Mientras Agonizo

Mientras Agonizo Citas y Análisis

"Las riquezas no son nada a los ojos de Dios, pues Él sabe ver dentro de los corazones."

Cora, pág. 7

"Tiene la colcha subida hasta la barbilla, a pesar del calor que hace; solo tiene destapadas las manos y la cara. Descansa sobre la almohada con la cabeza en alto de forma que puede mirar por la ventana, y nosotros oímos a Cash cada vez que maneja la azada o la sierra. Y aunque fuéramos sordos, casi podríamos, observando la cara de ella, oír a Cash, verle. Su cara está tan consumida que los huesos se dibujan bajo la piel con líneas blancas. Sus ojos son como dos velas que uno ve derretirse en las bases de unos candeleros de hierro. Pero la salvación eterna y la gracia perdurable no han descendido aún sobre ella."

Cora, pág. 8

"La conozco. Con coche o no, ella no esperaría Perdería entonces la cabeza, y con nada del mundo la tranquilizaría. Estaría impaciente por llegar al cementerio ese de los suyos, el de Jefferson, donde tantos de su misma sangre la esperan. Le prometí que yo y los chicos la llevaríamos allá todo lo aprisa que las mulas caminen, de modo que pueda descansar tranquila."

arl, pág. 18

"Más de una vez he oído a los hombres renegar de su suerte, y con razón, pues estaban cargados de pecados. Pero lo mío no es un reniego, pues nada he hecho de que pueda arrepentirme. No soy religioso, lo reconozco. Pero mi conciencia está tranquila; bien lo sé. No he hecho ni más ni menos que lo que otros hacen y se lo callan; pero sé que Dios Nuestro Señor, mirará por mí como cuida de un gorrión que no puede volar. Pero se me hace difícil pensar que un hombre llegue a verse en tanta necesidad a causa de un camino."

Anse, pág. 37

"Me di cuenta que nadie más que un hombre sin suerte podía tener necesidad de un médico en el momento en que iba a sobrevenir un ciclón."

eabody, págs. 40-41

"Es porque estoy sola. ¡Ay!, si lo sintiera, sería otra cosa, pues ya no estaría sola. Pero si no estuviera sola, todo el mundo lo sabría. Y él podría hacer tanto por mí que ya no estaría sola. Pues entonces sí que de verdad estaría completamente sola."

Dewey Dell, págs. 56-57

"Reconozco que si hay un hombre o una mujer en quien Él pueda descansar o confiar, no puede ser nadie más que Cora. Y reconozco que ella haría algunos cambios, sea cual fuese la forma en que Él haya dispuesto las cosas. Y reconozco que serían en beneficio del hombre. Al menos habría que admitirlos. Al menos podríamos conducirnos de este modo y obrar como es debido."

Tull, pág. 70

"La carreta echa a andar; las orejas de las mulas empiezan a moverse. A espaldas de nosotros, por encima de la casa, en lo alto, sin aletear, describiendo grandes círculos ascendentes, van haciéndose cada vez más pequeños y desaparecen."

Darl, pág. 98

"[Vernon] continúa allí, en pie. Se queda mirando a Jewel cuando pasa; el caballo, a trescientas yardas de nosotros, camina con un trote ligero. Seguimos nuestro camino con un movimiento tan soporífero, tan soñoliento, que avanza tan poco, como si el tiempo, y no el espacio, estuvieran disminuyendo entre nosotros y el caballo."

Darl, pág. 101

"He oído que mi madre se ha muerto. Ojala haya tenido tiempo para dejarla morir. Ojala haya tenido tiempo para desear tenerlo. Porque en este mundo salvaje y violado es demasiado pronto, demasiado pronto, demasiado pronto. No es que yo no lo quiera ni que no lo querré; es que es demasiado pronto, demasiado pronto, demasiado pronto."

Dewey Dell, pág. 114

"Lloraba fuerte, tal vez porque tenía que llorar tan bajo; tal vez porque sentía acerca de las lágrimas lo mismo que sintió sobre el engaño; y se odiaba por hacerlo, se odiaba porque tenía que llorar. Y entonces supe lo que supe. Llegué a saberlo ese día tan claro, tan claro, como cuando llegué a saber lo de Dewey Dell aquel día"

Darl, pág. 129

"Es como si el espacio que nos separa se hubiera convertido en tiempo: en algo irrevocable. Igual que si el tiempo ya no transcurriera en dirección frontal ante nosotros aminorándose, sino que, por el contrario, corre paralelo entre nosotros envolviéndonos como un lazo, duplicando la distancia que nos separa, de manera que la distancia fuera la que supone el retorcimiento de la hebra y no el intervalo real."

