Azul...

Azul... Guía de Estudio

Azul... es publicado por primera vez en 1888 en la ciudad chilena de Valparaíso. En ese momento, Rubén Darío acaba de llegar a Chile, pero ya se ha iniciado como escritor en su Nicaragua natal. Esta primera edición está compuesta por dos partes: la primera, titulada "Cuentos en prosa"; y la segunda, "El año lírico". Todos estos textos son escritos durante el período chileno y muchos aparecen en periódicos antes de que se publique el libro. En Historia de mis libros, el poeta recuerda que el ambiente que encontró en Chile le resultó muy estimulante: “[en Chile] yo encontré nuevo aire para mis ansiosos vuelos y una juventud llena de deseos de belleza y de nobles entusiasmos” [Darío, 1919].

El libro obtiene algunas críticas elogiosas y algunas que cuestionan la estética de Darío por la notoria influencia del parnasianismo, una corriente literaria de Europa occidental, que se propone renovar las maneras de escribir y de entender la poesía a finales del siglo XIX. La característica principal de esta corriente es su culto de la forma, es decir, que propone darle más atención y el cuidado a aspectos como la métrica y al ritmo de los poemas, en géneros clásicos como el soneto. El parnasianismo busca también renovar las formas y el rigor clásico. Este énfasis en lo formal se contrapone al sentimentalismo del romanticismo, la corriente literaria inmediatamente anterior. Darío lee tempranamente a numerosos poetas parnasianos, como Catulle Mendes y Leconte De Lisle. En Azul... comienza a escribir de acuerdo a los principios estéticos de esta corriente, aunque aún conserva muchos rasgos del romanticismo, que también está en boga en Hispanoamérica. Muchos otros poetas hispanoamericanos realizan en la misma época que Darío cambios importantes (y a veces, similares a los de Darío) en la manera de escribir y entender la poesía. El cubano José Martí renueva la poesía al simplificar su métrica y vocabulario, además de atenuar las efusiones sentimentales del romanticismo. Sin embargo, Darío y el resto de los poetas que forman parte del modernismo no se limitan a imitar estas formas, sino que las aprovechan para aplicarlas a temas y problemas americanos, renovando la poesía en español.

El título Azul... deriva de la frase del poeta francés Victor Hugo: “El arte es azul". En este sentido se puede advertir la voluntad de Darío de relacionar su obra con la literatura europea. Esta relación se da más desde el aspecto de la forma que del contenido, porque, como lo advierte Juan Valera en su carta a Darío (que el nicaragüense elige para prologar la segunda edición de su libro) la frase de Hugo es “enfática y vacía pues no tiene más sentido definir de esta manera al Arte como definirlo de cualquier otra manera, como espejo de la Naturaleza, como representación simbólica de la realidad, o en tal caso, decir que el arte es rojo, o verde". La carta de Valera fue la primera crítica elogiosa que Darío recibió de un autor importante.

Las influencias de Azul... son variadas y cosmopolitas, desde la antigua cultura griega hasta la literatura europea contemporánea, principalmente la francesa. Valera se pregunta de dónde saca Darío ese trasfondo francés, ya que pasa toda su vida entre Centroamérica y Chile. La originalidad de Rubén Darío, desde este punto de vista, es que sus influencias francesas son claramente visibles, pero su estilo no se enmarca claramente en ninguna de las corrientes principales de esa literatura: no es completamente romántico, ni naturalista, ni parnasiano; sino que toma elementos de todas ellas, las revuelve y extrae un producto original, único. Valera afirma que en la prosa hay más riqueza de ideas, pero la forma es más afrancesada, mientras los poemas, por su forma y estructura, se asemejan a los versos españoles.

En 1890, Darío publica una versión ampliada de Azul... en Guatemala. En la sección de prosa se agregan los cuentos "El sátiro sordo", "La muerte de la emperatriz de la China" y "A una estrella". También se incorporan las secciones de poemas "Sonetos áureos" y "Medallones", dedicados a personajes célebres de la historia, como el caudillo mapuche Caupolicán, y autores admirados por el autor, como Walt Whitman. En esta edición, Darío agrega como prólogo la carta de Juan Valera, quien en ese momento es miembro de la Real Academia Española, con la ambición de sumarle prestigio al libro.

Esta edición es más exitosa que la anterior y tiene amplia difusión entre los círculos ilustrados de la época. Finalmente, en 1905 se prepara otra edición ampliada de Azul..., que es publicada en Buenos Aires. Sin embargo, la edición que se considera canónica y la más considerada para futuras ediciones y reimpresiones es la de 1890.