Cantar de mio Cid

El manuscrito

Existe un ejemplar único acéfalo (manuscrito al que le falta el comienzo, en codicología) que actualmente se encuentra en la Biblioteca Nacional en Madrid y se puede consultar en la Biblioteca Digital Hispánica y en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Además del folio inicial, le faltan otros dos, de unos cincuenta versos cada uno, después de los versos 2337 y 3507. Las tres lagunas pueden reconstruirse por medio de las prosificaciones de las crónicas. La primera laguna se transcribe en dos: la Estoria de España y la Crónica de Castilla. En la Estoria de España mandada escribir por Alfonso X el Sabio se dice así:

Et él después que ovo leídas las cartas, como quier que ende oviese gran pesar, non quiso ý ál fazer, ca non avié plazo más de nueve días en que saliese. Enbió por sus parientes e por sus vasallos, e díxoles cómo el rey le mandava salir de su tierra e que non le dava de plazo más de nueve días, e que querié saber d’ellos cuáles querién ir con él o cuáles fincar. Minaya Álvar Fáñez le dixo: “Cid, todos iremos convusco e servos hemos leales vasallos”. Todos los otros dixieron otrosí que irién con él donde quier que él fuese, e que se non quitarién d’él nin le desamparién por ninguna guisa. El Cid gradeciógelo estonces mucho, e díxoles que si Dios le bien feziese, que gelo galardonarié muy bien. Otro día salió el Cid de Bivar con toda su compaña…[31]​

En la Crónica de Castilla se dice más o menos lo mismo, pero conservando algunas rimas asonantes por una mala prosificación:

Enbió el Cid por todos sus amigos e sus parientes e sus vasallos, e mostroles en cómo le mandava el rey sallir de la tierra fasta nueve días. E díxoles: “Amigos, quiero saber de vós cuáles queredes ir comigo. E los que comigo fuerdes, de Dios ayades buen grado, e los que acá fincáredes, quiérome ir vuestro pagado”. Estonce fabló Álvar Fáñez, su primo cormano: “Conbusco iremos todos, Cid, por yermos e por poblados, e nunca vos falleceremos en cuanto seamos bivos e sanos, conbusco despenderemos las mulas e los cavallos, e los averes e los paños; siempre vos serviremos como leales amigos e vasallos”. Estonce otorgaron todos lo que dixo Álvar Fáñez e mucho les gradeció mio Cid cuanto allí fue razonado. […] E desque el Cid tomó el aver, movió con sus amigos de Bivar.[32]​

Para la segunda y tercera lagunas solo se puede recurrir a la Estoria de España; la segunda dice así:

El Cid cuando lo oyó, sonriose un poco e dixo a los infantes: “esforzad infantes de Carrión e non temades nada. Estad en Valencia a vuestro sabor”. Ellos en esto estando, embió el rey Búcar decir al Cid que le dexase a Valencia e se fuese en paz, e si no, que le pecharié cuanto ý avié. El Cid dixo a aquese que traxo el mensaje: “Dezid a Búcar aquel fi de enemiga que ante d’estos tres días le daré yo lo qu’él demanda”. Otro día mandó el Cid armar todos los suyos e salió a los moros. Los infantes de Carrión pidiéronle entonces la delantera. E después que el Cid ovo paradas sus azes, don Ferrando, el uno de los infantes, adelantóse por ir ferir a un moro a que dezién Aladraf. El moro cuando lo vío, fue contra él otrosí, e el infante con el grant miedo que ovo d’él volvió la rienda e fuxo, que solamente non le osó esperar. Pero Bermúdez, que iva cerca d’él, cuando aquello vío, fue ferir en el moro e lidió con él e lo matólo. Desí tomó el cavallo del moro e fue empós del infante que iva fuyendo e díxole: “don Ferrando, tomad este cavallo e dezir a todos que vós matastes el moro cuyo era, e yo otorgarlo he convusco”. El infante le dixo: “don Pero Bermúdez, mucho vos gradesco lo que vós dezides[32]​

La tercera laguna se suple con el texto siguiente:

Señor, ruégovos que estos cavalleros que yo aquí vos dexo que me los embiedes onradamente para Valencia. E pues que vós tenedes por bien que esta lid sea en Carrión, quiérome yo ir para Valencia”. Estonce mandó dar el Cid a los mandaderos de los infantes de Navarra e de Aragón bestias e todo lo ál que menester ovieron, e embiólos. El rey don Alfonso cavalgó estonces con todos los altos omnes de su corte para salir con el Cid que se iva fuera de la villa. E cuando llegaron a Çocodover, el Cid yendo en su cavallo que dezién Babieca, díxole el rey: “don Rodrigo, fe que devedes que arremetades a ese cavallo de que tanto bien oí dezir”. El Cid tornóse a sonreír e dixo: “señor, aquí en vuestra corte ha muchos altos omnes e guisados para fazer esto, e a esos mandat que trobejen con sus cavallos”. El rey le dixo: “Cid, págome yo de lo que vós dezides, mas quiero toda vía que corrades ese cavallo por mio amor”. El Cid arremetió estonces el cavallo, tan de rezio lo corrió que todos se maravillaron del correr que fizo. Entonces veno el Cid al rrey e díxole que tomase aquel cavallo[32]​

