República

República Resumen y Análisis Libro IV

Resumen

El Libro IV comienza con una pregunta planteada por Adimanto sobre la felicidad de los guardianes en esta polis: dado que sus vidas serán tan sacrificadas, es necesario que vean alguna ventaja o reciban alguna recompensa, ¿o cómo es posible que sean felices?. Sócrates responde volviendo rápidamente a una de sus premisas originales: esta ciudad es útil y necesaria para todos los hombres y no funciona de acuerdo con los intereses de una clase en detrimento de otros sectores. En otras palabras, la felicidad de los guardianes no puede ser más importante que el bienestar general. Además, para los guardianes, la responsabilidad de gobernar será la virtud más elevada, el reconocimiento más noble, y la asumirán de buena gana, como la mayor honra. Los guardianes serán felices al cumplir con sus deberes específicos como miembros de la ciudad.

El protagonista debe continuar resolviendo otra problemática: cómo hará la ciudad para defenderse a sí misma si rechaza la acumulación de riquezas. Es preciso recordar que el dinero genera codicia y competencia entre los hombres, y por eso es muy limitado y regulado en la polis ideal. En primer lugar, les recuerda a sus interlocutores que los ciudadanos no deben caracterizarse ni por la riqueza, que lleva a la vagancia, ni por la pobreza, que implica una gran necesidad y esclaviza a los hombres. Por el contrario, gracias a su educación, deben ser guerreros valientes y valiosos. En segundo lugar, dado que no aman el dinero, estos ciudadanos podrán establecer alianzas muy ventajosas con otras ciudades. La ciudad les ofrecerá las recompensas materiales recibidas tras cualquier victoria a sus ciudades vecinas, y estas se identificarán como aliadas. Finalmente, la unidad de la polis ideal, donde todos se reconocen como hermanos, evitará conflictos internos, gran debilidad de las ciudades corruptas.

En este punto, Sócrates cree que han cumplido la primera parte de su objetivo y vuelve al debate sobre el tema central de la obra. Propone retomar la búsqueda a partir de la evaluación de cada una de las virtudes: sabiduría, coraje, moderación y justicia. Para los participantes del diálogo, la polis que han creado es perfecta y, por lo tanto, debe contener la justicia perfecta. Si separan cada virtud y la analizan, podrán alcanzar la idea de lo justo.

Sócrates define la sabiduría como la toma de buenas decisiones, y cree que los guardianes encarnan lo sabio, por lo que tienen la responsabilidad de conducir la ciudad. El coraje (también llamado "virilidad") reside en aquellos que luchan con fuerza en las guerras, y se relaciona con el conocimiento y la superación del miedo a la muerte. Por su parte, la moderación es la armonía, la templanza y la regulación de ciertos placeres y apetitos; cada individuo debe tener dominio sobre sí mismo, no dejarse dominar por las pasiones. Habiendo despejado estas tres nociones, el filósofo se siente en condiciones de encarar la definición de justicia. En esta zona del libro, además, comienza a mencionarse explícitamente la división del alma, que tendrá las mismas cuatro virtudes.

Tras un primer acercamiento, se concluye de manera tentativa que la justicia "consiste en que cada cual tenga y haga lo suyo" (434a, p. 338). Si bien, por un instante, Sócrates parece tomar esta definición como satisfactoria, rápidamente se desvía hacia una nueva digresión para completar el planteo. Así, determina que el alma tiene tres partes: una conducida por la razón, otra por la valentía y otra por los apetitos. Estas se corresponden con las tres clases sociales de la polis: los gobernantes (racionales, elevados), los guardianes (valientes, fuertes) y los artesanos (corporales, bajos). Esta distinción lleva nuevamente hacia el tema de la justicia.

Sócrates ha creado el escenario propicio para formular una solución final. Entre todos los presentes, resumen brevemente lo que han aprendido desde el inicio de los diálogos hasta el momento. Entonces, Sócrates relaciona la organización jerárquica de la ciudad con la armonía del individuo. Tanto en el hombre como en la polis hay tres principios en funcionamiento que se relacionan entre sí, dado que la parte racional debe organizarlo todo: los gobernantes conducen la ciudad ideal así como la razón conduce al individuo ideal. Y dada esa analogía, se sostiene que la naturaleza de la justicia individual debe ser análoga a la de la justicia colectiva. Así, las ideas sobre la ciudad justa son aplicadas a la concepción del hombre justo: la justicia en el individuo es una armonía entre las tres partes de su alma lograda gracias a su racionalidad, que es la parte más sabia. Contentos con esta definición, los filósofos deciden evaluar a continuación cómo debe ser gobernada esta polis ideal.

