La Edad de la Inocencia

La Edad de la Inocencia Citas y Análisis

"Y contempló su absorto rostro juvenil con un estremecimiento de posesión en que se mezclaba el orgullo de su propia iniciación masculina con un tierno respeto por la infinita pureza de la joven. 'Leeremos Fausto juntos... a orillas de los lagos italianos...', pensó, confundiendo en una nebulosa el lugar de su planeada luna de miel con las obras maestras de la literatura que sería su privilegio varonil enseñar a su novia.”

Capítulo 1, página 13

“Jamás pensé que los Mingott se atrevieran a pretender hacernos tragar el anzuelo.”

Capítulo 1, página 16

“La gente de su mundo vivía en una atmósfera de vagas complicidades y tenues susceptibilidades, y el hecho de que ellos se entendieran sin palabras le pareció al joven que los acercaba mejor que la más clara de las explicaciones.”

Capítulo 2, página 14

“Jamás le mostraré el menor signo de que estoy perfectamente consciente de que hay una sombra de mancha en la reputación de la pobre Ellen Olenska."

Capítulo 3, página 27

Para alivio de todos, la condesa Olenska no se presentó en el salón de su abuela durante la visita... les evitó el desagrado de su presencia y ahuyentó la leve sombra que su triste pasado pudiera hacer caer en el radiante futuro de la pareja.”

Capítulo 4, página 29

“Las mujeres deben ser libres, tan libres como lo somos nosotros declaró, descubriendo que estaba demasiado irritado para medir sus terribles consecuencias.”

Capítulo 5, página 40

“Aquel aterrador producto del sistema social al cual pertenecía y en el que creía, la jovencita que no sabía nada y lo esperaba todo, le devolvía la mirada de una desconocida en las facciones familiares 'de May Welland; y una vez más tuvo que aceptar que el matrimonio no era un anclaje en puerto seguro, como le habían enseñado, sino un viaje por mares que no figuran en los mapas.”

Capítulo 6, página 41

“Esto demuestra a lo que ha llegado la sociedad.”

Capítulo 7, página 51

“Pero tenía la misteriosa autoridad de la belleza, una seguridad en la postura de la cabeza y el movimiento de los ojos que, sin ser para nada teatral, le llamó la atención por ser extremadamente diestro y consciente de su poder.”

Capítulo 8, página 55-56

“El joven sintió que su destino estaba sellado: para el resto de su vida subiría cada noche entre las barandillas de hierro fundido de aquel umbral color amarillo-verdoso, atravesaría un recibidor pompeyano y entraría en el vestíbulo con zócalo de madera amarilla barnizada. Pero su imaginación no podía ir más allá.”

Capítulo 9, página 63

“Nunca había visto unas tan doradas como el sol, y su primer impulso fue enviárselas a May en lugar de los lirios. Pero no se parecían a ella, tenían algo demasiado vivo, demasiado fuerte en su ardiente belleza.”

Capítulo 9, página 69

“¿Qué pasaría si cuando él ordenara a May Welland que abriera los suyos, éstos solamente pudieran dirigir una mirada vacía hacia la nada?”

Capítulo 10, página 71

“lo acosaba el horror de hacer todos los días lo mismo a la misma hora.”

Capítulo 10, página 72

“Un caballero sencillamente se quedaba en su casa y se abstenía. Pero no se podía pretender que un hombre como Winsett lo comprendiera. Y era por eso que esa Nueva York de clubes literarios y restaurantes exóticos, aunque a la primera mirada pareciera un caleidoscopio, en el fondo era nada más que una caja más pequeña y con dibujos más monótonos que la congregación de átomos de la Quinta Avenida.”

Capítulo 14, página 104

“Lo abrió, y se encontró inmerso en una atmósfera distinta a cualquiera otra que hubiera respirado en un libro; tan cálida, tan rica, y sin embargo tan inefablemente tierna, que daba una nueva y obsesionante belleza a la más elemental de las pasiones humanas. Durante toda la noche buscó en esas páginas mágicas la visión de una mujer que tenía la cara de Ellen Olenska...”

