Julio César

Argumento

Marco Bruto da paso libre para unirse a un grupo de senadores conspiradores, bajo la creciente sospecha de que el mandatario intentaba convertir a la república romana en una monarquía bajo su poder. Lecturas tradicionales de la obra sostienen que Casio y los otros conspiradores están motivados por la envidia y la ambición, mientras que Bruto es incentivado por causas de honor y de lealtad a la patria. Otros sugieren que el texto muestra que Bruto no esta menos impulsado por la envidia y la adulación que el resto.[1]​ Uno de los pilares centrales de esta obra, es que sus personajes se resisten a ser categorizados como simples héroes o villanos.

Las primeras escenas tratan, principalmente, de las discusiones entre Bruto con Casio, y de la lucha con su propia conciencia. La marea creciente del apoyo público pone a Bruto en contra de César. Un adivino le advierte a este último que "se cuide de los idus de marzo", lo que él ignora, terminando en su asesinato en el Capitolio, a manos de los conspiradores, ese mismo día.

La muerte de César es quizás la parte más famosa de toda la obra. Dejando de lado los presagios del adivino, así como las premoniciones de su propia esposa, César es sorprendido en el senado por los conspiradores. Luego de intercambiar algunas palabras, Casca lo apuñala en la nuca, y los otros le secundan en la acción, terminando por Bruto. César dice en ese momento: Tu quoque, fili mi?, lo cual se traduce en "¿Tú también, hijo mío?". Shakespeare añadió: "Entonces, caiga César", ciertamente sugiriendo que aquel no quería sobrevivir a tal acto de traición. Los conspiradores, por su parte, alegan en su defensa, que el motivo que generó su proceder fue Roma y no sus propios intereses. Una vez muerto el líder, sin embargo, otro personaje aparece en primer plano como un devoto y mejor amigo de César, Marco Antonio, quien, al pronunciar un discurso sobre el cadáver—el tantas veces citado Amigos, romanos, compatriotas, prestadme vuestros oídos... — hábilmente vuelve a la opinión pública en contra de los homicidas, al hablar en un tono más personal sobre su posición, más que la táctica racional que Bruto emplea en sus parlamentos. Marco Antonio despierta a la multitud para expulsar de Roma a los traidores.

El comienzo del cuarto acto se encuentra señalado por una riña, en la que Bruto ataca a Casio por ensuciar el noble suceso del regicidio, aceptando sobornos ("¿No derramó su sangre el noble Julio por una causa justa? / ¿Qué villano tocó su cuerpo, que lo apuñaló, / y no por la justicia?", IV.iii). Los dos se reconcilian, pero ni bien se preparan para la guerra con Marco Antonio y el sobrino nieto de César, Octavio, el fantasma del asesinado se le aparece a Bruto con un advertencia de derrota ("Tu debes verme en el Filipo ", IV.iii). Las cosas empeoran para los conspiradores durante la batalla; tanto Bruto como Casio prefieren suicidarse antes que ser capturados.

La representación termina con un homenaje a Bruto, que sería recordado como "el más noble de todos los romanos" (V.v) e insinúa la fricción entre Marco Antonio y Octavio, que caracterizará a otra de las obras romanas de Shakespeare: Antonio y Cleopatra.'


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