Análisis

La objeción planteada por Adimanto mediante su pregunta sobre la felicidad de los guardianes considera a estos hombres como seres pasionales que pueden obtener disfrute a partir de los placeres corporales o del dinero. Sin embargo, los guardianes que define y construye Sócrates son hombres ideales que tienen un total dominio racional de sus propios apetitos, y en ellos se resalta la parte viril, valiente, fuerte. Son hombres moderados que obtienen la felicidad al cumplir con sus responsabilidades ciudadanas.

Aquellos seleccionados por su excelencia entre los guardianes y destinados a gobernar son educados y entrenados para ejercer un rol específico en la polis perfecta. Gobernarla y protegerla es la mayor de las virtudes para ellos. Esta propuesta defiende una organización colectiva de la ciudad y ataca todo individualismo, ya que no prioriza la comodidad de una clase en detrimento de otra. Al mismo tiempo, sin embargo, define a los gobernantes como seres humanos superiores, distintos del resto de los ciudadanos. En cierta medida, iguala a todos los hombres de la polis, pero también genera distinciones fundamentales y establece jerarquías entre ellos. Esas jerarquías son presentadas como necesarias y casi naturales.

A lo largo de su discurso sobre los guardianes, la defensa de la ciudad y el establecimiento de las leyes, Sócrates le da voz a la teoría política de Platón, que se desarrolla de modo cada vez más específico hasta el final de la República. En ese sentido, reitera constantemente la importancia de la educación para alcanzar un balance armónico entre la música y la educación física, que guiará a todos los ciudadanos –y especialmente a los guardianes– durante todas sus vidas. El énfasis puesto sobre la educación es un punto fundamental de la obra. Es por ello que en casi todos los libros se retoma el tema y se suman nuevas apreciaciones y detalles al respecto. La famosa Academia fundada por Platón, que ha sido reconocida como una forma incipiente de la universidad, se construye sobre la base de esos mismos principios.

Por otra parte, Sócrates revela el funcionamiento de la justicia en la ciudad a través de un método nuevo: sugiere ir analizando las otras virtudes para despejar la noción de lo justo. Así, se llega nuevamente a un planteo inicial, dado que la justicia es la gran columna vertebral de esta polis, donde cada hombre hace el trabajo que mejor le sale y eso permite eficacia, unidad y solidaridad. Es posible afirmar, no obstante, que esta definición es demasiado simplista, ya que, en realidad, los hombres pueden ser capaces de ejecutar muy bien varias tareas. Además, reducir a cada persona únicamente a su oficio es limitarla extremadamente. Por lo demás, ni Sócrates ni sus interlocutores contemplan la posibilidad de que los artesanos se rebelen contra la organización jerárquica que los determina como la clase más baja. Es preciso subrayar, pues, que este planteo es provisorio; el narrador continuará expandiendo su noción de justicia hasta el final de la obra.

El paralelo entre la polis y el individuo, que hasta el momento se ha desarrollado de manera lenta y sutil, toma forma contundente hacia el final del Libro IV. Sócrates ha planeado construir la ciudad perfecta, y cree que lo ha logrado, para luego examinar a su ciudadano individual y así definir la justicia. En este punto, establece explícitamente la analogía: "afirmaremos que un hombre es justo de la misma manera en la que también la ciudad era justa" (441d, p. 351). La polis es el macrocosmos de lo individual; el hombre y la ciudad donde vive comparten los mismos principios, las mismas virtudes y, como se verá más adelante, los mismos males.

En la misma línea, comenzamos a notar la marcada tendencia del pensamiento platónico a buscar la unidad conceptual. El alma del individuo tiene tres partes, y las ciudades tienen tres clases que se corresponden. Este es un modo de ordenar teóricamente el mundo desde una concepción religiosa y cultural: en la Grecia Antigua, son los dioses quienes crean y ordenan todo lo que existe y lo hacen desde una serie de principios y criterios homogéneos, coherentes, unificados.

Finalmente, en este libro podemos observar con nitidez un procedimiento general de toda la obra: Sócrates muchas veces menciona de manera rápida alguna idea, o sugiere algún planteo, que en libros posteriores es expandido y argumentado con detenimiento. Así, por ejemplo, en el Libro II ya se presenta de alguna manera la división del individuo en una parte racional, una valerosa y una dedicada a los apetitos corporales, pero es en el Libro III que se comienza a precisar la noción del alma tripartita y se aplican de a poco conceptos técnicos, definiciones y especificaciones al respecto.