La crítica propone algunos, más o menos tópicos:[5]
- Lorca maneja el parámetro temporal asociándolo al espacio escénico; a medida que avanza la narración, la acción se adentra en la casa y simbólicamente en el alma de sus habitantes.
- La «poetización del lenguaje cotidiano» a partir del refranero.
- El tono costumbrista de la historia, cuyo realismo, alterado por la dimensión simbólica del argumento, se define como «realismo poético».
- Intención fotográfica (como «un documental fotográfico», en palabras del propio autor) y simbolismo cromático entre el luto y la pureza del honor, en contraste con la decoración rural elemental, cuya sencillez y monotonía provocan un clímax de reclusión en una prisión o un ‘manicomio’.
Habitación blanquísima del interior de la casa de Bernarda. Muros gruesos... (presentación del Acto I)