Capítulo 15, página 114

“Pero en un instante May parecía haber descendido de su estatura de mujer para retomar su desamparada y timorata juventud ... y que a la primera palabra tranquilizadora de su novio volvió a ser la de siempre, como cuando un niño que se ha aventurado lejos busca refugio en los brazos de su madre.”

Capítulo 16, página 123

Quizás esa facultad de negligencia era lo que les daba transparencia a sus ojos, y a su rostro el arte de representar a un tipo de gente más que a una persona; como si hubiera sido escogida para posar para la Virtud Civil o para una diosa griega.”

Capítulo 19, página 154

“No había motivo para tratar de emancipar a una esposa que no tenía la más remota noción de que no fuera libre; y ya hacía tiempo que había descubierto que el único uso de esa libertad que May suponía poseer sería depositar dicha libertad en el altar de su adoración de esposa.”

Capítulo 20, página 159

“La añoranza lo acompañaba día y noche como un incesante e indefinible deseo, como el súbito antojo de un enfermo por comer o beber algo que alguna vez probó y había olvidado por mucho tiempo. No podía ver nada más allá del deseo, ni imaginar a qué podía conducirlo, pues no tenía conciencia de querer hablar con madame Olenska o de oír su voz. Simplemente sentía que si podía llevarse la imagen del pedazo de tierra sobre el cual ella caminaba, y la manera en que el cielo y el mar lo circundaban, el resto del mundo podría parecer un poco menos vacío.”

Capítulo 22, página 180

“Parecía que todo su futuro se desplegaba súbitamente ante él; y recorriendo su interminable vacío, vio la menguada figura de un hombre al que jamás le sucedería nada.”

Capítulo 22, página 183

“Me diste el primer atisbo de una vida verdadera, y al mismo momento me pediste que siguiera con una vida ficticia.”

Capítulo 24, página 194

“Quiero... quiero de algún modo irme contigo a un mundo donde palabras como esa... categorías como esa... no existan. Donde seamos simplemente dos seres humanos que se aman, que son la vida entera el uno para el otro; y donde nada más en la tierra importe.

“Ella lanzó un hondo suspiro que terminó en otra risa.

“Oh, amor mío, ¿dónde está ese país? ¿Has estado allí? -preguntó, y como él se quedara mudo y taciturno, continuó-: Sé de muchos que trataron de encontrarlo y, créeme, todos llegaron por error a regiones intermedias: lugares como Boulogne, o Pisa, o Montecarlo; y no eran en absoluto diferentes del viejo mundo que habían dejado atrás, sólo más pequeñas y más sucias y más promiscuas.”

Capítulo 29, página 230

“Ella había gastado toda su poesía y su romance durante el corto noviazgo; la función estaba agotada porque había pasado la necesidad. Ahora ella simplemente maduraba como una copia de su madre y, en forma misteriosa dentro de su propio proceso, trataba de convertirlo a él en otro Mr. Welland.”

Capítulo 30, página 234

“Esta era la respuesta a su última súplica del otro día; si no daba el paso extremo que le había pedido, al menos cedía a una solución a medias. Se sumergió en este pensamiento con el involuntario alivio de un hombre que ha estado al borde de arriesgarlo todo y que, de súbito, saborea la peligrosa dulzura de la seguridad.”

Capítulo 30, página 238

“La silenciosa organización que mantenía unido a su pequeño mundo, estaba determinada a demostrar que jamás, ni por un momento, cuestionó la corrección de la conducta de madame Olenska, como tampoco la felicidad conyugal de Archer.”

Capítulo 33, página 267

“No; todavía no estaba segura ese día, pero le dije que lo estaba. ¡Y ya ves que tenía razón!, exclamó, con los ojos azules húmedos de victoria.”

Capítulo 33, página 270

“Durante aquel tiempo, él vivió con su juvenil recuerdo de ella; pero ella sin duda tuvo otra compañía más tangible. Quizás también guardó su recuerdo como algo especial: pero si lo hizo, debió ser como una reliquia dentro de una pequeña capilla obscura, donde no había tiempo para rezar todos los días...”

Capítulo 34, página 282

“Su padre volvió a sonreír. 'Dile que soy anticuado, con eso basta'.”

Capítulo 34, página 283