Darl, pág. 139

"Porque no somos nosotros los llamados a juzgar nuestras culpas, ni a saber qué es lo que a los ojos de Dios constituye pecado. Realmente, ella tuvo una vida muy dura; pero eso le pasa a cualquier mujer. Y si hubieseis oído las cosas que decía, habríais creído que sabía más acerca del pecado y de la salvación que el propio Dios Nuestro Señor y que todos los que han dedicado su vida a combatir el pecado en este mundo humano."

Cora, pág. 159

"Mientras le esperaba en el bosque, mientras le estaba esperando hasta que me veía, me lo figuraba vestido de pecado. Me lo figuraba imaginándome él también a mí vestida de pecado, salvo que él estaba mucho más penoso, porque la vestidura que se había quitado para ponerse la del pecado estaba santificada. Me figuraba el pecado como un ropaje del que nos desnudábamos para represar la sangre terrible, para acompasar su latido al eco remoto de esa palabra sin vida que se cierne en el aire. Después me volvía a acostar al lado de Anse -sin mentirle, limitándome a negarme a él, lo mismo que les había negado el pecho a Cash y a Darl en cuanto pasaron la edad de mamar-, y desde la cama oía a la tierra oscura pronunciar su muda oración."

Addie, págs. 166-167

"Ese dinero lo he dado. Y he pensado que si yo podía pasarme sin comer, bien podían pasarse mis hijos sin montar a caballo. Bien sabe Dios que así fue."

Armstid, pág. 182

"Debía de llevar ocho días muerta, dijo Alberto. Vienen de no sé qué lugar en el Condado de Yoknapatawpha, tratando de llegar con su carga fúnebre hasta Jefferson. Debe haber sido como un pedazo de queso podrido que hubiera ido a caer en un hormiguero, en aquel desvencijado coche que Alberto me dijo toda la gente temía que se hiciera trizas antes de que pudiera salir de la ciudad, con aquel ataúd de fabricación casera, y otro tipo que llevaba una pierna rota, tumbado en una colcha sobre el féretro, con el padre y aquel crío sentados al pescante; y, a todo esto, el alguacil tratando de que se marchen pronto de allí."

Moseley, pág. 193

"Jewel ha vuelto. Venía andando. Tampoco Jewel tiene ya su caballo. Jewel es mi hermano; Cash también lo es. Cash tiene una pierna rota. Se la sujetamos para que no le doliese. Cash es mi hermano. Jewel también lo es, pero él no se ha roto la pierna."

Vardaman, pág. 200

"Cuando fui a buscar donde pasaran la noche, he visto una cosa que Dewey Dell me ha dicho que no se la contara a nadie."

Vardaman, pág. 215

"La vida fue creada en los valles. Se alzó en un estallido violento a las alturas, impelida por los viejos terrores, los viejos apetitos, las viejas desesperanzas. Tal es la razón de que para bajar las cuestas en el carro haya primero que subirlas a pie"

Darl, pág. 217

"Algunas veces tampoco acabo de ver claro el que nadie se arrogue el derecho a determinar quién está loco y quién no lo está. Viene a ser como si en cada hombre hubiera una personalidad más allá de la razón y de la locura, una personalidad que contemplase sus acciones sensatas y las insensatas con el mismo horror y la misma sorpresa."

Cash, pág. 223

"Ella lucía muy bonita. Una de esas morenas de ojos negros capaces de meterle una puñalada, sin inmutarse, al primero que les haga una mala jugada. Y estaba buena la condenada, ya lo creo."

MacGowan, pág. 232

"Son Cash, y Jewel, y Vardaman, y Dewey Dell -está diciendo padre, con su aire de perro apaleado, pero lleno de orgullo al propio tiempo, por su dentadura recién puesta y todo lo demás; pero sin atreverse a mirarnos. Y luego, sin darle importancia-: 'Les presento a la señora Bundren', dice."

ash, pág. 250