El zoo de cristal

El zoo de cristal Resumen y Análisis Acto I Escena 1

Resumen

La obra empieza con extensas didascalias que dan indicaciones para la puesta en escena. Se describe el departamento de los Wingfield, una pequeña unidad dentro de un área urbana muy poblada de Saint Louis. Indica también lo que se ve por fuera del departamento: una escalera para incendios y algunas callejuelas que rodean el edificio. A través de una tela de gasa transparente, el público puede ver el comedor y la sala de estar de los Wingfield. Una gran fotografía del padre ausente de la familia cuelga de una pared. También se ve una colección de animales de cristal, el “zoo de cristal” de Laura que da título a la obra. Hay también un fonógrafo con unos viejos discos y una máquina de escribir. En la apertura de la pieza, la tela de gasa sube hasta desaparecer de la vista.

Aparece Tom, vestido como un marinero mercante. En su primer discurso, se compara con un mago, diciendo que él, al contrario de un prestidigitador común, mostrará “la verdad con las gratas apariencias de la ilusión” (p. 140). Tom se presenta a sí mismo como poeta, e indica que será narrador y personaje de la obra. Dice ante la audiencia que la acción tiene lugar en los años 30, cuando había guerra en España y confusión en Norteamérica. Advierte que la obra es una pieza de recuerdos y que, por lo tanto, no es realista: habrá música, iluminación poco realista y ciertos eventos amplificados o enfatizados, es decir, como se ven los hechos desde la memoria. Describe a los personajes: Amanda, su madre; Laura, su hermana; un candidato que aparecerá más tarde en la obra; y el padre ausente de Tom y Laura, que, aunque no aparezca nunca en escena, es una figura importante. Dice que la última comunicación que envió su padre, luego de abandonarlos años atrás, fue una postal con el mensaje “¡Hola! ¡Adiós!”, sin dirección.

La acción comienza con Amanda llamando a Tom para que se siente a comer, y la tensión en la familia se hace inmediatamente presente. Amanda es amable, pero también demandante y algo cargosa: en la mesa insiste en explicarle a Tom, un hombre adulto que es el soporte económico de toda la familia, cómo masticar apropiadamente la comida. Luego, Laura intenta levantar los platos, pero Amanda le dice que se siente y sea una dama mientras ella hace el trabajo. Tom sale a fumar un cigarrillo y Amanda cuenta una historia que ya ha contado varias veces, sobre uno de sus días de juventud en el que recibió a diecisiete candidatos en una sola tarde. Nombra a todos esos hombres adinerados y cuenta lo que han hecho después con sus vidas. Se lamenta de haber elegido, entre todas esas maravillosas opciones, al señor Wingfield, padre de sus hijos. Luego le pregunta a Laura cuándo empezarán a llegar sus candidatos, y Laura responde nerviosamente que no espera a ninguno. La situación incomoda a Tom. Amanda responde con incredulidad a la insistencia de Laura de que ella no es popular como lo era su madre de joven, en aquel pequeño pueblo de Blue Montain. La escena cierra con Laura comentándole melancólicamente a Tom que a su madre le preocupa que ella se convierta en una vieja solterona.


Análisis


"Tengo trucos en el bolsillo -y cosas bajo la manga- pero soy todo lo contrario del prestidigitador común. Éste, les brinda a ustedes la ilusión con las apariencias de la verdad. Yo, les doy la verdad con las gratas apariencias de la ilusión" (p. 140). Desde estas primeras líneas de la obra, la figura del narrador evidencia que la obra de Williams no seguirá las convenciones del teatro realista. Tom se presenta a sí mismo como personaje y relator de la acción, dirigiéndose directamente al público, rompiendo así el concepto de la “cuarta pared” propio del drama naturalista. Además, en su monólogo, Tom anuncia que su relato ofrecerá la verdad con apariencia de ilusión, desnudando ante el público la condición quimérica del teatro. Jugando con el tema de la memoria y las distorsiones que esta permite, Williams es libre de usar música, monólogos e iluminación para perseguir tal efecto. Esto es justificado por el autor en sus notas para la puesta en escena, y reforzado en el monólogo de apertura de Tom: lo que presentará a continuación, nos dice, son recuerdos. Como sabremos luego, lo que se evoca en el recuerdo son los últimos días de Tom en la casa familiar y los acontecimientos que empujaron al personaje a la huida definitiva. En la cita, para describir la forma que tendrá la pieza el personaje recurre al universo de la magia, cuyas imágenes volverán a aparecer, junto con las del cine, como aquello que fascina al joven Tom. Ambos elementos se asociarán con el tema del encierro y la libertad.

Como presentador, Tom describe espacio, tiempo y personajes. Al llegar al personaje de Jim, el candidato, le dice a público que se trarta de una persona real, más real, en muchos sentidos, que cualquier cualquiera de los otros personajes (él, su madre, su hermana), pero también advierte sobre su condición simbólica: "Éste es el personaje más realista de la pieza, por ser un emisario de un mundo del cual, en cierto modo, estábamos separados. (...) uso a este personaje como un símbolo, como el demorado pero siempre esperado algo por el cual vivimos (p.141). Esta denominación de un personaje como una entidad real y simbólica a la vez es característica de la poética teatral de Williams: ambos aspectos del candidato son importantes para el impacto que tendrá en la obra.