En el siglo XVI se guardaba el manuscrito en el Archivo del Concejo de Vivar. Después se sabe que estuvo en un convento de monjas del mismo pueblo. Ruiz de Ulibarri realizó una copia manuscrita en 1596. Eugenio de Llaguno y Amírola, secretario del Consejo de Estado de Carlos III, lo sacó de allí en 1779 para que lo publicase Tomás Antonio Sánchez. Cuando se terminó la edición, el señor Llaguno lo retuvo en su poder. Más tarde pasó a sus herederos. Pasó después al arabista Pascual de Gayangos y durante ese tiempo, hacia 1858, lo vio y consultó Damas-Hinard para realizar una edición. A continuación fue enviado a Boston para que lo viera el hispanista Ticknor, amigo de Gayangos. En 1863 ya lo poseía el primer marqués de Pidal (por compra) y estando en su poder lo estudió Florencio Janer. Con posterioridad lo heredó su hijo Alejandro Pidal, quien hizo construir un mueble en forma de castillo medieval para custodiar el cofre donde se guardaba el manuscrito. En su casa lo estudiaron Karl Vollmöller, Gottfried Baist, Huntington y Ramón Menéndez Pidal, este último pariente del propietario. Tasado en 1913 en 250.000 pesetas, la familia Pidal decidió trasladar el manuscrito a una caja en el Banco de España. Allí permaneció hasta la Guerra Civil, cuando fue enviado a Ginebra junto a otras obras de arte.[33]​

Con el final de la guerra, el manuscrito regresó a España. La familia Pidal recibió desde finales del siglo XIX numerosas peticiones de compra del extranjero, entre ellas del Museo Británico de Londres. Un caso famoso fue el intento del hispanista Archer Milton Huntington, fundador de la Hispanic Society de Nueva York, quien entregó un cheque en blanco a Alejandro Pidal para que escribiese la cifra que quisiera a cambio de obtener el manuscrito con el fin de depositarlo en la Biblioteca de Washington. Sin embargo, los Pidal se negaron durante décadas a vender el manuscrito. Finalmente fue adquirido por la Fundación Juan March a la familia Pidal el 20 de diciembre de 1960 por diez millones de pesetas de la época y el día 30 de ese mismo mes lo donó al Ministerio de Cultura, que lo adscribió a la Biblioteca Nacional.[34]​

Se trata de un tomo de 74 hojas de pergamino grueso, al que como ya se ha dicho le faltan tres: una al inicio y dos entre las hojas 47 y 48 la primera, y 69 y 70 la tercera. Otras 2 hojas le sirven de guardas. El manuscrito es un texto seguido sin separación en cantares, ni espacio entre los versos y las tiradas, los cuales se inician siempre con letra mayúscula según la costumbre. En muchas de sus hojas hay manchas de color pardo oscuro, debidas a los reactivos utilizados ya desde el siglo XVI para leer lo que, en principio, había empalidecido y, después, se hallaba oculto a causa del ennegrecimiento producido por los productos químicos previamente empleados. De todos modos, el número de pasajes absolutamente ilegibles no es demasiado alto y en tales casos, además de la edición paleográfica de Menéndez Pidal, existe como instrumento de control la copia de Ulibarri del siglo XVI y otras ediciones anteriores a la de Pidal.

La encuadernación del tomo es del siglo XV. Está hecha en tabla forrada de badana y con orlas estampadas. Quedan restos de dos manecillas de cierre. Las hojas están repartidas en 11 cuadernos; al primero le falta la primera hoja; al séptimo le falta otra, lo mismo que al décimo. El último encuadernador hizo algunas averías importantes en el tomo.

La letra del manuscrito es clara y cada verso empieza con mayúscula. De vez en cuando hay letra capital. Los últimos estudios aseguran que, tras analizar todos los aspectos pertinentes, el códice pertenece a la primera mitad del siglo XIV, más concretamente entre 1320 y 1330, y con preferencia en el último lustro de esta década,[35]​ y fuera elaborado o encargado posiblemente por el monasterio de San Pedro de Cardeña a partir de un ejemplar preexistente del Cantar tomado en préstamo.[36]​

Datación del manuscrito

Folio 74 recto del Cantar de mio Cid, donde se puede leer el éxplicit «Quien escrivió este libro de Dios paraíso, amen / Per Abbat le escrivió en el mes de mayo en era de mil e. CC XLV años», vv. 3731-3732.

El cantar solamente se conserva en una copia realizada en el siglo XIV (como se deduce por el estilo de la letra del manuscrito) a partir de otra que data de 1207 y que fue llevada a cabo por un copista llamado Per Abbat, que transcribe a su vez un texto original compuesto probablemente pocos años antes de esta fecha.

La fecha de la copia efectuada por Per Abbat en 1207 se deduce de la que refleja el éxplicit del manuscrito: «MCC XLV» (de la era hispánica, esto es, para la datación actual, hay que restarle 38 años).

Quien escrivió este libro de Dios paraíso, amenPer Abbat le escrivió en el mes de mayo en era de mil e. CC XLV años.[37]​

Este colofón refleja los usos de los amanuenses medievales, que cuando finalizaban su labor de transcribir el texto (que era lo que significaba «escribir»), añadían su nombre y la fecha en que terminaban su trabajo.


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