La diferencia de clases sociales
La diferencia de clases es el tema central de relatos como "Fiesta en el Jardín" y "La casa de muñecas", y también está presente en "Una taza de té". En los primeros dos, las protagonistas son niñas criadas en el seno de familias adineradas, con idiosincrasias típicas de la clase alta europea de principios del siglo XX. Aunque pertenecen a un universo particular, inundado de lujos, regalos, flores exquisitas, tanto Laura Sheridan ("Fiesta en el Jardín") como Kezia Burnell ("La casa de muñecas") poseen una sensibilidad que las distingue de sus familias, volviéndolas más empáticas con personas de clases sociales bajas. Ellas no adhieren a los prejuicios propios de sus padres, que intentan que sus hijas mantengan la misma distancia e indiferencia que ellos tienen para con las personas humildes, y a partir de una situación que vuelve más presente y acentuada la diferencia de clases, actúan con compasión.
En estos relatos, las clases bajas aparecen encarnadas en personajes particulares, como el señor Scott en "Fiesta en el Jardín" o las hermanas Kelvey en "La casa de muñecas", y sus universos son particularmente distintos de los de las protagonistas. Aún así, Laura Sheridan y Kezia Burnell intentan hacer caso omiso de esas diferencias y se proponen vincularse con estos otros seres con la misma sensibilidad y trato con que lo harían con cualquier otra persona, aprendiendo así algo sobre el mundo y la humanidad que sus familias desconocen, o quieren desconocer.
El tema es tratado de una forma distinta en "Una taza de té". Si bien, al igual que Laura Sheridan y Kezia Burnell, Rosemary Fell pertenece a la clase adinerada, la protagonista de este cuento no es una niña sino una mujer adulta, con inseguridades, frustraciones, angustias, y una particular preocupación por su aspecto físico, que no es del todo agraciado. Ella también es sorprendida en su cotidianidad por una representante de la clase baja y también intenta ayudarla, pero su intención no puede igualarse a la inocencia con la que actúan las niñas de los otros relatos. En Rosemary, el acto generoso tiene algo de vanidad: lo utiliza para lucirse y, en el momento en que, por un comentario de su marido, ve que el foco de atención no está puesto en ella sino en la belleza de la muchacha pobre a quien intentó ayudar, la generosidad se desvanece. En este cuento, la diferencia de clases no es el único sistema de referencias, sino que también están en juego las competencias y especulaciones propias de la inseguridad que la presión social instala en algunas mujeres.
Los roles de género
Situados a comienzos del siglo XX, en varios relatos de Mansfield aparecen personajes femeninos que encarnan un proceso de transformación, propio de la época, del lugar otorgado a la mujer en la sociedad. Mansfield investiga el modo en que los cambiantes roles de género afectan el vínculo de pareja y el modo en que los procesos sociales se reflejan en las dinámicas del hogar. En esta selección de cuentos, el tema aparece tratado en "Marriage à la mode" y en "El veneno": ambos relatos están protagonizados por parejas no tradicionales, en cuyo vínculo se evidencian disonancias ideológicas propias de un momento de cambio en la sociedad.
Mientras en "Marriage...", William e Isabel están casados y, sin embargo, prácticamente viven separados -lo cual en la época era una extrañeza-, el narrador de "El veneno" y Beatriz, su amada, conviven sin haber asentado un lazo matrimonial. En ambos casos, el personaje masculino tiene una tendencia más tradicional, coincidiendo su voluntad con la idea de matrimonio convencional, mientras que las mujeres, Isabel y Beatriz, parecen encarnar el naciente rol de la mujer moderna, con un profundo desinterés por el sentimentalismo que expresan los hombres que las acompañan.
Es interesante, sin embargo, el trato que se da del tema en "Marriage à la mode", donde Mansfield no deja de hacer foco en una cuestión problemática propia de un período de cambio social: la mujer moderna de principios de siglo XX se encuentra, en muchos casos, independizada ideológicamente pero aún dependiente de un hombre en el aspecto económico. Es decir, se debate entre el pasado del cual quiere despojarse y un futuro incierto. Isabel, en "Marriage à la mode", rechaza los roles que la sociedad le asigna como esposa y madre para vivir una vida bohemia junto a sus amigos artistas; una vida que, sin embargo, financia su marido.
Realidad e ilusión
Aunque el debate entre realidad e ilusión constituye el conflicto principal de "La señorita Brill", el tema se hace presente también en otros cuentos, aunque quizás con menor preponderancia. Uno de ellos es "Marriage à la mode". Tanto William, el protagonista de este último, como la señorita Brill, buscan escapar de una realidad -o un aspecto de ella- que se les presenta hostil y, en lugar de enfrentarse a ella, optan por refugiarse en un imaginario ilusorio que vuelve más amable su presente.
William no quiere aceptar la ruina definitiva de su matrimonio y el hecho de que su mujer no quiera compartir más tiempo con él, y no puede evitar que su mente viaje a un imaginario nostálgico, rememorando escenas de los primeros años de casados y esperando encontrar en su mujer a aquella que fue alguna vez en el pasado. En este sentido, el personaje es de carácter romántico, de la misma manera que lo es la señorita Brill. Ella desata la fantasía en su mente y, por medio de ella, convierte un ritual solitario -ir todos los domingos sola al parque- en un gran evento colectivo del cual ella forma parte. Brill, en su ilusión, es una gran actriz, una cantante; alguien que comparte con otros un espectáculo, y no una maestra solitaria. En ambos cuentos, sin embargo, la realidad hace frente a los personajes que buscaban evitarla, como una "punzada de desilusión" (p.444), quebrando para siempre su mundo imaginario.
