e instalan en él un sentimiento de comunidad que nunca hasta entonces había tenido.

La pertenencia a una comunidad de homosexuales es fundamental para la supervivencia de Reinaldo en un contexto extremadamente represivo y homofóbico. Consideremos por ejemplo las menciones a las UMAP, esos lugares destinados a la ‘rehabilitación’ de los homosexuales y donde Reinaldo presume que mataron a Miguel. Cabe destacar que el Gobierno oficial desmiente la existencia de estos organismos. Sin embargo, son muchos los testimonios de su existencia. En su libro autobiográfico Dulces guerreros cubanos, Norberto Fuentes califica las UMAP como “verdaderos campos de concentración”: “En Camagüey sólo faltaron los crematorios y cambiar la bandera cubana por la de la esvástica” (1999: 301). Más allá de estos organismos, la vinculación entre los temas de “La homosexualidad” y “La persecución” termina por evidenciarse hacia el final de esta sección.