La acción en la casa de los Wingfields se desarrolla hacia finales de la década de 1930, y Tom alude a ese contexto sociohistórico refiriendo, por ejemplo, a la Guerra Civil española. El hecho de que Tom narre la historia varios años después (1944-1945, en coincidencia con el momento en que se estrena la obra), brinda cierta perspectiva que incrementa la tensión, dado que las expectativas de futuro que postulan los distintos personajes no tienen en cuenta el advenimiento de una guerra mundial que absorberá años después, como un tornado, sus sueños y esperanzas. A su vez, las referencias a lo que estaba pasando en otros lugares del mundo cuando los estadounidenses no preveían que la Segunda Guerra Mundial se avecinaba, suman urgencia a la situación y a la sensación de encierro de Tom: “En España, había revolución. Aquí, sólo había gritos y confusión y conflictos…” (p.140). Más tarde, cuando aluda nuevamente al contexto temporal, hará alusión al bombardeo de Guernica como parte del caos que se vive en España. Ese caos aparece yuxtapuesto a la difícil paz en Norteamérica, lo que establece una tensa atmósfera como constante segundo plano para la trama. Los norteamericanos, en los años treinta, viven una paz relativa, con solo algunas dificultades económicas, pero, para el público del 1944-1945, años en que se estrena la obra, la década del treinta simboliza la calma que antecede a la tormenta de la Segunda Guerra Mundial. La alusión al Guernica (Alemania había bombardeado Guernica en alianza con las fuerzas fascistas de España, y la carnicería fue ilustrada en el famoso cuadro que Pablo Picasso dio en llamar así), funciona como recordatorio de que pronto la guerra llegará a todos, incluso a los Estados Unidos.

Hay una simetría entre la difícil o inquietante paz de aquel período histórico con la que se vive en la casa de los Wingfield. Al igual que los Estados Unidos se agitan, inquietos, en esa paz incómoda previa a la Segunda Guerra Mundial, Tom siente la necesidad de salir del encierro de su casa para entrar al mundo, buscando la libertad, tal como su padre lo hizo años atrás. La escalera de emergencia, un elemento importante del escenario, conecta el interior con el exterior, por lo que adquiere una naturaleza poética. La escalera es entonces un símbolo relevante del aprisionamiento que siente Tom en la casa y la posibilidad de salir urgentemente de ella. En las didascalias, Williams le atribuye explícitamente un peso simbólico: "El departamento da sobre una callejuela y penetra en él una escalera de emergencia para caso de incendio, una estructura cuyo nombre es un rasgo de verdad poética accidental, porque en todos esos enormes edificios arden siempre los lentos e implacables fuegos de la desesperación humana" (p.138).

Tom se dirige al público desde la escalera de incendios, y su posicionamiento allí, parado solo, entre el mundo exterior y el espacio cerrado del departamento, funciona como indicio de la dolorosa decisión final que tomará más tarde en la obra. De salir en búsqueda de la libertad, él debe hacerlo solo, dejando a su madre y a su hermana detrás, sin poder salvarlas a ellas del incendio producto de los fuegos de la desesperación.

“Recuerdo que un domingo por la tarde en Blue Montain, cuando tu madre era una niña, la visitaron… ¡diecisiete candidatos!” (p.143). Amanda está constantemente reviviendo el pasado, lo cual le permite salirse, por vía del recuerdo, de la encerrada realidad de su presente, abismalmente distinta. Ella insiste en proyectar su propia juventud sobre Laura. La joven ya le ha dicho que no espera recibir a nadie, pero Amanda no escucha, ensimismada en el relato de las tardes en que los hombres hacían fila por ella. Cuando sale del recuerdo para volver en sí, deja ver la negación que se interpone entre ella y el presente:


AMANDA: ¡Es casi la hora de que empiecen a llegar tus candidatos! ¿A cuántos creen que recibiremos esta tarde?

LAURA: No creo que recibamos a ninguno, mamá.

AMANDA: ¿A ninguno? ¿Ni uno solo? ¡Debes estar bromeando! ¿Ni un candidato de visita? ¿Qué pasa? ¿Ha habido una inundación o un tornado?

LAURA: Ni una inundación ni un tornado, mamá. Lo que pasa, simplemente, es que no soy tan popular como lo eras tú en Blue Mountain. Mamá teme que seré una solterona. (p.145)

Amanda insiste en trasladar su propia experiencia a la de su hija, negando las condiciones que las diferencian. Laura está tullida, solo puede caminar lentamente y con gran esfuerzo y, en cuanto a lo emocional, es terriblemente frágil. Hay un contraste muy marcado entre la timidez de Laura y la extroversión y fuerza vital de su madre. Con Tom, por otro lado, Laura mantiene una relación de gran ternura, y cuando él expresa su frustración ante el relato repetido de su madre sobre su juventud y los candidatos, es Laura quien lo persuade de seguirle el juego a la madre. Sin embargo, ya desde esta primera escena se evidencia que la relación entre Tom y Amanda es tensa: ella se dirige a él con una dedicación que resulta invasiva para su hijo, quien hace esfuerzos por tolerarla. Ella es cariñosa pero también demandante en extremo, en parte por la inquietud que le produce la realidad de su presente, así como los constantes esfuerzos que hace para evadirla. En su juventud, gozaba de lo necesario como para tener sirvientes, pero ahora, abandonada por su marido, debe luchar y esforzarse para llegar a fin de mes, dependiendo en gran parte del salario de su hijo. Amanda evita enfrentarse a las condiciones reales del presente, porque eso implicaría reconocer la infelicidad de Tom y el dolor de Laura.