La hipocresía de la clase alta
En la mayoría de los cuentos de Mansfield, los personajes principales forman parte de la clase alta. Muy probablemente, la elección de ese universo por parte de la autora responde a su propia familiaridad con él, criada en el seno de una familia de ese tipo en Nueva Zelanda. Los narradores de los cuentos no dejan de recurrir a una sutil ironía cuando describen los comportamientos, las costumbres, los hábitos de sus personajes de la clase alta, así como también, mayoritariamente, su hipocresía y falta de sensibilidad o de empatía. Este tema aparece ilustrado, por ejemplo, en personajes como la señora Sheridan y su hija Jose, en "Fiesta en el Jardín", o en los padres de las hermanas Burnell en "La casa de muñecas", y constituye un conflicto interno en la protagonista de "Una taza de té".
La soledad
Fiel al sutil estilo de Mansfield, en ninguno de los relatos se explicitan sentimientos que asolan a los personajes, sino que, más bien, se configuran y dejan suponer por medio de imágenes o acciones. Uno de esos sentimientos puede vislumbrarse en más de un relato de la autora, y es el de la soledad.
Ya sea por medio de rutinas que un personaje repite, como en "La señorita Brill", o en la identificación de un personaje con una luz que quema débilmente, como si echara algo de menos, como en "Una taza de té", la soledad se presenta como algo de lo cual los protagonistas de estos relatos intentan pero no logran escapar. Algunos recurren a la fantasía como refugio; otros encuentran una caricia en la memoria de un pasado más amable; otros intentan forzar una compañía que no tarda en mostrarse inconveniente. Este sentimiento parece mostrarse como un fuego que los personajes adinerados no pueden apagar con lujos ni las más exquisitas flores. La soledad se evidencia como algo inherente, también, a los vínculos de pareja, cuando la comunicación parece imposible, como en "Marriage à la mode" o "El veneno". De este modo, este tema aparece, en estos casos, asociado al de la comunicación en el vínculo amoroso.
La comunicación en el vínculo amoroso
Más que el amor, un tema tratado por Mansfield en sus cuentos es el de la dificultad para la comunicación al interior del vínculo amoroso. La relación amorosa se suele evidenciar como conflictiva, dolorosa y muy atravesada por la incomprensión. La pareja de "Marriage à la mode" no se detiene a hablar sobre el estado de su vida matrimonial hasta que es demasiado tarde; en "El veneno", el narrador oculta sus pensamientos frente a su amada, sobre la cual no puede dejar de especular y sospechar.
Aludiendo también a una situación típica de comienzos de siglo XX, las parejas que aparecen en los cuentos no parecen estar unidas necesariamente por el amor. El matrimonio no era fácil de evitar en ese entonces, y muchas veces se encontraban parejas casadas sin ningún deseo de compartir una vida juntos. No es el caso de las parejas de los cuentos, donde siempre al menos uno de los miembros desea compartir ese lazo con el otro, pero Mansfield evidencia con sutileza el modo en que ciertos procesos de transformación y modernización social influyen en el concepto de pareja.
El esnobismo en el ambiente artístico
Con intervenciones discursivas de un tono lúdico e intenciones poéticas, aparecen en varios cuentos de Mansfield personajes de vidas bohemias, modernas, en cuyo comportamiento se evidencia el esnobismo. En "Marriage à la mode", los amigos de Isabel son artistas que, en su anhelo de vanguardia y novedad, desprecian con indiferencia todo lo que no consideran moderno. No muestran ningún interés en incluir a William, el esposo de Isabel, en sus conversaciones, incluso a pesar de que ese tradicional abogado es quien mantiene económicamente su modo de vida bohemio. En ese cuento, lo que permite la voz narrativa, interiorizándose en el personaje de William, es evidenciar un carácter adolescente e incluso caprichoso en esos presuntamente desprejuiciados comportamientos: “-¿Crees que en el cielo existirán los lunes? -preguntó Bobby de un modo infantil.” (p.454). El comentario de Bobby acentúa la ironía de su situación: los amigos de Isabel viven su vida bohemia y despreocupada mientras son financiados por William, es decir, a costa del trabajo de este. Teniendo en cuenta que William es el único que trabaja, la conversación que Bobby mantiene con Dennis, lamentando los días lunes -queja propia de aquellos que trabajan y por lo tanto ese día comienzan su semana laboral-, ambos echados en el pasto y mirando al cielo, constituye una situación sumamente irónica. Pero además, la escena en la que llega la carta de William para Isabel acaba por evidenciar cierta crueldad inminente entre los amigos snobs. Su desprecio por el sentimentalismo y por todo lo que no consideran apropiado para la modernidad que ellos creen encarnar los aleja de la empatía y de la sensibilidad humana. Isabel, al leer la carta, siente un desconcierto que luego se transforma en risa. Los amigos le piden que la lea en voz alta y ella lo hace: “Dios no quiera, mi vida, que yo pueda ser una lastre para tu felicidad…” (p.455), suenan las palabras de dolor de William entre las risas. “Cuando llegó al final estaban muertos de risa. Bobby se retorcía por el césped y casi lloraba de tanto reír. -Tienes que dejármela copiar tal cual, entera, para incluirla en mi nuevo libro -dijo Dennis decidido-. Le dedicaré todo un capítulo” (p.455)