Biografía de José Enrique Rodó

José Enrique Rodó nace en Montevideo el 15 de julio de 1871, dentro de una familia acomodada de la burguesía uruguaya. En su juventud, presencia el acelerado proceso de modernización que atraviesa el país con la inversión de capitales ingleses, la llegada de inmigrantes y el incremento de la población. En 1882 ingresa al Liceo Elbio Fernández, pero al año siguiente continúa sus estudios en un colegio público debido a los problemas económicos de su padre. En este período practica el oficio del periodista escribiendo a mano varios periódicos. A sus catorce años, su padre muere y Rodó comienza a trabajar como escribano y luego como empleado de banco.

En 1894, Rodó abandona sus estudios sin alcanzar el título de Bachiller. Al año siguiente, crea la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales junto con Víctor Pérez Petit y los hermanos Daniel y Carlos Martínez Vigil, inaugurando el modernismo en Uruguay. Allí se publican textos de modernistas como Rubén Darío y Leopoldo Lugones y ensayos críticos de los editores sobre la actualidad literaria uruguaya.

Rodó pertenece a la generación del 900, una generación de autodidactas que propone una renovación en la literatura uruguaya y que incluye a los escritores y pensadores Delmira Agustini, Julio Herrera y Reissing, Carlos Reyles, Carlos y María Eugenia Vaz Ferreira, Javier de Viana y Horario Quiroga, entre otros. A pesar de que sus integrantes no siempre compartían opiniones y maneras de expresarse, la generación del 900 forma parte de la misma tendencia estética y espiritual del modernismo y su objetivo es darle voz a la sensibilidad de su época trascendiendo los límites de las tradiciones realista y romántica del arte y cuestionando la filosofía positivista contemporánea.

Después de publicar en 1897 sus ensayos “El que vendrá” (1897) y “La novela nueva”, primera entrega de La vida nueva, Rodó empieza a tomar notoriedad en Latinoamérica y España como referente de su generación. Su modernismo idealista buscaba superar el decadentismo finisecular –aquel que tenía una mirada pesimista sobre el proceso modernizador y que experimentaba con malestar el fin de siglo–, conectarse con lo social y expresar la unidad americana. En 1899, como segunda entrega de La vida nueva, publica un estudio sobre Rubén Darío, donde alaba la poesía de Prosas profanas (1896), pero cuestiona su falta de adecuación al medio americano.

En 1900 Rodó publica Ariel, su ensayo más reconocido y criticado, como tercera entrega de La vida nueva. Allí, convoca a la joven generación a hacerse cargo del porvenir del continente y cuestiona la influencia de la cultura utilitarista y mercantilista de Estados Unidos en Latinoamérica, reivindicando los valores humanistas y espirituales de los pueblos latinos.

En la escena política, que en Uruguay está marcada por las luchas entre los partidos Blanco y Colorado, Rodó se enfila en 1898 como militante en la Juventud Colorada. En 1902 ejerce como diputado en Montevideo, pero en 1905 renuncia a su cargo, desencantado con la intervención política. Es entonces cuando Rodó cuestiona al presidente José Batlle y Ordóñez, a quien había apoyado para llegar al poder, por estar en desacuerdo con la medida de prohibir los símbolos religiosos en las instituciones públicas. Sobre este tema, en el que adopta una posición liberal y tolerante, se expresa en su ensayo Liberalismo y Jacobinismo de 1909. En 1908 reanuda su actividad política como diputado, cargo que ocupará hasta 1911, y una vez más entre 1911 y 1914.

En 1909 también publica Motivos de Proteo, que sigue la línea pedagógica de su Ariel. Allí, Rodó expone su moral práctica y filosófica de la vida en un conjunto de artículos fragmentarios en los que experimenta con diversos géneros literarios. Allí, Rodó sostiene su doctrina de que el individuo debe, mediante el autoconocimiento, estar en perpetuo avance y superación.

En 1910, Rodó viaja a Chile para la celebración del centenario de su Independencia como máximo representante de la intelectualidad uruguaya. Entre 1911 y 1914 vuelve a apoyar la candidatura de Batlle, pero pronto denuncia las maniobras políticas para su reelección. Esto resultará en su alejamiento del oficialismo en su país, aunque no le hace perder su reconocimiento internacional, como el que le da en 1912 la Real Academia Española al nombrarlo Miembro Correspondiente. En 1913, Rodó publica El Mirador de Próspero, una recopilación de 45 ensayos donde se destaca el ensayo histórico sobre Simón Bolívar. Al año siguiente comienza a trabajar como redactor de El Telégrafo, donde escribe sobre la Primera Guerra Mundial, tomando una posición a favor de los aliados.

Luego de que el oficialismo elimine su participación en la comisión uruguaya para las celebraciones españolas del Centenario de las Cortes de Cádiz, Rodó decide autoexiliarse en 1916, y toma el trabajo de corresponsal en Europa de la revista argentina Caras y Caretas. En sus crónicas expresa la melancolía de su viaje solitario al mismo tiempo que preserva su esperanza en la unión iberoamericana. Al llegar a Italia empieza a padecer una insuficiencia cardíaca y un problema renal. Muere finalmente en Palermo, el 1 de mayo de 1917. En 1920, sus restos son repatriados por el gobierno uruguayo para que descansen en el Panteón Nacional. Entre sus obras póstumas se destacan El Camino de Paros (1918), Epistolario (1921), Nuevos motivos de Proteo (1927) y Últimos motivos de Proteo (1932).

José Enrique Rodó es uno de los intelectuales uruguayos más reconocidos y celebrados en Latinoamérica y el resto del mundo. Su obra se reedita constantemente y continúa siendo objeto de interés y de debate, en cuanto sigue vigente para reflexionar sobre la vida moderna actual y sobre la importancia de construir lazos identitarios que superen las barreras nacionales.


Guías de Estudio sobre Obras de José Enrique Rodó

Ariel es la obra más celebrada y discutida de José Enrique Rodó, y la que lo consagra como escritor. Se publica en febrero de 1900 en Montevideo, con una primera tirada de 700 ejemplares a la que le seguirán muchas reediciones. Es un ensayo...